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martes, agosto 15, 2017

Capitulo (58)


MI MADRE Mónica.......... Capitulo (58)

“El renco viviendo en casa.”


Apenas de una hora de la terrible follada que le habían puesto a su cuerpo en aquel sucio y mal oliente espacio público, Mamá entraba a nuestra casa en dirección a su recamara para tomar un relajante baño de tina con agua caliente y borrar con eso las evidencias de lo que sin recordar había pasado esta horrible noche.

Con sus lindos ojos azules entristecidos venia totalmente confundida emocionalmente, se preguntaba por qué había abandonado su hermoso hogar y a su pequeño hijo si ella no era así, su mente no cesaba en repetirle que era lo que había ocurrido, no recordaba que se la acababan de encular en un mugriento baño público del subterráneo.

Mientras pensaba en eso, sentía como desde sus partes íntimas se levantada un cierto escozor y acompasadamente el agrio sabor del semen que le había depositado aquellos desconocidos al interior de su dulce y delicado paladar solo hace algunas horas, inevitablemente para ella algunos grumos podía degustar y sentir aun en su lengua, los sentía agrios y salados con el contacto de su fresca lengua que se mezclaba dentro de su boca.

En esos momentos lo único que deseaba era llegar a su baño para lavarse la boca y retirar de todo su cuerpo ese pestilente hedor a inmundicia que la abrazaba y que los llevaba por todo el cuerpo y su cabello, también fluidos que ya se le habían secado entre los muslos y sentía como tomaban forma de costras resquebrajadas en la suave piel de sus muslos.

Una vez que subió las escaleras rumbo a su recamara lo primero que vieron sus ojos hacía el otro lado del pasillo fue que en la puerta de la recamara su hijo él estaba esperándola tal como ella le había prometido que pronto regresaría, pensó que tendría que armarse de valor para que su niño no notara algo raro y llegara a preocuparse de las fachas en las que ella sin entender volvía casa.

Yo no tenía ni 10 minutos que también había vuelto, es más yo también tenía un hedor a suciedad al estar escabullido dentro de aquellos pestilentes vagones.

- Mamá, ¿A dónde fuiste a esta hora?..- fue lo primero que le pregunté sin siquiera decirle de las terribles fachas en las que regresaba.

- Ho-hola mi amor.. tuve que salir por mis medicamentos..- pero en su cabeza no lo recordaba, simplemente sentía que eso era lo que tenía que responder para ver si así podía salir del problema.

- ¿Que te ocurre Mamá, por que traes esa cara?..- yo no quería incomodarla después de lo ocurrido esta noche pero, quería indagar en su cabeza como reaccionaba, aparte de notarla un poco desorientada y quizás con la esperanza de que reaccionara.

- Ya te lo dije, fui.. hoy no he tenido un buen día mi amor, y me siento muy cansada.

- ¿Quieres que llame al doctor?..

- No, no estoy bien mi amor, y de eso mismo te quería hablar.. ¿me has notado rara estos últimos días?

- ¿Rara?.. bueno, la verdad es que si Mamá..- intenté hacerla recapacitar sobre sus terapias.- Ya no deberías hacer..

- ¡Te prometo que pronto estaré mejor y con más ánimos,- me decía mi destrozada y recién violada Madre mientras me tocaba las mejillas de manera maternal.- Tendré más terapias y tu Mamita volverá estar bien.

A mí la verdad no me gustaba para nada esa idea, ¿cómo era posible que después de todo lo que había pasado esta noche por culpa de aquel renco malnacido aun ella sintiera la necesidad de pedir su ayuda para poder tal vez concretar eso que tanto deseaba y que según su cabeza la hacía sentir tranquila? Pero por otro lado la notaba tan decaída que me daba cuenta que no era lo que ella deseaba y que su cabeza la estaba atormentando.

- Esta bien Mamá.. pero prométeme que te mejoraras pronto para que así podamos estar más tiempo juntos,- le dije a la vez que ella me abrazaba tiernamente tomándome desprevenido.

Lo cual hizo que a mi nariz solo se impregnaran todos esos inmundos olores de secreciones y suciedad. Mi Mamá, quizás la más hermosa mujer de toda la ciudad se abrazaba maternalmente a su hijo mientras se encontraba con resquicios en sus partes íntimas de haber follado como una prostituta en aquellos pestilentes baños públicos, y que el hombre el cual ella esperanzaba su bienestar prácticamente la había involucrado en una situación muy peligrosa de la cual casi hubiese podido terminar peor si no hubiera sido por aquel tosco hombre que eventualmente después la había follado y que le notificara a grito limpio que muy pronto la convertiría en su puta.

- Mi amor.. te juro que haré lo que sea para recuperarme. Y cuando lo haga tú y yo solos tomaremos unas vacaciones como lo hacíamos con tu Padre.. pero como te dije antes, me siento muy cansada cariño, será mejor que nos vayamos a dormir.- me dijo en forma angustiada, con los hediondos sabores a verga salada aun en su boca, claro que eso no se lo podía decir a ella.

Yo le veía su rostro de hermosa inocencia, de cómo me daba esperanzas de que quizás pudiéramos volver a estar como antes, situación que terminó por convencerme, además esta vez no podía estar enojado con ella, sabía que todo lo sucedido era por culpa de ese renco maldito, pero el solo hecho de recordar lo que le había implantado antes de dejarla sola en el subterráneo, que quería venir a instalarse aquí a la casa me tenían desconcertado, esperaba que una vez recuperada mañana, Mamá pudiera negarse a ello.

- Esta bien Mamá, descansa de verdad que te notas muy agotada y enferma.

Y así la Madre e hijo se despidieron con un leve beso, con una muy agotada Mónica por las razones que aún predominaban en su mente.

......

Otra noche de desvelo, otra horrible noche recordando todas aquellas aberraciones hechas por mi Mamita por culpa de otro miserable, que por ahora parecía no recordar nada. En el fondo prefería que así fuera, que se olvidara por completo de esta noche en aquel oscuro vagón en que habían perdido el control de la situación y que se había envuelto en una situación peligrosa con aquellos hombres.

Aquello había sido una estupidez, una locura algo completamente ajeno a su forma de ser y a su escala de valores. Esperaba que ese viejo desgraciado lo hubiese entendido así también que nunca más fuera a exponerla a ella otra situación igual y no se llegase a repetir nunca. Al mismo tiempo sabía que si volvía a llamar iba a ser muy difícil para ella decirle que no, sobre todo después de haberla inducido a invitarle a la casa.

Lo pienso y me escandalizo, hubiera deseado tanto que Mamá jamás hubiese ido aquel consultorio buscando ayuda, sin embargo ahora las cosas no podían echar marcha atrás y yo tenía que pensar en cómo salvar a mi Madre de ese inmundo lisiado. Al menos no había cogido una infección o peor aún en cinta por un hombre violento que la había poseído en aquellos pestilentes baños como una simple prostituta.

.....


A la mañana siguiente, en torno a las nueve de la mañana, el sol entraba muy fuerte por las cortinas que no me dejaron dormir. Me levanté y cambie muy rápido para ver cómo había amanecido Mamá desde la pasada noche. Vi que aún no salía de su habitación y caminé despacio y sin hacer ruido. Al asomarme a su cama me di cuenta de que ya se había levantado, al observar su baño, me quedé prendado. Vi a mi Mamá de espaldas ante el espejo y me quedé impresionado, enseguida tuve esa erección que le da a uno todas las mañanas cuando no lo has usado.

Lucía un vestido muy ajustado de algodón, de manga larga y abierto de la espalda, con la minifalda muy corta y ceñida, lo que dejaba las curvas de su trasero muy bien definidas y pronunciadas, con la tela como si fuera a reventar las costuras. Llevaba la cabellera suelta bien cepillada y lucía zapatos de tacón aguja a juego con el vestido, del mismo tono en negro, y media negras de red, de esas que le caracterizaban ahora que había conocido al renco para lucir sus muslos. La vi ponerse de puntillas para tomar un cepillo de la estantería y la minifalda se le subió un poco, dejando a la vista la liga de sus medias. ¡Joder, tenía la falda al límite.

Después se dio vuelta hacia la taza y tuvo que doblarse hacia delante para cortar un trozo de papel higiénico, entonces la minifalda se le subió muy por encima de las medias, dejándole parte del culo a la vista. Le vi las braguitas negras remetidas entre las nalgas y los labios vaginales escapando por los laterales de la braga. Me tuve que contener para no tocarme de la excitación. Al erguirse, tuvo que bajarse la falda nuevamente. Entonces se dio media vuelta y me vio allí plantado. El atuendo era tan ajustado que sus pechos blandos parecían querer explotar la ropa con cada movimiento. Iba muy maquillada.

- ¡Buenos días mi amor, ¿te has levantado?..

- Buenos días Mamá ¿Por qué te has puesto tan guapa? ¿Vas a salir?..

- Es que don Paulino vendrá.. le he pedido que se venga a mudar a la casa para que no tenga que venir tan noche hacerme las sesiones, ya le conocerás, es un Señor muy amable.

- ¿V-vendrá a vivir con nosotros?..- volví a repetir dudando.

- Solo hasta que me encuentre bien, ya lo sabes.. he tenido algunas recaídas.

- ¡Mamá por dios, tú lo que necesitas es un especialista, no me fio de ese viejo..- le dije molesto.

- Ya lo he decido mi amor.. ¿o no quieres que tu Mamy se cure?

- Si Mamá, pero ese hombre, no sé..

- ¡Ya Pedrito.. está decidido.- respondió molesta.

- ¡Pues yo no estoy de acuerdo.. me niego..- fue lo que le respondí molesto al igual que ella al conocer su determinación.

- ¡Pedrito.. como te atreves hablarme así?, aquí las ordenes las doy yo, muchachito, o acaso qué, ya piensas hacerte un niño rebelde!?

Y al ver mi rostro de angustia al ser regañado, su rostro nuevamente cambio.

- Pedrito.. hijo.. solo entiéndelo. Necesito esas terapias amor, en cuanto me sienta bien se irá.- Mamá intentaba de alguna forma llegar por la vía diplomática hacia mi enojo.

- No quiero escuchar.. lo que pasa es que ese viejo te ha estado metiendo ideas raras en la cabeza Mamá, tú no eres así. Además, es de lo más desagradable. No sé cómo te has permitido que se te acerque Mamá.

- ¡Como sea.. él es un hombre bueno..- me contestó de nuevo algo molesta.- Y aunque no lo quieras reconocer desde que me empezó ayudar ya me siento mejor, ha estado al pendiente de lo que me pasa y ya no he recaído.. eres un desconsiderado.

- ¡Pues yo no lo permitiré.. me rehúso.

- ¡Bien.. si con esas estamos te diré que yo a ti no tengo porque pedirte permiso, eres mi hijo y te he cuidado hasta más de la cuenta, a veces pienso que te sobre protejo demasiado.

- ¡Vess?, o sea que ahora ya te estorbo, o sea que ahora es más importante él que yo..!!??, De verdad Mamá que ya no eres la misma, hasta parece que te gusta. Y pues aunque no te gusta la idea yo no est…

- ¡Plaf..- retumbo el certero tortazo en mi cara,- ¡Cállate.. no te permito que me hables de esa forma Pedro Tapia…!!, yo soy tu Madre y debes respetarme…!!!

- M… me has pegadooo!?

- ¡Si.. te pegue para que te controles, y aquí ya no hay nada más que hablar, y para que sepas desde ya.. él ya viene con sus cosas, le voy a preparar la habitación de la servidumbre, y no me importa si te gusta o no. Ya está decidido.

- Pues.. pues lo voy a correr en cuanto le vea..- le contesté aun adolorido, mirándola con odio, y con la mano en la parte de mi cara en que recibí lo cachetada.

- ¡Atrévete y te va a ir mucho peor,- me dijo.- Debí haberte zurrado mucho antes.. te estás haciendo un muchachito mal agradecido.

- ¡Sniff.. Solo te digo que no confió en lo que te hace.

Al ver mis ojos de nostalgia nuevamente su semblante cambio.

- No me va a pasar nada mi amor.. sé que me quieres proteger y te lo agradezco, eres igualito a Padre. Yo se cuidarme sola, amorcito.

- ¿Y-y solo por eso vas así?..

- Gracias mi amor.. ¡Muack.. te preocupas mucho por tu Mamy.

- Pero Mamá es que ayer.. ¿ya te encuentras bien?

- Mejor que nunca mi amor, un poco adolorida.. creo que me excedí haciendo ejercicio.

Se dirigió hacia el pasillo que conducía a las escaleras. Mamá marchaba adelante de mí, meneando su imponente trasero sensualmente por efecto de los tacones, llegando a verse una pequeña parte de las bandas de las medias con los pasos. Salimos a la entrada de la casa para esperarle, ya que me quedaba, sabía que no era ella la que actuaba de esa manera, eran esas malditas inducciones que la tenían como adicta a una droga.

Enseguida vi que mi amigo Carlitos venia paseándose en un       por la cera. Enseguida me sonrojé de que mi amigo la viera vestida así y me notó cortado. Pude observar cómo Carlitos la miraba. Mamá se dirigió por el garaje rumbo atrás de la casa y mi amiguito se quedó mirando.

- ¿Y tu Mamá porque anda así.. tan.. así?- me sorprendió su comentario.

- Es que.. va a venir un terapeuta a hablar con ella.

- ¡Uff, pues vaya manera para recibirlo, casi se le ven las.. las bragas, ¿eh?

- Sí.- sonríe temblorosamente-. Es un poco corto sí, pero…

- Al tipo se le saldrán los ojos en cuanto la vea.

- Es un viejo, además esta medio renco, no pasa nada.- sonríe ante la estúpida broma.

- ¿Y no te importa que le mire así?.. jamás había visto a tu Mamá así, Pedro.- volvía a incomodarme.

- Tampoco es eso, Carlitos, ella procura.. Ya sabes cómo es Mamá, siempre anda a la moda.

- Parece una prostituta vestida así. ¡Carai Pedro, perdona, pero es que se me van los ojos.

- No pasa nada, si yo entiendo que..

- ¡La cabrona está bien buena.- me interrumpió volviéndola a mirar-. ¡Pff, te confieso que siempre me ha calentado un poco. Perdona, yo sé que es tu Mamá, pero es que así vestida. ¡Uhmm, no sé qué me ha entrado. Perdóname.

- No te preocupes, Carlitos.

- Qué afortunado el viejo ¿eh? Ya me imagino cuando le esté dando la terapia y mirándole las bragas.

- No, tampoco..

- Bueno, nada.. ¿porque no has ido a la casa, tengo juegos nuevos?

- A pues mira..- le intentaba responder algo, todo sonrojado por la conversación de mi Madre. No le iba a decir que no había ido a jugar en estos meses por andar siguiendo a mi Madre, que todo lo que hacía era por el cambio rotundo que había sufrido ella.

Vi cómo mi amiguito la miraba desde lejos, en ocasiones casi ignorándome cada vez que ella se daba la vuelta. Muerto de celos, tuve que soportarlo. Mi Mamá parecía andar arreglando el cuarto que antes usaba la servidumbre. A mi amiguito se le iban los ojos tras ella, cada vez que podía se fijaba en cómo movía el culo, en cómo se le miraban las piernas, en cómo a veces se le apreciaban las bandas de las medias. Más de una vez, pudo verle más de la cuenta, cuando Mamá se agachaba o llevaba algunas cajas. Estaba seguro que le entraban unas ganas de ir al baño y hacerse una paja a costa de mi Madre.

Más tarde llegó el renco. Nos dio los buenos días como si en verdad se las hubiéramos pedido y se adentró a la casa. Venia como siempre con una camisa toda percudida unos pantalones viejos. En cuanto la vio pude ver como se quedaba anonadado, cómo le echaba un vistazo a su cuerpazo. Al muy cabrón se le iban los ojos aunque yo lo estuviera viendo. La habitación que le había preparado Mamá se hallaba ubicado en el jardín de atrás, aun lado del cuarto de lavado, bueno al menos no había pensado en darle una de las habitaciones de la casa, ya me imagina al viejo viviendo al día con nosotros.

Mamá entró con él. Le indicó que cualquier cosa que necesitara se lo pidiera y que esperaba que se sintiera cómodo. Después le llevó varias sabanas limpias y algunas otras cosas.

- Se lo dejo todo ahí para que lo acomode a su gusto, don Paulino.

- Muy bien bonita, así me gusta.

La miró mientras volvía a salir por la puerta. Mi amiguito también la veía con ansias, yendo de un lado a otro, bajándose la faldita cada dos o tres pasos para que no se le subiera, exhibiendo su culazo a los ojos del viejo.. y de mi pequeño amigo.

- ¡Por dios Pedro que buena se ve tu Mamá.- me encajó al verla pasar.

- Sí.- sonríe apenado-. Demasiado, así.. vestida.- le respondí apenado.

- ¡Mira cómo lo mueve mientras camina.

La verdad que ya los comentarios de Carlitos me estaban molestando. En ese momento Mamá se había inclinado ligeramente, permitiendo que se le viera un trozo de las bandas de las medias.

- ¡Mira, mira..- me dijo para que volteara.- Me tiene caliente tu Mamá, Pedro.

- ¡Si, ya sé que mi Mamá está muy guapa.- añadí molesto.

- ¿No me digas que no sientes celos de que ese viejo la vea así? Además ni parece terapeuta.. ¡mira como camina, creo que las terapias las ocupa él ¡Ja ja..

- ¡Ja ja.. si verdad, si por mi fuera lo echara a patadas.- subrayé.- pero son terapias de relajación, no del cuerpo.

- ¡Uuff.. carai Pedro, que afortunado eres..

- ¡Ya deja a mi Mamá, no.. pareciera que nunca la habías visto.- respondí celoso.

- No te enojes Pedro.. además yo nunca me molesto cuando ves a mi hermana. ¿Estamos a mano, que no? ¡Ja ja..- y creo que tenía razón.

Platicamos un rato de nuestras cosas, de algunos juegos nuevos y de lo que habíamos hecho cada uno cuando no nos veíamos. Eso cuando no veía pasar a Mamá que rápidamente levantaba la cabeza para mirarla, sobre todo cuando tenían la oportunidad de verle las nalgas o parte del muslo tras las bandas de las medias. Desde fuera, y veces, cuando pasaba por nuestro lado, debía apechugar con los celos al comprobar cómo la miraba mi amiguito, cómo se aprovechaba de las circunstancias.

Las escenas se iban a suceder, sabía que algo ocurría muy pronto, pero mi amigo Carlitos no se iba y las proximidades de mi Madre con ese pervertido me tenían muy nervioso, desafortunadamente mi amiguito no se iba y no me dejaba vigilarlos. Deje que entrara a mi cuarto, que se entretuviera con mis juegos nuevos mientras yo observaba por la ventana lo que mi Mamá hacía allá abajo. Salía y entraba llevándole cosas, asegurándose inducida de que el viejo se sintiera confortable, le llevaba sabanas limpias, cajas con algunos víveres. La necesidad de seguirla y acercarme me estaba matando.

- Que tienes Pedrito, ¿no quieres jugar?

Carlitos me notaba muy nervioso por lo mucho que reveía la ventana, muy preocupado. Temía que todo derivara en otras consecuencias graves, que este asunto de las sugestiones se fuera nuevamente de las manos.

Cuando pensé que deshaciéndome de aquel sucio Portero las cosas iban a cambiar, regresaríamos hacer aquella familia normal, aparecía este lisiado. Todo cambió para nosotros a partir de aquella terapia de Beatriz. Debía contener los celos y la rabia, resignarme a verla sometida por este nuevo pervertido. Ella actuaba con mucha naturalidad, como si nada pasara. La veía reírse, la veía contenta de tener a ese viejo aquí para que le hiciera las susodichas terapias, quería lucirse ante don Paulino, como ajena a lo que en realidad estaba sucediendo. Su vestimenta, su manera normal de ser se deterioraba por la influencia de ese viejo renco. Maldije su llegada.

- Pedrito, ¿me escuchas?..

- Espérame aquí, creo que me ocupa mi Mamá.

Le mencione a Carlitos para dirigirme a la habitación en el jardín que Mamá le estaba preparando. Pero antes me llevé mi receptor de audio, sabía que Mamá portaba el dige y que podría escuchar lo que hablara con ese pervertido. Me fui a la cocina y desde la ventana que daba al jardín lograba ver lo que sucedía en la recamara de la servidumbre por las ventanas. Observaba a Mamá de pie y al renco observando la habitación.

......


- Espero se sienta cómodo, Don Paulino..- le decía en forma coqueta,- Esta habitación la usábamos para la servidumbre, pero ahora que no tenemos a nadie, la podrá usar usted.

- Esta bien, aunque me hubiese gustado más una habitación en la casa, ¡Jejeje..- le decía el mal agradecido, como si no fuera suficiente ya conque Mamá le hubiese permitido que se viniera a hospedar a la casa.

- No, eso no.. no creo que Pedrito se sienta cómodo habiendo un hombre en la casa. ¿Me entiende verdad?..

- Si, está bien guapa, al menos al principio.. todo sea para que tú tengas esas terapias que te hagan sentirte relajada, ¿verdad?

- ¡Las necesito, Sr Paulino.. a-ayer tuve unos sueños muy extraños.

- ¿Sueños?..- le indagó el lisiado, como si no supiera a que se refería.

- Si Señor Paulino..

- Haber, cuéntame pequeña.- dijo mientras se sentaba en el sofá que había en la casa de servidumbre.

- No sé, me encontraba en un lugar oscuro, sola como si estuviera esperando alguien, pero no sé a quién..- le contaba Mamá con cierto temor en los ojos.- Con sombras que me asechaban. Ni siquiera tenía el valor de mirar hacia atrás, tampoco creo que pudiera.

- ¿Pero dónde te encontrabas, en qué lugar pequeña?..- le preguntaba el pervertido temiendo lo que ya sus pensamientos le decían hacía adónde iba.

- Lo que estaba detrás de mí debe de haber pensado que yo lo consentía y pasaba su mano por debajo de mí ...- y no terminó la frase avergonzada.

- ¿Debajo de tu qué, pequeña?..

- ¡D-de mi falda, acariciándome los muslos..

- ¿Ves porque si necesitas estas terapias?.. carai, sígueme contando.

- Yo permanecía inmóvil aunque me diera un poco de asco. Pero mi cabeza pensaba en que sería lo mejor que esa mano rugosa y áspera continuara refregándose por mis muslos y que pretendiera meterse entre mis piernas.- Mamá cerraba los ojos muerta de pánico y se llevaba las manos a la cabeza.- ¡Necesito su ayuda Sr Paulino.

- Y lo voy hacer, por eso estoy aquí pequeña.. para ayudarte.- le decía el muy cínico.- Continúa con tu sueño.

- Yo apretaba con fuerza las piernas para impedirlo y en principio desistía. Pensé que habría entendido el mensaje. Pero no fue así, al instante casi volvió a la carga pasando su mano por debajo de mis ..- le dio pena decirlo.

- ¿Por tus bragas?..

- Sii.. Debo confesar que la situación era incómoda pero no me desagradaba del todo. Me sentía sofocada, acalorada y encima iba vestida de una manera no muy propia para andar en la calle.

El desgraciado lisiado disfrutaba la esta nueva situación de confusión de mi Madre. La miraba extasiado, con su cara de Esposa buena y sus dorados cabellos que ahora los traían semi ondulados, sus ojos azules intensos, sus voluptuosos labios rojos carmesí, y esa mirada tan llena de insinuaciones con la que ya estaba acostumbrado a que ella le mirara.

- ¿Andabas vestida como una puta?..

- ¡Sí.. Y la cosa es que me sentía bien, más bien sofocada y el manoseo de aquel extraño lejos de disgustarme me excitaba. Sobre todo cuando empezó a frotar su dedo en la entrada de mí, a meterlos y sacarlos.

- Carai, eso es muy extraño Señora Tapia.

- Yo lo dejaba hacer. Estaba como perpleja, como paralizada. Pero cada vez más excitada. Cuando estaba por alcanzar el orgasmo, haciendo un esfuerzo enorme por que no se notara, sentí otras manos que acariciaban mis pechos.

- ¡Oh, eso es horrible Sra Tapia.- le decía el desgraciado burlándose.

- Sii.. Me desconcertó pero mi desconcierto no duró mucho tiempo. Sentí que algo a la altura de mi cintura y trataba de adivinar qué.- le contaba Mamá con terrible angustia.- Supuse que se estaría masturbando. Pero no, lo que hizo fue bajar el cierre de su pantalón y sacar su cosa afuera y pasármelo por mi trasero.

- ¿Ve.. ve porque es necesario que yo esté aquí al pendiente las 24 horas?

- ¡Si Señor Paulino y se lo agradezco muchísimo..

- Pero cuénteme.. ¿se sentía usted una sucia?

- ¡Sii.. Con una mano me lo refregaba y con la otra había corrido mis ..- y se detenía en sus comentarios con un dejo de vergüenza.- Mis bragas a un costado.

Desde mi posición, claramente me daba cuenta de la lujuriosa forma en que este viejo miserable y recién establecido se la devoraba con los ojos, calentándose por su atuendo y por las cosas que le contaba, cosas que habían sucedido en realidad pero que el muy miserable le había hecho olvidar para continuar con su baja perversión, ya que dichas situaciones habían ocurrido no hace más de 12 horas. Y mientras Mamá le contaba sus “sueños” más extraños, este abiertamente la desnudaba con solo mirarla con sus aborrecibles ojos y con esa asquerosa sonrisa que se le dibujaba en los pellejos de su cara de roedor cuando ella intentaba recordar y deambulaba por la pequeña sala de la entrada.

Con ese vestidito de minifalda negra de algodón tan ajustado que definía los contornos de su trasero, esas medias negras y zapatos de tacón no hacían más que regocijar al viejo que simulaba estar preocupado por lo que le contaba. Mamá se notaba nerviosa, de hecho, el viejo le intuyó que era lo que le pasaba.

- Estás muy nerviosa, pequeña.

- No se preocupe.. s-sólo que me duele un poco la cabeza.

- Está muy guapa, hoy Señora.

Se sobresaltó, se giró hacia él y la sonrisa le tembló.

- ¿Cómo ibas vestida en tus sueños, pequeña?

Lo miró hacia los ojos, con la misma sonrisa temblorosa.

- P-para colmo como le decía, yo llevaba puesto sin ninguna intención unas prendas que nada me cubrían.

- ¿Parecías una prostituta?

- ¡S-sii.. y los hombres me volteaban y me rodeaban.

- ¿Que más hicieron esos hombres, Sra Tapia?- le indagaba.

- Era tan real.. estaba muy oscuro pero en ocasiones se aclaraba. El sujeto de atrás nada le costó deshacerse de mis pantaletas aun lado y deslizar su cosa por mí que estaba toda..

- ¿Mojada?..

- ¡Sí..- respondió avergonzada.- Fueron unos pocos segundos hasta que el muy perverso soltó su cosa y dirigió mi mano para que yo se lo estuviera agarrando.

- ¿Ósea que estaban abusando de ti?..

- ¡Yo estaba como paralizada Sr Paulino, como sometida.- y se llevaba las manos a la cabeza para continuar.- Con la mano libre me tomó de la cadera y me tiró para atrás con lo cual yo misma me metí su miembro entre mis piernas. Antes de eso y mientras yo sentía todo lo de atrás, otro hombre uno por el frente para darme más placer besaba y me magreaba los pechos.

- ¿Y usted que hacía, Señora?

- Yo.. yo trataba de buscar alguien, al frente y a los costados para que pudiera liberarme pero no le veía.

- Ese alguien.. ¿a quién buscaba Sra Tapia?

- C-creo que, ¡A usted Sr Paulino..

- Eso significa que usted confía plenamente en las terapias que yo le estoy haciendo. Y por eso estoy aquí, Sra Tapia.

- Si lo sé.. y no sé cómo agradecérselo Don Paulino.

- Bueno.. qué tal si empezamos por algo tan insignificante como un trago. Sírveme un traguito de ese delicioso whiskey que tenía tu esposo,- le solicito a la vez que se echaba en el sillón.

- ¿Un trago?..

- Si Señora, y aprovechamos para hacerle otra terapia ahorita mismo para que olvides ese mal sueño, ¿qué te parece?.

- Enseguida.

Mamá caminó hacia la casa a buscarle el trago, el muy cabrón le estaba tomando gusto a la bebida de mi Padre. El inmundo lisiado la veía fascinado, la flamante rubia y dueña de la residencia caminaba altiva poniendo una pierna delante de la otra por lo ajustado de su vestido para traerle su encargo, el muy cerdo ya se había comenzado a calentar con el relato de mi Madre, y era justamente lo que me preocupaba, calentarse y que así anduviera para que en cualquier momento estuviera casi desesperado por cogérsela.

Y así mientras el renco se instalaba en su nueva “hogar” y se preparaba para una nueva sesión. Rápidamente me hice el tonto en la cocina para que mi Madre no sospechara nada de que los estaba vigilando. Entró nerviosa, con un brillo extraño en la mirada, como si necesitara urgentemente de algo. Me vio esculcando en el refrigerador.

- ¿Qué haces mi amor, ya se fue tu amigo?

- E-estamos en mi habitación Mamá, jugando videojuegos.. solo vine por unos refrescos.

- Me parece muy bien.. sabes, tendré una sesión con el Sr Paulino, para que no nos interrumpan. Necesitamos estar en completo silencio.

- ¿Mamá, en verdad crees que es Señor sepa lo que está haciendo?.. Has estado rara estos últimos días.

- Mi amor.. el Sr Paulino me está haciendo un gran favor en instalarse aquí en la casa para estar al pendiente de mis reacciones. En ocasiones me notaras algo extraña, como ahora pero solo es parte de la terapia. Cuando todo esto termine tu Mamá seguirá siendo la de antes.

- ¿A dónde vas?

- El Señor me pidió un trago mientras me hace la terapia, creo que tiene los mismos gustos que tu Padre.

- ¡P-pero Mamá.. esas botellas se las regalaron a mi Papá.

- ¿Y?.. Él ya no está, ya nadie las beberá. No seas celoso Pedrito.


Ella parecía no notarlo, pero su andar sensual moviendo sus exuberantes caderas y sus nalgotas que hacían casi estallar la tela del vestido, y como este se le subía a cada paso que daba teniendo que en reiteradas ocasiones con la punta de sus uñas estirarlo para que así no mostrara ante mi ojos su prominente par de cachetes rosados, mientras se alejaba de mi vista me decía que volvería a pasar, que ese viejo no se quedaría con las ganas y tendría su bienvenida triunfal ahora que se había instalado en nuestra casa.

La seguí sin que se diera cuenta hasta la pared que separaba la cocina del salón, su mirada era extraña, era como si estuviera perdida en la nada, sus piernas no dejaba de moverlas como si tuviera muchos nervios. Al tomar la botella para verter al vaso se sintió acalorada, debido quizás ya a las terribles sugestiones que ese maldito le implantaba con solo hablarle. Notó que su rajita estaba húmeda, se tocó para comprobarlo y cuando se rozó su entre pierna sintió un escalofrió; fue una sensación tan agradable que hizo que cerrara los ojos e hiciera derramar el vaso, pero no le importó, se siguió tocando.

A los pocos segundos su respiración era mucho más agitada y sus dedos estaban bañados con el flujo de su entrepierna; no sabía bien que estaba pasando en su cuerpo; con una mano exploraba su entre pierna y con la otra ya se apretaba los pechos, tenía los pezones erectos atraves del vestido y sentía como una desesperación fuerte por abrir las piernas lo más posible.

Hubo un momento en que algo se apoderó de ella, ya no podía parar; aunque le dolía no podía dejar de apretarse las tetas con fuerza, de pronto una fuerte sensación de éxtasis invadió su cuerpo; llevó sus dos manos a su entre pierna; cerró bruscamente las piernas y se apretó, quedando de lado convulsionándose y aguantando las ganas de gritar. Mordió sus labios y aguantó hasta que por fin pasó y pudo reponerse para caminar.

Se reacomodó el vestido y trató de limpiar todo lo derramado del vaso, atenta a cualquier movimiento que pudiera indicarle algún peligro, aunque como según ella yo seguía en la cocina, difícilmente creía que alguien se hubiera percatado de su acción. Al cabo de unos minutos, segura de que yo ni nadie la había detectado, se dirigió nuevamente hacía donde yo estaba en la cocina preparando unos vasos.

- Recuerda mi amor, nada de ruidos.- me dijo arreglándose de alguna manera su rostro enrojecido.- Quédense tú y tu amigo en tu cuarto mientras acaba la sesión, nada de andar en el jardín ni en ningún otra parte, ¿me oíste?. Si alguien llama dile que no estoy, no estoy para nadie.

- Ok, Mamá.- le dije resignado.

Se dirigió hacia la puerta de la cocina para salir a la nueva habitación del renco, lugar que habían preparado para realizar la terapia que pensaba llevar a cabo. Sabía que desde aquí no podría observar lo que sucediera dentro si no es que me acercara.

Efectivamente, cuando su rostro se asomó por entre los visillos de la cortina que colgaba en la ventana, alcancé a ver a Mamá que estaba entregándole el trago, completamente ajena a las inducciones de ese cerdo. Ella de pie, su vestido casi al borde de su trasero, mostrando sus sensuales ligas de las medias, y él observándola detenidamente, regodeándose de su obra.

Ajenos a lo que pudiera suceder a su alrededor, creían estar solos, con la seguridad de que nadie los interrumpiría. Lejos estaban de imaginar que alguien los espiaba y que pronto encontraría la forma de que todo eso terminara.

Enseguida recordé que había dejado a mi amigo en mi habitación y que ya me había tardado bastante, las situaciones que sucedían en mi casa me impedían casi tener amistades, pero la necesidad y el nerviosismo que sentía por ver qué era lo que haría ese desgraciado viejo con mi Madre era mayor.

Nervioso y dudativo, subí a mi recamara para decirle que estaría ocupado y que sería mejor que se fuera, pero no estaba en mi habitación. Vi que mi televisor estaba encendido y mi consola estaba pausada, se veían los comandos en el suelo y pensé enseguida que se encontraría en el baño de al lado. Apague el televisor para buscarlo y decirle, pero la puerta del baño estaba abierta y no había señal de que ahí hubiese estado.

Le busqué por todos lados pero no le veía por parte ninguna, hasta que oí unos pasos en la planta de arriba, justo en la recamara de mi Madre. Subí las escaleras en silencio y al torcer al pasillo lo pillé al fondo rebuscando en los cajones de la cómoda. ¿Qué demonios estaba buscando? No pensaría que dinero, pues él era un niño fuertemente educado por la disciplina de su Padre.

Después se dirigió hacia el baño que tenía el mismo dormitorio. Fui hacia allí y entré precipitadamente en el baño abriendo la puerta. Estaba sentado en la taza, con los pantaloncillos en las rodillas masturbándose con unas braguitas blancas de mi Madre. Tenía toda la verga enredada con la prenda. Estaba tan concentrado, que me miró con sus ojos entrecerrados, sin parar el pervertido de jalársela, como si el placer no pudiera dominarlo.

- ¡Ah.. ¡Ah.. ¡Ah..

Me miró por encima del hombro avergonzado.

- ¿Qué demonios haces, Carlitos? ¿Estás loco?

- ¡Uff.. tú Mamá me pone muy caliente, Pedro.. El culazo que se le mira con ese vestido me vuelve loco.. ¡Ohh.. Ohh

Empezó a pasarse las bragas por los güevos sacudiéndosela con la otra mano, mirándome con los ojos entrecerrados, muerto de placer.

- ¡Dame esos calzones, Carlitos.. eres un puto pervertido.

- ¡Déjame, Pedro.. deja que me la jale con las braguitas de tu Madre.. ¡Uhmm… Qué rico huelen… Qué suavecitas y pensar que se le meten por el culo.

Estiraba la tela de las bragas, jugaba con el cordoncito que cubría el culo y se las refregaba por los güevos, jalándosela muy velozmente. Yo permanecía ante él, sujeto al pomo de la puerta, mirando hacia atrás constantemente.

- ¡Para ya Carlitos, maldición.. va a venir mi Mamá.

- ¡Quiero acabar en sus calzones.. me encanta su culo, sus piernas, y como camina.. ¡Ah.. ¡Ah.. ¡Ah..

Se tapó el glande con las bragas y se vino en ellas, las dejó empapadas. Luego las hizo bolas y se levantó para ponerse el pantalón. Tenía la verga completamente empinada hacia arriba.

- Las voy a poner en la ropa sucia..

- ¡Estás loco, Mamá se va enterar.. creerá que fui yo.

- No sabes cómo me calienta Pedro.. no pude evitarlo.

- ¿Carlitos que hiciste?.. ¡Es mi Madre, tonto.

- No pasa nada, Pedrito. Si quieres te paso unas de mi hermana.

Hice un ademán de quitarle las bragas, pero enseguida se las guardó en el bolsillo.

- ¿Me las vas a quitar? ¡No seas gacho Pedrito, no se enterara.- me vociferó enfurecido-. ¡Además la viste con el culo casi al aire y no le dijiste nada.. Dejaste que ese viejo le viera todo el culo. ¡Deja que me lleve los calzones, tiene muchos.

Me empujó para pasar y yo me achiqué tras su cólera amenazante. Me acoquinaba ante un chiquillo de mi misma edad y eso no lo iba a permitir. Fui tras él, enojado por cómo se comportaba. Lo empujé hacía el muro y miró en mis ojos mucha rabia.

- Perdóname Pedrito.. Tu Mamá me puso muy caliente, mira cómo se viste, ¿qué quieres que haga? Pues me hago una paja y ya. No la voy a violar, ni te la voy a quitar, tú lo has dicho, es tu Mamá.

- Pero tú sabes que eso no está bien. Entiendo que te excitaras, pero no lo vuelvas hacer, Carlitos.. es mi Mamá, compréndelo. Además te podría pillar, Carlos, joder..

- Igual cuando me la mire se prende, ¡Ja ja ja..

- ¿Cómo puedes hablar así de ella, Carlitos? Con todo lo que te estima, te conoce desde niño..

Se paró y se giró hacia mí. Me dio unas palmaditas en el hombro.

- Tu Mamá tiene un culo de muerte Pedrito, deberías estar orgulloso. Y no solo yo lo digo, todos los del salón. Ya sé que es tu Mamá, y se lo que sientes, a mí me pasa con mi hermana, pero qué tiene no son para nosotros. Están buenas y encima, se visten como putas. ¿Apoco, no es como para no pajearse?, además seguro que tú también lo has hecho pensando en mi hermana te he visto como la miras, no me jodas. Uno no es de piedra.. No pasa nada, Pedrito.. Vamos a jugar, ¿quieres jugar tu primero?

En cierto modo tenía razón, no le dije que se marchara pero que me esperara porque tenía que hacer otras cosas, las ansias de ver que estaba sucediendo allá afuera en el jardín me tenían más preocupado que este pervertido pajero.

- Sí, sí, está bien.

- No vuelvas a meterte en la recamara de mi Mamá, enseguida vuelvo.

- Ya tengo lo que quería, ¡Ja ja ja..- dijo sonriendo, golpeándose el bolsillo del pantalón.

- Me debes unos de Yuli pues, ¡Ja ja ja..

Tomé todos mis instrumentos de vigilancia y bajé hacía la ventana de la cocina nuevamente ya que era bastante arriesgado salir sin que el pervertido me observara acercarme a la habitación que le habían arreglado. De ventana a ventana solo lograba mirar siluetas, pensaba lo peor, las ansias me mataban así como el temor de que mi Mamita estuviera encerrada e inducida por ese pervertido.


- .. sentirte así de relajada como estás, sintiéndote ahora cada vez más y más tranquila. Tú misma notas como se te calman esas ansias Mónica, como tu mente te pide que te relajes. Recárgate en el respaldo así te sentirás mejor.

La guió con un pequeño empujón hasta que se tumbó en el respaldo y sentándose a su lado la siguió acariciando.

- ¿Por qué deseo tanto hacer estás sesiones?- dijo mientras iba cayendo dormida, en un tono de duda que me confirmaba que ella aún podía negarse.

- Porque te hacen mucho bien, pequeña.. te quitan esas ansias, esos pensamientos.. pero gracias a mí lo olvidaras todo y te sientes feliz, tan contenta, a gusto contigo misma. Por eso te encantan las relajaciones, no por nada más, porque te hacen mucho bien Mónica.- le repetía el viejo muy cerca de su rostro, observándola, regocijándose de su obra.- Sigue relajándote más y más, ¡Je je je.. sintiéndote mejor, siente como empiezan a pesar tus ojos y tu cuerpo, como tu mente se vuelve lenta y cuesta pensar, cada vez cuesta pensar más y más.

- M-me cuesta pensar cada vez mas.- decía medio en sueños.

- Así es mi muñeca.. te cuesta pensar y eso hace que te sientas tan bien. Relajada, dormida y tranquila, es lo que quiero para ti pequeña.- le rosaba con los dedos la barbilla.- Que te sientas bien, que hagas todo lo que yo te diga.. todo.

- Solo quiere que me encuentre mejor.

- Muy bien pequeña, por eso estoy aquí contigo para que estés bien.- dijo introduciendo su mano por debajo buscando los muslos.- Y sé que esto hace que te sientas mejor, que te acaricie así tus piernas con mi mano, suavemente, buscando tu felicidad mientras tu mente cae en un profundo sueño. Cuanto más te acaricio más te acercas a ese sueño que tanto deseas.

- Más me acerco a ese sueño que tanto.. deseo.- respondió casi totalmente dormida.

- Sigue así pequeña, durmiendo más y más. Te encuentras cada vez más entregada a la relajación.. cada vez que digo la palabra relajación tu cuerpo siente deseos por hacer una nueva sesión. Cada vez tienes más ganas por hacer sesiones, más intensas, más profundas.

- Más intensas, más profundas.

- Cuando escuches de mí la palabra muñeca caerás en un profundo trance hipnótico, Mónica.

- Caeré en un profundo trance hipnótico.

Suavemente, y acercándose a su oído le susurró la palabra que le había inducido, y ella cerró los ojos al momento, cayendo totalmente dormida. A pesar de que en ocasiones intentaba ser ella y no dejarse, pero cada vez era más fácil hipnotizarla. El desgraciado renco poco a poco la iba trasformando, Mamá ya en su subconsciente se vestía para él, como él quería, toda esa ropa ajustada que debía llevar era para él.

- Mónica estás profundamente hipnotizada, profundamente dormida y entregada.

- Estoy profundamente dormida y entregada.

- Sigue relajándote cada vez más, cayendo al más profundo de los sueños, evadiéndote de todo y dejándote llevar.. por mí.

- Dejándome llevar por ti.

- ¿Por qué andas vestida de este modo pequeña?

- Me hace bien vestirme sensual.

- ¿Por qué?

- Porque usted me lo ha dicho, así me sentiré aún mejor.

- ¿Pero a ti te gusta sentirte así, verdad?

- No quiero reconocerlo, pero.. no es muy común en mí.

- ¿Crees que te manipulo con estas sesiones, pequeña?

- Mi hijo sospecha que en lugar de relajarme me hipnotiza y me cambia mi forma de pensar.

Me sorprendió esa respuesta, tenía claro que a pesar de estar inducida Mamá lograba captar algo de lo que yo le insistía. Eso le preocupaba al rengo, quizás las sesiones debían ser más seguidas, sin varios días de por medio para que no tuviera tiempo de analizar.

- Sigue relajándote pequeña, cuanto más te toco más te relajas y más profundo caes.. te encanta que cada vez te entregues más a las sesiones y cada vez es más fácil hacerlo.

- Me encanta entregarme cada vez más.

- ¿Por qué te has vestido como una puta, y no te ha dado vergüenza frente a tu hijo?

- Porque esto me hace sentirme muy bien.

- Sigue relajándote, mas dormida pequeña.. cada palabra mía te relaja más, cada sonido que pronuncio de mi boca entra en tu cabeza convirtiéndose en una orden para ti, caes más hipnotizada.

- Mas hipnotizada.

- ¿Estas caliente?..

- Sí.

- ¿Cuánta ropa sensual has comprado?

- Algunos vestidos y lencería.

- Muy bien pequeña, cada vez que te las pones te sientes bien.. te sientes exquisita, a gusto. Esa ropa de fulana no te molesta, no te avergüenza, te da una sensación de bienestar única que hace que no quieras quitártelos, que desees mostrarte con ellos. ¿Verdad?

- Sí, me siento muy sensual con ellos.

- Me encanta zorrita que seas tan obediente.. cada vez te sentirás mejor ir vestida de ese modo, se convertirán poco a poco en tu único atuendo. Ahora escúchame atentamente.

- Sí.

- A partir de hoy Mónica, al igual que hiciste con el atuendo de colegial, lo usarás todos los día, a todas horas. Se convertirá en una obsesión para ti, el mostrarte como una puta, sin tapujos delante de todos, de tu hijo, la imagen será imprescindible para ti. Repítelo para mí.

- A-a partir de hoy mi imagen será una obsesión para mí.

- A partir de hoy Mónica, no solo vestirás así para mí, vestirás así siempre, para todo el mundo, desde que te levantas hasta que te acuestes cuidaras tu aspecto totalmente, tu pelo, tus uñas, tus ojos, todo. Te encantara sentirte mirada, deseada, eso te relajara y te hará sentirte bien, aunque solo te sentirás totalmente plena si soy yo quien te observa. Repítelo.

- Vestiré siempre sensual y deseare que me miren, aunque solo me sentiré plena si es usted quien lo hace.- dijo mientras comenzaba a salir de su trance.

Viejo desgraciado, estaba cambiando totalmente su imagen y por eso su parte consciente hacia que tratara de despertar para evitarlo. Deseaba tanto que se largara, pero también quería que la ayudara con su trauma. Supuse que mientras Dr Cuenca no regresara este desgraciado seguiría pervirtiéndola, pues todo su mundo ahora eran esas malditas terapias, pero lo que ahora le pedía la traería más problemas y tendría que dar muchas explicaciones a todo el mundo.

No sabía que iba a pasar, además Mamá en ocasiones trataba de revelarse, pero el viejo conseguía que volviese a relajarse casi por completo.

- Vuelve a relajarte zorrita.. yo solo quiero lo mejor para ti, que te encuentres bien, que olvides tus problemas y tus obligaciones. Vuelve a relajarte más profundo, siente la hipnosis de nuevo en tu mente, siéntete sensual, mas entregada. Esa sensación te encanta cada vez más zorrita, siente mi mano en tus piernas, siente mi voz que no puedes resistirla.- su respiración volvió de nuevo a un nivel máximo de relajación.- Nota mi mano entre tus piernas, como te excita, te encanta que te acaricie y lo deseas.

- Me encanta y me excita.

- He visto que tienes las bragas limpias, no con la leche de tu macho.

- Noo.

- ¿Qué debes hacer con tus bragas, pequeña?

- Debo.. debo llevar la esencia de mi macho.. me sentiré muy excitada y no dejare de sentir esa excitación hasta que no las lleve.

- Así es pequeña.

Con la mano con la que acariciaba sus muslos empezó a dirigirla a su pantalón, para liberar su bulto que parecía ya explotarle en los pantalones.

- Sigue profundamente dormida pequeña, cansada, hipnotizada, entregada.

- Cansada, hipnotizada, entregada.

- Te encanta que te acaricie, te relaja tanto que deseas que no parara nunca.. el contacto de mi mano entre tus piernas te relaja, el contacto en tu cosita te hace sentirte bien, cada vez más te excitas y más te mojas.

Mientras le hablaba masajeaba sus muslos dentro de la falda hasta perderla entre las medias, mientras con la otra se acariciaba la verga.

- Todo lo hago para que te relajes y te sientas bien zorrita, todo es por tu bien..

- Todo es por mi bien.- respondía ya en susurro.

- Mhm.. y este vestidito te queda tan bien. Claro que a ti que te gusta sentirte una puta..

Las palabras de mi Madre no las distinguía. Se le oía respirar entre cortada.

- Estos escotes son para llenarlos así de bien..

- Me gusta vestirme así.- oí otra vez a Mamá.

Sabía que el viejo ya la estaba manoseando, por lo que desesperado, entreabrí la puerta de la cocina y con sigilo me acerque a esa habitación cruzando todo el jardín hasta una ventana. Les vi sentados en el sofá. A ella la veía justo de perfil, en la mitad del sofá y a él olfateando su cuello y el rostro mientras ella dormía. Ahora podía oírles bien.. A él le vi alargar su mano y llevarla hasta la parte el canto de la falda de Mamá para descubrirle las ligas de las medias:

- Uff, ¿ves? Solo las fulanas usan las medias al borde.- decía comenzando a pasar la palma de su mano por el muslo de Mamá.- Te ves preciosa, putita. ¿Lo ves? ¿Y qué me dices de tus bragas? De primera calidad. Da gusto tocarlas verdad.- dijo tomando con su mano la mano de Mamá llevándola hasta la pelvis de ella y comenzando a recorrerla en toda su magnitud.- ¿A que ya están mojaditas zorra?- le preguntó.

- S-sí.- respondió ella.

- Lo ves, sentirte y vestirte como una callejera te hace tan bien.- le decía el muy cabrón casi susurrándola al oído mientras obligaba con su mano a que la de mi Madre continuara recorriendo sus pechos para admirar el tacto de su ropa.

- ¿Dime que te parece estar vestida así?..- dijo al tiempo que giraba un poco la cabeza y advertía una presencia.

- .. se siente tan bien.- decía mi Madre.

- Verdad que sí..- le decía él.

Bajo la tela del vestido no era difícil constatar cómo se marcaban ya los pezones de Mamá, y él también se daba cuenta sin duda de que la situación era excitante para ella, por como actuó a continuación:

- Usarás vestiditos cortos y calzoncitos diminutos siempre.. cuando andes por la calle, cuando hagas de comer, cuando lleves a tu hijo a la escuela.- la instruía de nuevo pero esta vez sonriendo al sentir que los miraban.- Porque esto es lo que eres.- le repetía a mi Madre mientras tomaba con su mano libre la de ella para comenzar a dirigirla lentamente hacia su bulto.- ¿Lo harás?- insistía de nuevo sin dejar de sonreír hasta situarla suavemente sobre su bragueta.

Yo alucinaba. Debía de tener los ojos a punto de salírseme de las órbitas al ver aquello. Mi Madre parecía dormida al mismo tiempo consiente de lo que estaba sintiendo o tal vez por lo que estaba palpando, y vi como intentaba apartar su mano. Él, lejos de permitirlo, comenzó acompasadamente a guiarla de arriba a abajo sobre su pantalón y a susurrar al oído a mi Madre desde la oreja:

- Yo estaré aquí contigo siempre, ¿no crees que es lo mejor para ti?

Pude oír como le decía ese pervertido al tiempo que se giraba levemente y veía de reojo la ventana consiente de que alguien los espiaba. Lejos de amedrentarse, sonrió, e incrementó el ritmo con el que guiaba la mano de mi Madre. Continuó susurrándola suavemente al oído.

- Vamos pequeña, admítelo.. seremos como una familia, esto es lo que deseas..- le oía repetir mientras comenzaba levemente a bajarse el cierre del pantalón.

Yo estaba ahí, atónito, sin dar crédito a lo que veía, mientras observaba como ese viejo pervertido se abría en totalidad la cremallera, agarraba la mano de Mamá para que se lo palpara. Sin duda, si no actuaba rápido no habría vuelta atrás. Estaba ahí en la ventana a su costado, dudando si parar todo eso o esperar a que regresara el Dr Cuenca y decirle todo lo que estaba haciendo su cochino empleado.

- ¿Por qué no te has puesto el traje de colegiala, pequeña?

- .. estaba sucio.

- Eres una putita.. y las zorritas calientan a los hombres. Mira lo dura que me la pones.- le dijo indicándole con los roses la erección bajo la tela.

Mamá se detuvo ante la hinchazón.

- Caliento a los hombres..

- Y te gusta hacerlo, por eso te vistes así.. porque lo deseas.

- Lo deseo.

- Deja que me masturbe mirándote..- le increpó el pervertido sintiendo que alguien les miraba.

Se metió la mano dentro de los calzoncillos para manosearse. Podía ver los pelillos escapando por el hueco de la cremallera y parte de un güevo asomando por el lateral.

- Deja que me la jale observando a mi putita.. estoy que reviento.

Ella no le miraba, seguía con los ojos cerrados.

- Don Paulino..

- Ponte de pie y date la vuelta.. deja que te mire así como puta.

- ..está bien.- y como si no hubiese estado dormida, abrió los ojos y con las mejillas como tomates se puso frente a él.

- Date la vuelta, putita..


Mamá se giró hacia el otro lado, quedando alcanzo un metro de distancia de donde el viejo se encontraba, con el torso ligeramente elevado a su acostumbrada postura, dándole la espalda y ofreciéndole sus más apetecibles encantos traseros. Yo estaba casi sudando, mi mirada estaba perdida en lo que ese hijo de puta estaba haciéndole a mi Mamy con su poder mental.

Vi al pervertido tal y como lo conocí, abrirse el pantalón, bajarse la delantera de la trusa para empezar a cascársela con los ojos puestos en las nalgas de mi Madre y como ese fino cordón de las braguitas se perdía entre ellas.

- Empínate poquito.

Ella obedecía, se curvó hacia delante, con las rodillas un poco flexionadas y juntó las piernas, erguida. El viejo se sentó al filó del sofá como buen espectador. Se abrió el pantalón y se bajó la delantera de la trusa de nuevo descubriendo su verga erecta y sus güevos pequeños y duros. Enseguida la rodeó con su manaza para empezar a machacársela, a la altura de su ombligo.

- Súbete la faldita, deja que te vea tus bragas de puta.

Mamá acató la orden, elevó un poco el culo ante su postura y se subió la falda hasta la cintura. Después volvió a flexionarse y a juntar las piernas, manteniéndose erguida, viendo cómo se la meneaba concentrado en sus glúteos, mirando de vez en cuando de reojo hacia la casa. El pervertido la observaba electrizado, jalándose la verga ante esos imponentes glúteos. Observaba el encaje de las medias hasta medio muslo y las transparencias de sus braguitas negras. Se le apreciaba el chocho, una manchita de humedad por todo lo que había acontecido.

El renco se daba soltando jadeos con la boca abierta. Gotitas de sudor se repartían por su rostro. Mamá a veces giraba la cabeza hacia el pervertido. Se la sacudía a escasos centímetros de ella. Podía oír los tirones que se daba desde afuera. Mamá podía percibir su aliento sobre sus glúteos.

- ¡Mírame, putita...- jadeaba machacándosela. Mamá giró la cabeza para mirarle por encima del hombro, una mirada sumisa-. Métete las bragas por el chocho.

Y ella acató la orden, echó las manos hacia los cordones delanteros de sus bragas y se tiró de ellas metiéndoselas en la raja de su entrepierna a modo de cameltoe, descubriendo sus labios rosados y los minúsculos bellos dorados.

- ¡Uhmm.. Qué rico se te ve así.. todo metidito puta. Muévelo, muévelo para tu macho..- Mamá comenzó a contraer las nalgas y a echar el trasero hacia atrás para menearlo.- ¡Así.. así.

El pervertido se daba aceleradamente, bufando como un animal en celo. Podía ver los minúsculos pelillos dorados escapando por los lados de la tela de la braga. Veía al hijo de la chingada acercarse para olfatearle la raja, casi rozando el trasero de su Madre.

- ¡Ahhh.. ¡Ohhh..

- Me gusta que me vean así, Don Paulino.

- ¿Qué te vean cómo?, ¡Ooh..

- Como una ramera.

- ¡Uhmm, ¿y ya sabes cómo llevan las bragas las rameras, verdad?

- C-con la leche de sus machos, por favor..

- Quiero verte las bragas siempre así.. metidas en el chocho y con mi leche impregnadas.- apremió volviéndole a susurrar de manera jadeante.

- Lo que usted desee Don Paulino.. me hace sentirme tan bien.

- Mírame.. mírame..- volvía a mirarle a él por encima del hombro.- ¡Eres una pirujita muy buena.. cómo me gusta verte trasformada en una callejera. Lo deseaba desde el primer día, desde el mismo momento en que te vi, preciosa.- decía el pervertido apretando su mano contra el capullo.

- No puedo, es una locura..- susurró mi Madre.- He de salir de aquí.

- ¡Pshhhhhh..- susurró el muy cabrón.- No tienes de qué preocuparte, putilla.

- Don Paulino.. mi hijo, no puedo. Usted..

- ¡Psssssshhhh.. Tu hijo no dirá nada.. no te tienes que preocupar de él. Tú tranquila y disfruta. Todo es por tu bien..- le volvía a susurrar.

- Se lo agradezco, Don Paulino.

Apestaba a sudor como un cerdo. Su enorme barriga subía y bajaba con la fatigosa respiración. Sorprendentemente, le ofreció su copa. Yo asistía al grotesco acoso con los ojos a punto de salirse de mis órbitas. ¡Hijo de su lisiada madre. Ayer casi la violan entre todos en el metro y él tan solo observándola, se la había llevado un total desconocido y este ni siquiera lo había impedido.

- ¿Quieres un trago?

- No bebo, Don Paulino.

- Conmigo beberás, dale un trago..

- Bueno..- tomó la copa con el licor de mi Padre, le dio un pequeño sorbo y volvió a entregársela.- Gracias, Don Paulino.

El lisiado extendió el brazo derecho y la sujetó por la nuca.

- Ayer tuviste una simple pesadilla.- ella sonrió temblorosamente. Mantenía las piernas juntas, aunque con la base muy cerca de sus bragas y con las ligas a la vista.- Tú no te preocupes, yo te voy a curar.

- Sí.

- Vas a ser buena chica, ¿verdad?

- Sí.

- Estoy muy excitado.- dijo separando sus robustas piernas y pasándose la mano que sostenía la copa por encima de la barriga.- Eres demasiado guapa.- soltó la copa para bajarse la bragueta y desabrocharse el pantalón.- Seguro que sabes cómo desahogarme.

- Señor..

- Nada.. anda, sé buena conmigo muñeca. Sé buena conmigo.- repitió mientras ponía sus manos sobre los hombros de Mamá y comenzaba a empujarla hacia abajo.- Pruébala solo un poco, sólo un poco pequeña.. Si está así es por ti, sólo por ti.

En ese momento vi como ese hijo de puta se dejaba caer sobre el sillón y como mi Madre ya en cuclillas, comenzaba a deslizar sus pantalones hasta las rodillas. Observaba como contemplaba las gordas y blanquecinas piernas de ese lisiado, como iba acercando hipnotizada su rostro hasta los cochinos y amarillentos calzoncillos de aquel pervertido y como con su boca comenzaba a aprisionar aquel miembro por encima de la percudida tela que pugnaba por cubrirlo.  Levantó el culo del cojín y se bajó el pantalón, arrastrando la prenda hasta las rodillas, dejando al descubierto su membruda verga y sus güevos gordos apretujados en los calzoncillos. Tenía la zona sudada y los pelos de los güevos pegados a la piel por la humedad.

La hermosa viuda quien lo acompañaba hincada en el suelo admirándolo se daba cuenta que desde que lo conoció el asqueroso andaba trayendo puestos los mismos calzoncillos, unos percudidos y ya casi rotos bóxer de color beige o si al principio serían blancos, en donde resaltaba una llamativa mancha amarillenta por la delantera. Pero en su estado no le importaba nada, como así mismo no le importaba que el asqueroso ni siquiera se hubiera bañado quizás desde que lo había hecho ella misma en su propia habitación un par de noches atrás.

El viejo siempre vestía del mismo modo, con su típico atuendo, este consistía en la misma camisa blanca visiblemente desteñida, sus viejos pantalones de mezclilla y con sus ya conocidos botines todos desgastados.

- Anda pequeña, sigue.- le decía entre susurros.- Saca esa leche que te está esperando..

Fue oír eso y ver como mi Madre comenzaba a deslizar aquel bóxer hacia abajo lentamente y liberaba la verga de dimensiones respetables que se ocultaba tras ellos. Salió como un resorte. Mi Madre echó como un paso para atrás para poder contemplarla mejor. Debía hacerlo hipnotizada, ya que no mediaba palabra. Aquel renco maldito la miraba desde arriba con cara de sátiro clavando su mirada en la de ella y mostrando orgulloso su palpitante miembro.


La escena era dantesca. Ver a mi Madre ahí arrodillada ante un viejo horrible casi de la edad de mi abuelo, con los calzoncillos por las rodillas mostrando orgulloso su prominente barriga y su erguido miembro ante ella, me volvía loco. Mamá estaba como perdida, sin poder apartar su mirada del miembro que tenía delante y a él se le veía disfrutar de la situación, sintiéndose como victorioso al ver que ya tenía a mi Madre justo como él ansiaba.

La entrega de mi Madre era total y el que él se adueñara de todo su ser parecía sólo cuestión de tiempo.

- Mira lo que has hecho, pequeña piruja.- le dijo con descaro.- ¿Te parece bien calentarme de este modo? Tócamela.

Observé desde la ventana cómo mi Madre acercaba la mano tímidamente, como le rodeaba la verga con su manita blanca por la parte central. Era gruesa que no llegaba abarcar con sus deditos toda la magnitud del tronco. El viejo despidió un jadeo ante el sutil contacto dejándose caer hacia el respaldo, en busca de una postura más cómoda. Mamá miraba fijamente aquel desagradable pene erecto.

Primero se lo acarició deslizando la palma suavemente por el tallo hasta aplastarle los güevos con el canto de la mano, sintiendo la blandura.. después se la empezó a pelar muy despacio, provocando el cabeceo del renco.

Hileras de sudor ya resbalaban por su barriga que parecían auténticos riachuelos. El lisiado resoplaba ante las delicadas agitaciones. Le meneaban la cosa con delicadeza. Parecía de goma dura, con venas verdosas que recorrían el tronco como enredaderas, muy hinchadas. El muy cerdo respiraba por la boca con los ojos entre cerrados. Yo como autentico pelele contemplaba nuevamente a mi Madre sin atreverme a intervenir. Vi que le daba unos tirones al escote y la dejaba con los pechos por fuera, esos pechos grandiosos y redondos con pezones pequeños y empitonados en medio de unas rosadas aureolas.

- Vamos, pruébala puta.- le susurró despacio.- Si lo estás deseando en el fondo de tu cabeza, pruébala.- dijo al tiempo que ella comenzaba a bajar la cabeza sobre su engrasada barriga.- Eso es pequeña, eso es.. lo estabas deseando.- dijo el viejo izando su cabeza y llevándola para atrás con los ojos cerrados hasta apoyarla sobre el respaldo como si mirara al cielo.- Eso es puta, eso es.. sigue, sigue ¡Ooh..

Mientras yo veía a mi Madre de espaldas iniciar una lenta y profunda mamada sobre el asqueroso miembro de ese pervertido.

- ¡Eso es.. así, asiii.. Disfrútala bien, pequeña, que es toda tuya.. ¡Ooh..

Continuaba al tiempo que abría los ojos de repente y volteaba repentinamente su cabeza hacía la ventana. ¡Su mirada se encontraba directamente con la mía. No tuve tiempo para reaccionar. Sus ojos estaban clavados en los míos cuando vi como una sonrisa maliciosa aparecía en su rostro. ¡El muy cabrón, en lugar de cortar la grotesca situación, pareció excitarle aún más si cabe. Sin apartar su mirada de la mía, pude oír como comenzaba a susurrar:

- ¡Ooh.. Increíble. Como la chupas.. madre míaaaaa.. ¡Aaah.. Cómo la mamaaassss.. ¡Buffff..

Diría que lejos de desdibujarse la sonrisa de su cara esta se incrementaba por momentos. Y me dio la impresión de que las palabras que continuó diciendo me las lanzaba a mí y no a Mamá:

- ¡Oh, así pequeña zorra.. Tú sí que sabes mamar. ¡Eres toda una experta. ¡Así, así, así, hasta el fondo, ¡Oooohh.. Me parece que lo has practicado mucho puta.- decía sonriéndome y mirándome fijamente.- ¡Ooh, que lengua tienes, que boca tienes piruja.. naciste para hacer esto. Disfrútala bien, disfrútala toda. Dime si te gusta zorra, dímelo. ¿Te gusta?- le preguntaba sonriéndome.- ¿Te gusta mamarle la verga a este viejo? Dímelo, que quiero oírlo.

No podía creer lo que oía:

- ..shí, me.. gush ta.. me complage mucho.- decía Mama al tiempo que el viejo me dedicaba una nueva y maquiavélica sonrisa.

- Estaba seguro de ello putita.- contestaba el maldito.- ¿Tenías ganas verdad zorra? Dime, dime..

- Síi.. este día amanecía con tantas ganas, con sus terapias.. con sus miradas ..

- ¿Si?- dijo él.- Pues de haberlo sabido ya me hubiese venido aquí desde hace tiempo.. pero aún estamos a tiempo, ¿no?- dijo mirándome de nuevo y guiñándome el ojo.

- Usted me hace sentirme tan bien.. me ayuda mucho Don Paulino.

- No pasa nada pequeña.. tranquila que Paulino está aquí. Ahora que, ¿no pensarás dejarme así? No te iras a casita toda mojadita, ¿verdad? Qué pensará tu hijo si te ve con los muslos todos chorreando.

- ..noo.

- Es verdad, tu hijo no tiene la culpa de lo que llevas por dentro.

Mamá comenzó a subir, a lamerle las tetillas rodeadas de pelillos largos al mismo tiempo que le machacaba la verga a un ritmo acariciante. Le lamía el pecho y la densidad del vello con la lengua fuera, a veces mordisqueándole los pezones, probando el amargor del sudor, esmerándose en complacerlo, en dejarle satisfecho.

- ¡Siii.. eso pensé, te gusta este viejo.

Le lamía las tetillas como si fuera una perra lamiendo un hueso. El desgraciado alcanzaba su trago sin apartar la mirada de la masturbación. Con toda la lengua fuera, Mamá iba recorriendo su barriga sudorosa, pasando por encima del ombligo, absorbiendo las hileras de sudor, empapándose los labios, hasta que poco a poco fue curvándose para seguir con la mamada.

- Eres un auténtico vicio, te encanta la verga.. si todos te vieran, ¡Je je..

Las tetas se aplastaron contra el robusto muslo de la pierna, y sujetando la verga para mantenerla en vertical comenzó a comérsela metiéndosela entera en la boca, hasta rozar los güevos con los labios, hasta notar el roce del glande en la garganta, para luego subir y lengüetear sobre la punta. Las mandíbulas se extendían al máximo por la anchura. Yo podía ver cómo se estiraban los músculos de sus mejillas al comérsela, con sus pechos a punto de reventar por la presión contra el muslo. Vi que también le acariciaba los güevos mientras le chupaba, se los sobaba con la palma de su manita izquierda de forma suave, achuchándolos ligeramente.

- Ya estoy aquí puta.. para saciar ese ardor que sientes en la panocha.

Sin duda esta sería la primera de tantas que vería si ese pervertido se quedaba en la casa, pero que podía hacer si la tenía dominada. De ahí su entrega, su baboseo sobre aquella verga. Todavía el cerdo le tiró del vestido hacia arriba y le asestó un par de nalgadas en el culo, unas palmadas que le enrojecieron una de las nalgas, pero ella continuó mamando.

- ¡Qué buena eres, piruja. Naciste para esto, ¡Ooh..

De las nalgadas pasó a acariciarle la raja por encima de las bragas. Ella no paraba de subir y bajar la cabeza empapando toda la verga de saliva, estrujándole delicadamente los güevos sudados.

Electrizado, el rengo le dio un sorbo a su trago y tomó un cigarrillo del cenicero. Se lo encendió y le dio unas caladas mientras ella le mamaba la verga. Yo lograba distinguir la nalga enrojecida de las nalgadas que le había dado en el culo. La había dominado de tal manera, que el muy hijo de perra la estaba convirtiendo en su puta particular.


Le estuvo mamando la verga mientras él fumaba y bebía, relajado contra el respaldo, a veces pasándole la mano por el culo desnudo. La barriga comenzó a sufrir espasmos por la acelerada respiración y los hondos jadeos que despedía. El sudor le cocía por toda la cienes. También los muslos de las piernas le sudaban y tenía los güevos chiclosos del calor de la mano.

- ¡Ven acá, puta..

La hizo levantarse y ponerse de espaldas frente a él, situándola así de espaldas entre sus gruesas piernas. Tenía los labios baboseados y un hilo de babas le colgaba de la barbilla. Él se pegó tras ella, volteando hacía mí, y dándole besos en el cuello comenzó a meter sus manos por dentro de la falda. En apenas unos segundos ya la tenía sentada sobre su barriga y comenzando a deslizar el canto del vestido hasta la cintura, hasta llegar a ver en su totalidad las ligas de sus medias.

Comenzó a masajear con sus manos las firmes caderas de Mamá. Las acariciaba con devoción y acercaba sus labios hasta sus orejas dedicándole pequeños y continuados besos. De pronto, metió las manos entre su barriga y las caderas de Mamá para sujetar los cordones de las bragas, y girándose hacia mí, dijo en voz baja sonriendo:

- Quitemos esto que te estorba, muñeca.- al tiempo que agarraba de la cintura las braguitas negras de Mamá y comenzaba a deslizarlas lenta y suavemente hacia abajo.

Sonriéndome al voltear a la ventana, cogió uno de los pies de Mamá y levantándolo un poco pasó por él su prenda íntima con la clara intención de despojarla de ella por completo. Acto seguido hizo lo mismo con el otro pie y vi como lentamente pasaba por su tacón la braguita de Mamá dejándola de este modo totalmente expuesta y sentada encima a él.

- Eres mía pequeña.- le decía masajeando sus nalgas y dirigiendo ya sus dedos hasta la parte más íntima de Mama.- ¡Pero si estás empapadísima.. ¿no le da pena Señora andar así frente a su hijo y su amiguito. Eso no está bien.. no se apure yo sé cómo remediarlo, ¡Je je je..

Y sin más preámbulos, se abrió paso entre su barriga y las nalgas para rebuscar su cosa e intentar ensartársela. Desde donde estaba podía cerciorarme de lo mojado que estaba el chocho de mi Madre. Se quedó un buen rato escarbando, explorando aquellos rincones, sus prominentes y mojados labios, su vagina enrojecida por la excitación. Tanto estaba tan deseosa que ella parecía impacientarse.

- ¡Ufff.. ¡Señora mía.. ¡Este todo inundado por aquí

Y añadió:

- Su Esposo debió de haberla dejado con ganas.- Yo con los nervios y la desesperación de la situación no podía quitar la mirada de aquellos ojos endiablados, parecía como si el hipnotizado fuese yo. - ¡Mueve las nalgas..- le susurró, lo que ella empezó a mover las caderas encima de su barriga, le masturbaba a un ritmo pausado y meneaba el trasero para que sus nalgas blandas se tallaran sobre su cosa.

El asqueroso tenía todo el cuerpo mojado por el sudor, incluso Mamá se resbalaba de la barriga al menearse.

- No pares de moverte..

Les tenía de perfil. Veía cómo los güevos se le levantaban cuando ella tiraba las nalgas hacia arriba. Veía el continuo vaivén de aquellas blancas caderas adornadas por las tiras del liguero. Veía los ojos de mi Madre entornados. Veía cómo el sudor relucía en aquel cuerpo seboso. ¿Qué podía hacer yo?, con la depresión de mi Madre más las ideas implantadas en su cabeza, y mi poca edad carecía de agallas para detener a ese hijo de puta. No tenía valor. El asqueroso le pasó el brazo por el cuello y la empujó hacia él, pegándole la cara a sus sudorosos y fofos mofletes.

- ¡Pedritoo..

Una voz resonó detrás de mí que me dejó paralizado.

- ¿Qué haces viendo por la ventana?

Joder, era Carlitos que por mi demora había decidido a venir a buscarme. Enseguida traté de quitar de aparentar calma e intentar alejarnos de este lugar antes de que mi amiguito se enterara de lo que estaba siendo testigo.

- ¡Hey escuincles.. que no ven que estoy tratando a la Señora.- salió el viejo todo sudado y fajándose la camisa.

- Yo acabo de llegar.. Pedrito era el qué..- enseguida me culpó.

Yo no hallaba que decir ni que hacer, estaba atarantado.

- ¡Me vale una reverenda chingada.. la Señora está en trance y despertarla así sería muy peligroso.

- ¿En trance?- preguntó mi amigo entusiasmado.

- ¡Vayan pa dentro y no anden por aquí escuincles.. No tengan pendiente, la Señora está.. en tratamiento.- me dijo sonriéndome de forma extraña.

Estaba seguro que el muy pervertido estaba al tanto de la situación y sin duda pretendía jugar conmigo esta situación nueva que tanto le había gustado. Entramos para dentro de la casa y yo con los nervios de no saber qué hacer, por un lado mi amigo se moría de las ganas de ver a mi Madre en trance, pero por otro yo tenía miedo de que se fuera a enterar de lo que realmente sucedía con sus dichas terapias, eso sumado a que el pervertido me había pillado observándoles y que además le había provocado un extraño morbo de saberlo.. ¡Todo me había salido mal.

- ¡Joder Pedro.. ese viejo me da mal presentimiento ¿Qué clase de terapias le da a tu Mamá?

- S-son terapias de relajación.

- Pues las terapias las necesita él también, ¿viste como salió todo acalorado?

Yo aún, cerciorándome por la ventana de la cocina intentaba saber qué era lo que estaba pasando, intentaba escuchar como a la misma ves a mi amigo, comprobar por mí mismo si ese pervertido ya se la estaba ahí follando. Las ansias me mataban, como las ganas de que Carlitos se fuera de una vez y me dejara analizar todo lo que estaba sucediendo. Confiaba en que el viejo viendo lo peligroso de la situación no intentara algo más con ella.

- Pedrito andas muy extraño.. solo te buscaba para decirte que ya me iba,- yo le escuchaba de lejos.- ¡Pedrooo..

- ¿Que, qué?..

- Me voy.. ya es media tarde y mi Mamá seguramente me andará buscando.

- Sí, sí..

- Carai Pedrito, que raro andas..

- Es la enfermedad de Mamá.. me tiene muy preocupado.

Pero lo que en realidad me pasaba eran estos malditos nervios que me impedían concentrarme, ya que sentía que el viejo estaba allí, aprovechándose de ella. Hasta parecía escuchar desde lejos como ella gemía, pero simplemente era mi cabeza.

No tardé ni 10 minutos en despedir a mi amigo en la puerta de la casa cuando la figura de Mamá me dejó helado.

- ¡Pedrito.. ¿me quieres explicar porque tuviste que ir a interrumpir al Sr Paulino?

Decir que mi Madre estaba hecha una furia es quedarse corto, y decir que yo estaba aterrorizado es un mero eufemismo. Yo no recordaba haberle visto así nunca y lo peor de todo era que, al parecer, el viejo se lo había contado. Por si aquello no fuese bastante, el rengo con una simulada sonrisa estaba presente detrás de ella para enterarse de todo.

Lo peor de todo era su estúpida sonrisa burlona. No sé qué planeaba el pervertido con denunciarme, si ya se había enterado de que lo había descubierto en sus terapias de mentira; o peor aún, que la usara para sus pervertidas fantasías; o como finalmente resultó ser, más inteligente de lo que creía. Menos mal que no abrí la boca durante los primeros minutos. Porque si no, hubiera metido la pata a base de bien y la hubiese regado.

No hablé durante aquellos minutos en que era reprendido, básicamente porque mi Madre no me dejó. Durante ese tiempo, ella me sermoneó y ninguneó a partes iguales. Que porque no le hacía caso, que si no era capaz de cumplir una orden, que si era un niño rebelde orgulloso que no hacía caso a sus órdenes, que si me estaba convirtiendo como aquellos rebeldes con sus padres.. qué se yo lo que salió por su boca todo ese tiempo. El caso es que conforme pasaban los minutos de su interminable represalia; en vez de asustarme más y agacharme, me enfurecí aún más con ese viejo lisiado.

Yo sí que me sentía traicionado, tanto por mi Madre que ahora simplemente estaba viva para sus tontas terapias como por el inmundo viejo que la tenía engatusada, y este era el principal de los males. Ya saben las cosas que le obligaba a hacer bajo la hipnosis. Por no ir mucho más lejos, no hace un par de horas se había estado masturbando con los dedos en pleno salón casi frente a mis narices. Y todo porque ese cabrón le había inculcado en el cerebro andar siempre caliente cuando le hablara.

El muy cerdo se aprovechaba de ella, le había inculcado que venirse a vivir a la casa era mejor para sus terapias, la había llevado al metro de la ciudad en plena media noche vestida casi de prostituta para que todos la manosearan mientras él se pajeaba como pervertido, si las cosas no fueron peores fue por ese desconocido que al final terminó enculandola en los horribles baños de la estación. Y por si fuera poco, ya le estaba agarrando gusto a todas las cosas de mi Padre, pues llevaba en la muñeca de la mano uno de los relojes de su colección.

De repente, toda la rabia contenida por todo esto, se unió a la inmensa frustración que sentía cada vez que Mamá perdía la cabeza por viejos como este. Ella nunca me escuchaba, se limitaba a ordenarme lo que tenía que hacer sin tener en cuenta ni mis necesidades, y ni mucho menos lo que yo sentía. Así pues, cuando mi Madre paró de hablar y me ordenó que explicara el porqué de mi extraña conducta; estallé.

Estallé de un modo que ni yo puedo explicar. De repente, me vi chillándole a mi Madre, con toda mi rabia y una furia totalmente impropia de mí ser. Jamás le había alzado la voz a mis Padres y ahora.. bueno, ahora estaba soltándolo todo de golpe. Mi reacción fue tan sorpresiva que la dejé boquiabierta, hasta ella se quedó callada atónita unos segundos.

Claro que mi Madre no se echó atrás, era demasiado orgullosa y altiva como para ahora una rabieta mía, según la calificó. Y volvió con su sermón. Que sí que era lo que me pasaba, que porque me comportaba de este modo, que si no me daba cuenta de su estado, que porque no pensaba en ella, etc. Yo le contesté enojado que si tanto quería las terapias pues que fuera con un profesional, que porque con ese viejo, que si le gustaba o porque.

La cachetada que me dio nada más decir esto me tiró al suelo. Jamás en la vida me había pegado tan fuerte y frente a alguien, castigado bastantes veces pero hasta entonces nunca me había puesto la mano encima. Fue un punto de inflexión en nuestra relación. Aquel golpe dejó huella, no solo en mí que me dejó la mejilla como tomate, también en lo que podía hacer la hipnosis en su manera de actuar.

No supe qué hacer. La rabia me impedía llorar. Y el miedo, no el asombro, de decir algo que en verdad pudiera lastimarla. Me levanté, les miré a la cara y sin decir nada me marché a mi habitación con toda la entereza y dignidad que pude reunir.

Las piernas me temblaban y apenas si me sostenían. Necesitaba desahogarme y llorar sobre mi almohada, pero no quería correr como un niño asustado, quería mostrarme como lo que era, un hombrecito fuerte para salvar y proteger a mi Madre de otro desgraciado que solo la veía como un trozo de carne.

Pero no lo conseguí, lo cierto es que en cuanto cerré la puerta de mi cuarto, me eché a llorar sobre la cama. Estaba hecho un mar de líos. Estaba lleno de furia y miedo a partes iguales. ¡Cómo podía haberme golpeado así mi Madre! La culpa la tenía sin duda ese maldito lisiado. Si el muy desgraciado ese no se hubiese metido en nuestras vidas mi Madre quizás ya se hubiese curado.

Por su culpa me había pegado así a mi Madre. El enfado que tenía hacia ese asqueroso viejo, lo tenía que pagar a como fuera. Claro que por otra parte.. si no hubiera sido por Carlitos y este maldito lado oscuro que me corrompe ese desgraciado jamás me hubiese atrapado. Ahora tal vez, pudiera elaborar un plan para deshacerme de él como al Cubano. ¡Qué estaba pensando si yo no era un asesino, Dios mío! Ya no sabía ni que imaginar. Estaba como al principio, atrapado.

......

Pasaron las horas y nadie me molestó, ni hizo amago de entrar a mi habitación. Menos mal porque no estaba para hablar con nadie. Sin embargo, las cosas distaban mucho de estar calmadas en casa, no cesaba de oír rumores y voces allá abajo. Al parecer, mi Madre y el inmundo viejo seguían platicando. Me acerqué a la puerta para escuchar mejor, mas no saqué nada en claro. Quise aventurarme y averiguar lo que estaba pasando, pero el miedo me lo impidió. Ahora que estaba más relajado, la furia me había abandonado, no así el nervio que parecía ahora mucho más acentuado.

El corazón me latía con fuerza, como si quisiera salírseme del pecho. Me volví a echar sobre la cama, no quería pensar en nada. Finalmente me venció un sueño inquieto que no me tranquilizó en absoluto. Me desperté ya en la noche cuando llamaron a la puerta.

- Mi amor, ya está la cena.. baja por favor.- escuché a Mamá tranquila.

Al abrir la puerta, ya me llevé la primera sorpresa. Esperaba que fuese mi Madre dispuesto a pedirme una disculpa por el golpe, sorprendentemente, no era mi Madre, era el maldito renco el que llamaba a la puerta.

- Tremendo lío has hecho, mocoso. Espiar a la gente grande es muy malo, ¡Je je je..- de nuevo su estúpida sonrisa burlona.

- Q-que quiere, ¿dónde está mi Mamá?..

- Tu Mamita está bien, ya la he calmado, ¡Je je je.. como verás las cosas van a cambiar de ahora en adelante.

- ¿A-a que se refiere?..

- Sabes a qué me refiero pequeño mirón, ¡Je je je.. Como te has dado cuenta tu Mamita ya casi es mía, es una pequeña cuota por el servicio de las terapias, ¡Je je je..

- ¡Viejo pervertido, que le has hecho a mi Mamá, ella no es así.- me envalentoné.

- Nada que ella no ha querido ser, ¡Je je je.. Las inducciones solo son una puerta para liberar lo que realmente somos, y tu Madre es una puta.

- Asqueroso viejo, no se lo voy a permitir.

- ¡Je je je.. Admito que tienes más valor de lo que creí mocoso, pero escúchame bien engendro. Tu Mamá me acaba de contar que estuviste a punto a que te mandaran lejos aún colegio de paga.. basta un empujoncito para que ella crea que es lo mejor para ti, ¡Je je je..

- No se atreverá, ella no lo permitirá.

- ¿Ah, no?, y porque crees que te ha pegado.. ella siente que las terapias es su único camino a la tranquilidad y si tú eres un obstáculo para impedírselo se defenderá como nadie. ¿Entiendes?

- No puede ser verdad.

- Claro que lo es, ya lo has visto.. ella ahora hará todo lo que yo le diga porque cree que es lo mejor para su tranquilidad. Y si tú eres un estorbo simplemente te apartará.

- No es cierto.- le repetía, sin poder creer lo que me decía.

- Eso claro si te quedas calladito y dejas que me quedé aquí en tu casa para disfrutar de todo esto que tienen.. también incluye a tu Madre por supuesto.

- ¡Maldito viejo asqueroso esto no se va a quedar así.

- Mira no me la pongas tan fácil, pórtate bien como hasta ahora y solo observa.. o te veré despidiéndote en un avión a sabrá donde, ¡Je je je..

Y se alejó de mi riéndose a carcajada abierta mientras caminaba renqueando hacía abajo en dirección al comedor. Yo estaba destruido, por primera vez sentía que podría perderla, que podrían alejarnos ya que como había dicho ese maldito ella estaba influenciada por esas estúpidas ideas de necesitar las terapias, y lo había visto en sus ojos cuando me golpeo, era como una adicta a la heroína cuando alguien intenta quitarle su dosis, lo defendería a uñas y dientes.


Cuando bajé a la cocina no lo podía creer. Mamá vestía una mini falda negra muy ceñida y muy por encima de sus rodillas, una blusa blanca que dibujaba su cuerpo casi como una segunda piel, de la cual, no se había percatado que por la tensión que le producía sus voluptuosos pechos, se le había desabrochado un par de botones, mostrando un más que generoso escote pudiendo apreciar el sujetador, que a duras penas podía cumplir su cometido de mantener sujetas a sus “inquilinas”, las cuales, mantenían un movimiento espectacular, con la misma cadencia de sus pasos de un lado a otro por la cocina y de un armonioso movimiento de caderas.

Así cocinaba ella, vestida de esa manera tan sugerente mientras el vejete se hartaba de las bebidas de mi Padre y sonreía victorioso. Al verme y a pesar de estar sugestionada, la notaba preocupada y avergonzada, con un rubor constante en las mejillas.

Mientras la comida terminaba de prepararse, el vejete nomás al verme, se le amplió más la sonrisa y entró en el espacio de la cocina y le acarició el culo a Mamá besuqueándola tras las orejas.

- ¡Uhmm, huele riquísimo.- dijo, pero Mamá, con síntomas de que esto no era normal, le apartó la cara y sonriéndome me dijo que me sentara.

- Enseguida esta cariño.. te la pasaste toda la tarde dormido. ¿No estarás cayendo enfermo?

- Nah que va.. tu niño está contento, ¿verdad? Estás contento de que tu Mamy se sienta tan feliz, ¿no es así?- me preguntó alzando la voz, justo cuando Mamá se me acercaba y me acariciaba el rostro a modo de cariño.

- Que bueno mi amor, todo va estar bien.

- ¡Anda, ya la comida que me muero de hambre.

Le arreó una palmada en el culo. Mamá encogió las nalgas.

- Termina de hacer esos mininos, tengo hambre..

- Sí, sí, ya va a estar, Sr Paulino.

Mamá me miró de reojo. Con ese descaro y desfachatez se sentó a la mesa. Miró hacia mí, echando un vistazo a mis reacciones.

- ¿Qué demonios haces ahí sentado? ¡Ayuda a tu Madre..

- Voy, voy..- pero no lo hice porque me lo demandara, sino porque Mamá parecía apurada.

Entre los dos servimos la mesa, parecíamos sus empleados. Mamá se encargó de llenarle el plato y a regañadientes yo a servirle el vino. Comía como un cerdo. Mi Madre iba de acá para allá exhibiendo su trasero con los tacones, ataviada de esa manera tan sensual en presencia de su propio hijo. Pero también abusaba de mí. Trae el pan, échame más whiskey, trae el arroz, y yo aún trastornado por no saber lo que ocurría obedecía sus exigencias sin rechistar.

Ambos nos comportábamos como sus sirvientes, ella vestida de ese modo, acatando sus órdenes. Cuando terminamos de acomodar la mesa y nos disponíamos a comer, esté jaló la silla de Mamá y la colocó a su lado.

- Ven aquí bonita, siéntate a mi lado.

A mí ya me hervía la sangre al ver a mi Madre vejada por ese animal. Se sentó al lado del cerdo, alternando la mirada entre él y la mía. El viejo le miró los pechos bajo aquella blusa tan ajustada y luego miró hacia mí:

- A qué se ve bonita tu Mamá, ¿he?.. ¿No crees que se ve más bonita ahora?

- Eh.. este.. si.- respondí tragándome el coraje.

- Ya ves pequeña, hasta tu hijo lo nota ahora.

- ¡De verdad mi amor, no sabes cómo me siento más tranquila ahora.

Se acercó al oído de Mamá y apenas alcancé a oírle:

- ¿Te están bien las bragas?..

- ¿Qué?..- preguntó sorprendida.

- Que si te están cómodas, ¿Estás sorda?..

- He, sí Sr Paulino.. me están bien, un poco de picazón.

- Enséñamelas.- le volvió a decir entre susurro.

A Mamá le temblaron las manos y se le aceleró el corazón. Ella era una mujer de carácter, pero dadas las circunstancias, tenía que satisfacerle a ese cerdo como el rengo. El viejo lo había dejado claro, “Las inducciones solo son una puerta para liberar lo que realmente somos, y tu Madre es una puta..” Intentando disimular frente a mí y también yo volteando hacía otro lado para que a ella le fuera más fácil, pero me topé con el reflejo del frigorífico viéndolos de perfil.

Mamá se sujetó la mini por las laterales y se la subió un poquito hasta la pelvis, hasta mostrarle sus bragas blancas de muselina, con la mancha al frente de lo que parecía ser su asqueroso esperma.

En la parte delantera se le transparentaba todo el coño, la forma triangular de su rubio vello, un vello apretujado contra la gasa de la prenda y humedecido. El viejo se mordió con descaro el labio inferior, sin parpadear, para después voltear hacia mí y brindarme su maquiavélica sonrisa.

- Así es como debe ser ahora, todo está tranquilo, ¡Je je je..- y reía el maldito tirándome indirectas.

Las blancas braguitas que Mamá vestía se habían pegado a su cuerpo a causa de su propia humedad o de otros fluidos, hacía ya un rato que la dueña de la casa apretaba su entrepierna contra la silla sin conseguir calmar con ello esos ardores que sentía cuando estaba a su lado. Esa vez no opuso ninguna resistencia cuando su nuevo habitante trató de tocarle entre las piernas. Al contrario, inclinó su cuerpo hacia atrás facilitándole el camino.

Tenía muy claro donde quería llevarla, quería exponerla frente a mí, quería darme una lección de lo que eran capaces sus sugestiones, que estábamos bajo su dominio, que mi Madre ya era de él y que yo tendría que aguantarlo y callarlo todo.

La cena estaba siendo tan amarga como la llegada de este animal, aunque por dentro de mi cabeza pensaba que nuestra batalla acaba de iniciar y quería ver hasta donde quería llegar.

Bajó la mano de la mesa y la colocó sobre su muslo, para estar más cerca y poder susurrarle al oído:

- Pequeña.. abre tus piernas para mí.

Le decía mientras las yemas de sus dedos subían entre sus muslos, abriéndose paso con suavidad, deslizándose y acariciando sin llegar a ser del todo indiscretas.

- ¿Verdad que está muy suavecito el pan?- me preguntó de repente.

- ¿Q-qué?- me mantuve distraído, como si no me enterase de lo que hacía.

- El pan, está muy rico y suavecito, ¡Je je je..

- Eh, sí.. muy ri.. co.- dije agachando mi cabeza, jugueteando con un legumbre en mi plato.

- Muy bien.. ahora guía tu mano entre tus piernas.. enséñame lo mujer que eres. Demuéstrame lo sensual que eres.

Sus pesadas manos seguían acariciando sus muslos de mi Madre por debajo de la mesa, mientras una de ella se adentraba bajo su falda hacia zonas más templadas.

- Pequeña no seas egoísta.. descubre tu sexo para mí, deja que lo pueda admirar..

Enseguida le miró llena de deseo y lujuria; con esa especial excitación que te produce el no ser totalmente dueño de sus actos, con ese efecto que da el ser ordenado y guiado hacia sus más oscuros vicios.. para así no ser realmente y completamente culpable de tal situación.

A esta altura yo ya ni probaba bocado, el rengo ya se había percatado de todo y estaba más atento a mi mirada que lo hacía entre las piernas de mi Madre.

- Toma pan, mira que rico y suavecito está.

Sacó la mano de abajo de la mesa y con los mismos dedos con los que había estado acariciándola, tomó un bolillo del recipiente de cristal y me lo puso sobre el plato, pude ver como sus dedos estaban impregnados de un fluido trasparente y brillo.

- Pequeña, porque no vas a traerme otra botella de mi favorito whiskey.

Y como si fuera su mujer, Mamá recompuso su faldita y me miró con esa expresión dulce de alegría cuando quería darme un abrazo, como si no se diera cuenta de lo que realmente estaba sucediendo ahora, como si olvidara todo en un simple segundo, de hecho parecía no recordar que esta misma tarde me había bofeteado, todo había cambiado de la noche a la mañana, ahora vivíamos con un viejo, ahora yo también estaba chantajeado por él, soportando sus abusos y Mamá, para ella todo era felicidad, como si fuese normal que ese viejo lisiado la estuviera manoseando frente a su hijo con tal descaro.

- ¡Ya lo ves escuincle mirón de lo que soy capaz.- se dirige a mí ahora que estábamos solos.- Tu Mamá ya es mía y más vale que no me estorbes o te vas. Y mucho cuidado de que le cuentes a alguien de lo que está pasando. Tu Madre está enferma y yo la estoy tratando, ¿entendido?

- ¿Ha-hasta cuándo?- logre contestarle.

- ¡Hasta que a mí se me hinchen pinches los güevos, ¿cómo la ves? Es más.. estoy pensando en casarme con ella, ¿he, que tal? Sería un buen Padre para ti.. tu Madre ya lo dice, si tenemos los mismos gustos, ¡Je je je..

- No se lo voy a permitir.- dije casi como un susurro.

- ¿Que dijiste?..- al ver que no le contestaba su cólera estalló.- Joder, cómo la chupa tu Madre.. tremenda zorrona está hecha. Ni se te ocurra estropearlo todo, ¿eh? Tú aquí solo mirando y calladito.- me dice abriendo la navaja que saca del bolsillo y llevándola a mi costado.

- Esta noche nos lo vamos a pasar de PUTA MADRE, mocoso. Tienes, si quieres entrada gratis para un espectáculo de primera y por lo que ya te imaginas sí.. se entrega por completo. Te vas a convertir en su mayor fan, ¡Je je je.. Así que ni te duermas, si no quieres que tu Madre te despierte con sus berridos, ¡Je je je.. Tú sólo mira como hasta ahora, que bien que lo haces, ¡Je je je..

Dirigió la mirada de nuevo a Mamá que ya venía contoneándose con su trago. El muy hijo de puta la tenía bajo su control y dominio, si antes todo era en secreto ahora yo al descubierto, no sé lo que podría pasar..

- Aquí tiene Sr Paulino, tiene los mismos gustos que mi Esposo tenía, ¡Ji ji ji..

Me he quedado atónito pues nunca a nadie le había dicho algo así y tal como él lo dijo.. y aún más triste por verla a ella tan contenta sin poderse defender.

- Oye.. pequeña,- deja caer su cuchara al suelo frente a mí, al ladear el plato.- me la levantas.

- ¡Claro Sr Paulino.

Y estando yo ahí de frente.. (debo admitir que se le veían bien ricas las nalgas con esa mini) Baja a recoger la cuchara, se dobla completamente pero con las rodillas rectas, haciendo sus caderas directamente hacia el viejo, es más le empuja a escasos milímetros que estaba sentadote, y puede sentir ese trasero tan duro, único, bien formado y hambriento pues la braga se le retaca en la raja.

Mis ojos no pueden creen lo que ven, mi Madre era como su marioneta, como su muñeca sexual en manos de un pervertido que ya no solo se conforma con manosearla, si no con humillarme a mí también, al pequeño hijo de esa flamante mujer y esta oportunidad no la iba a desaprovechar. Yo no puedo evitar entre ese lapsus, notar con el reflejo de la vitrina observar que a mi Mamá se le han cerrado los ojos mientras hacía esto.. inmediatamente que los abre, toma su cuchara y le brinda esa dulce sonrisa cuando quiere agradar a alguien.

- Disculpa pequeña, es que ya me tiemblan las manos.

- Ahm, está bien Sr Paulino.. todo bien no se preocupe.

- ¿Porque no nos vamos al salón y me das uno de esos ricos masajes en los pies que tanto me encantan, muñeca? La cena me ha caído de peso.

- Si usted quiere.. deje le preparó el sillón.

Entonces comienza a caminar hacia los sillones y le empieza a acomodar los cojines como cuando querían ver juntos el televisor con mi Padre.

- ¡Limpia todo esto y largo de aquí.- me dice, dejándome anonadado y humillado en la cocina.

Y así, temiendo que fuera hacernos daño, tuve que hacer caso a sus mandatos, luciendo como un estúpido mientras se llevaba a mi Madre. Tuve que limpiar la cocina y después recoger la mesa. Mientras observaba de reojo como acompañaba a mi Madre. Allí le pidió que le quitara los sucios botines mientras él sentadote.

- ¿Quiere algo más? ¿Quiere tomar algo?- preguntó Mamá con la voz cohibida, como temerosa de molestarle.

- Solo dame un masaje en los pies. Me relaja, y necesito relajarme.

Se arrodilló y le tomó del pie izquierdo. La mitad de sus tetas le sobresalían por encima del escote. Tuvo que sujetarle la pierna mientras tiraba del botín, tuvo que acomodarlos de uno en uno al suelo mientras soportaba su asqueroso hedor a pies.

Comenzó a masajearle las plantas con las yemas de los dedos pulgares. Yo les veía desde la cocina, observaba a mi Madre arrodillada, con el culo asentado en los talones, masajeando el pie a ese cerdo. El asqueroso miró a hacía mí:

- ¡Mocoso, trae una bandeja para que tu Madre me lave los pies.- me ordenó el muy miserable.

Por temor, tuve que encargarme de llevarles el agua, y mi Madre como si fuese normal de enjabonarle, de frotarle la zona de los callos, los talones y entre los dedos. Tuve que soportar todo eso, ver a mi Madre como su esclava, y ahora no en el anonimato, ahora todo era de frente, observando a solo un metro de como mi flamante Madre le metía la esponja por dentro de los dedos para limpiarle. También le tuve que acercar una toalla, así, temeroso a que no nos lastimara. Estaba viviendo un infierno en mi propia casa.

- Sigue el masajito pequeña.. ¡Y tú, ve a terminar la cocina.- me ordenó peor que si fuese mi carcelero.- ¿Lo vas hacer verdad pequeña?

- Si a usted le apetece..

- Hazlo, pequeña..


Mientras soportaba las lágrimas dejé a Mamá arrodillada al otro lado de la sala, de espaldas al televisor y de cara a él. Se puso a masajearle de nuevo los pies. Cómo se le movían los pechos con esa blusa. El viejo alzó las plantas dejándolos apoyados en los muslos por el talón. Mamá se los empezó a masajear uno con cada mano, manoseándoselos muy suavemente.

- Uhmm, qué bien lo haces..

Le apretaba las plantas con extrema suavidad. Él bebía y miraba hacia el televisor, discutiendo para sí mismo de lo que veía, lamentando las injusticias de la clase baja en los noticieros. Mamá le masajeaba un pie con las dos manos.

- ¿Le gusta así?

- Chúpalos.. muñeca.- le dijo poniendo ambos talones al suelo.- No los levantes, así como están, hazlo.

- P-pero.. Sí.

Mi corazón casi se detiene cuando ella se colocó a cuatro patas como una perrita, con sus pechos balanceándose, casi rozando el tapete, y se inclinó hacia delante empinando el culo, empezando a lamerle el dedo gordo del pie, como si fuera un pequeño pene. El asqueroso rengo contemplaba asombrado su culo empinado, aquellas blancas tetas rozando el suelo, cómo le comía los dedos de sus pies, a veces levantando la cara para mirándole sumisamente.

- Así, muy bien, así.. Chúpalos.. chúpalos..

Y como si fuera autómata, se lanzó a lamerle los pies, a comerle los dedos y las plantas mientras él se relajaba con la copa y el noticiero. Ella se los baboseaba a veces comiéndose dos o tres dedos, sin ningún escrúpulo, totalmente ajena a realidad. El viejo veía como escurría aquella dulce babita por su empeine. Estuve contemplando por esos minutos a mi Madre totalmente dominada por ese asqueroso enfermo, hasta que el desgraciado sintió que ya le era suficiente con tal humillación. Se los tenía todos baboseados y tenía ya la boca seca.

Vi que empezaba a tocarse la verga. Mientras Mamá le acariciaba los pies y le miraba con sumisión, viendo cómo se le iba hinchando. Se desabrochó el cinturón y se abrió la camisa hacia los lados. ¡Hijo de puta, no pensará que mi Madre se la mamaría estando yo ahí.

Sin dejar de acariciarle los pies, Mamá miró hacia él, vio cómo se lo frotaba con descaro, cómo su barriga blanca y sudaba estaba expuesta. Vio el vello negroso y rizado que salía de sus trusas y la curvatura de su barriga.

- ¿Quieres relajarte pequeña?- le preguntó, yo sabía a qué se refería el maldito.

- S-sii..

- Vamos a tu habitación para que te pongas guapa.. ponte cómoda, quiero que te pongas la ropita que te haga sentir bien. Y maquíllate.- Me quedé anonadado por la petición-. ¿Anda muñeca, que esperas?

- Lo que a usted le apetezca, Sr Paulino.

- Anda bonita.. quiero que te relajes, ¡Je je je..

Mamá se levantó primero y marchó hacía donde yo estaba. Estaba sería y con las mejillas ruborizadas, parecía de pronto olvidar lo que acaba de hacer y lo que pretendía. Caminaba con estilo como le caracterizaba, le contoneaba el trasero que se apreciaba a través de los bajos de la falda al estar empinada lamiéndole las patas, con la tira de las bragas bien metida por dentro.

- Ahora vuelvo mi amor.. el Sr Paulino quiere darme una terapia en mi habitación.

- Tu Mamá se lo merece, escuincle.. después del enfado que hiciste pasarle. No te importa, ¿verdad, mocoso?

- .. no.- le contesté serio.

- Vamos, pequeña, ..es hora de relajarte.- le dijo dándole el paso.- Y tu escuincle.- dijo acercándose a mí.- Ni se te ocurra llamar a alguien o hacer una estupidez, porque la destripo.- terminó amenazando con la navaja.

Me quedé de piedra y aterrorizado, teníamos un maldito viejo lunático viviendo con nosotros y mi Madre en ese estado no podría defenderse. Les vi alejarse por las escaleras rumbo a la suite, ella agarrada de su brazo, meneando su imponente trasero por efecto de la mini y los tacones. El muy cabrón se la llevaba a su habitación para follarla sin importar que yo, su hijo estuviera ahí para escucharlo. ¡Hijo de la gran puta. Se me salieron las lágrimas de la impotencia y recliné la cabeza sobre mis manos cuando escuché el portazo de la recamara.

Nada más entraron a la recamara un silencio inundó la parte baja de la casa, lograba escuchar sus conversaciones tímidamente, y mi mente trastornada y oscura, invadía mi cabeza con imagen y situaciones que sucedían en la recamara aunque en realidad no pasaran.

- ¿Quieres tomar, pequeña?

- Me da igual, Don Paulino.. lo que usted tome.

Les imaginaba bebiendo sorbos, los dos de pie, uno frente al otro.

- ¿Por qué no nos ponemos cómodos? ¿Quieres ponerte cómoda?

- Sí, lo que usted quiera.

- ¿Por qué no te quedas en braguitas? ¿Eh? Aquí hace calor. Así estamos los dos más cómodos.

- Me da un poco de vergüenza, Don Paulino.

- Anda, no seas tontona.. quédate en braguitas, verás cómo te relaja.

- B-bueno, voy a quitarme la ropa.


La imaginaba dirigiéndose hacia el baño y allí encerrada desnudándose, dejándose solo los tacones, quedándose solo con esas pequeñas braguitas negras de satén de finísimas tiras laterales que le había visto aquí en la cocina. No me atrevía a subir ni a espiarlos, para qué, ese viejo me había asustado. No podía soportarlo, lloraba en silencio mientras la recreaba en mi mente, con un sostén negro que tapaba únicamente la base de sus pechos, dejando su gran volumen de sus masas blancas a la vista de ese cerdo, con esas medias de encajes vestida de puta como a ese enfermo le encantaba.

Colocándose un camisón de tirantes en color negro, semitransparente. Uno que le quedaba ajustado y corto, por encima de las bandas de las medias. Una prenda que destacaba con la negrura de las medias, las bragas y los tacones. Arreglándose el cabello y se retocándose el carmín de los labios para salir a su encuentro. Abochornándose de sí misma al mirarse al espejo pero sintiéndose feliz y relajada.

A él le imaginaba sentado en la mitad de la cama, despatarrado, fumando y bebiéndose el fino licor de mi Padre, con el batín rojo desabrochado, por donde le sobresalía parte de la curvatura de la barriga y los pelos canosos del pecho, así como sus piernas cortas y robustas, mirándola embobado con el cigarrillo en la boca.

- Qué guapa te has puesto muñeca.. pareces una puta barata.

- Me siento muy sensual, Don Paulino.- diciendo al sentirse observada.

Sus grandes pechos meciéndose al caminar, con parte las aureolas visibles por la tela. Meneando su prominente cadera por efecto de los tacones y por el satén vislumbrándose la forma de su vagina. Ruborizándose al ver cómo la miraba. Pero luciéndose al caminar hacia la cama donde ese le aguardaba.

También, al viejo sin perder detalle de como las bragas las llevaba remetidas por las nalgas, igualmente como de cerca se podría traslucir los minúsculos pelillos de la pelvis. Pareciendo su putita con las medias hasta medio muslo. Ella fijándose en aquel batín que tantos recueros le traía un poco abierto y que asomaban parte de sus güevos, al estar desnudo.

- Estás muy guapa así.. en bragas.- diciéndole al fijarse en cómo la delantera de las braguitas apenas le cubrían el chocho.

- G-gracias, Sr Paulino.

- Bájate las braguitas bonita.. quítatelas.

Ya no escucha nada y mi mente divagaba en escenas que estaba protagonizando mi Madre. Metiéndose las manos bajo el camisón, bajándose lentamente y con glamur su prenda íntima.

- Así, putita.. estás muy guapa.- diciéndole a la vez que se metía la mano dentro del batín dándose tirones a su verga.

- Échate a mi lado, bonita.

La imaginaba tumbándose boca arriba a su derecha. Rozándose los cuerpos. A este volteándose hacía ella, notando el roce de su verga por el costado de aquellos hermosos muslos.

- Mira para allá bonita, hacía la fotografía y dobla las piernitas.

A Mamá recostándose de lado, dándole la espalda y flexionando ambas piernas. A ese cerdo pegándose hacía ella y levantándole el camisón, aplastando su fofa barriga en su espalda, vertiéndole el asqueroso aliento sobre sus cabellos. Sujetándose la verga y tratando de encajarla entre sus nalgas, buscando posicionarla dentro de la raja.

- No te muevas, pequeña.- diciéndole, removiéndose sobre su trasero en busca de su orificio.

- No.. No..

- Hoy tengo ganas de encularte putita.. de metértela por el culo.

¡No, no.. no podía soportar, necesitaba verles, pero me daba asco el saber lo que ocurría. Intenté ya no pensar, ya no imaginarme nada.. me engañaba pensando en que solo estaban haciendo la terapia, pero mi mente y mi cerebro fabricaban más escenas.

- ¿Quieres chupármela, putita?- diciéndole sin dejar de darse tirones-. Acércate.

La imaginaba de nuevo dando unos pasos entre sus robustas piernas, entonces el viejo agarrándola de la nuca y forzándola a curvarse sobre su verga.

- ¡Chúpamela.. así, cabrona.- empezando a comerle la verga, lamiéndola despacito, con suma lentitud, deslizando sus labios por todo el tronco, con las manitas apoyadas en sus muslos.- ¡Ohhh.. Qué bien la chupas.- jadeando electrizado, colocándole ambas manos sobre el cabello para empujarla.- Súbete la bata..- sin dejar de mamar, echaba los brazos hacia atrás, levantándose el camisón, dejando su culo en popa totalmente desnudo.

- ¡Chupa así bonita.. lo haces muy bien.- acariciándole un muslo con una mano y sus huevos flácidos con la otra.

A ella lamiéndole tan relajadamente que el viejo se reclinaba con los ojos entrecerrados, dejándola a ella a su aire. Me imaginaba a mí observando a través de la ranura de la puerta, el amplio culo de mi Madre, con el camisón en la espalda. Viéndole el chocho entre las piernas y cómo subía y bajaba el tórax para mamársela. Al viejo acezando de placer con los ojos casi vueltos.

No quise atormentarme más y abandoné la cocina a toda prisa para encerrarme en mi habitación, donde me tumbé en la cama para derramar mis lágrimas. Estaba asustado. Había dejado que ese cerdo pervertido se llevara a mi Madre frente a mis narices, con ella indefensa bajo sus inducciones, vulnerable a que ese animal le hiciera lo que quisiera. No sabía ahora como liberarla de este otro enfermo, de los abusos que también ahora yo sufría, soportando su risa burlona, aguantándome sus malos tratos, tragándome el orgullo de ver a mi linda Madre bajo el influjo perverso de ese renco.

Después de una hora de llorar y maldecir al cielo, decidí ser fuerte y tragarse el coraje. Decidí salir de mi habitación, intentar hacer algo para que mi Madre recuperara la conciencia, pero hasta ahora no sabía cómo. Solo al acercarme al pasillo, la escuché gemir como una perra, gemidos alocados entremezclados con los jadeos secos de ese viejo. Permanecían encerrados en la recamara. Mis manos comenzaron a temblar, jodían salvajemente. Me se senté al final de las escaleras, con la sintonía de gemidos invadiendo mis oídos.

- ¡Muévete, puta.- gritaba el renco en medio de nalgadas, ¡SPLASHH-. ¡Mueve el culo, perrita..

- ¡Ay.. Ay.. Aah..- chillaba mi Madre.

- ¡Así, piruja.. No te detengas.. No pares, pequeña.. Ooaahh… Oaah..

Tuve que tapar mis oídos para no seguir escuchando eso que tanto me dolía. Vi una foto en el pasillo, donde aparecía con mi Padre, los tres juntos, en una época feliz de nuestras vidas. Quién me iba a decir que ahora estaría allí agazapado escuchando a mi Madre joder con otro hombre, con un horrible viejo hipnotizada. Cómo podía ser tan pelele y no hacer nada. Los gemidos fueron apagándose y dieron paso al silencio.

Les oía murmullos y sombras merodeando bajo la puerta. Continuaba sentado en el primer escalón de arriba, hasta que de repente se abrió la puerta y apareció mi Madre desnuda, solo con ese camisón traslucido sosteniendo unos vasos vacíos. Sus dos pechos se columpiaban chocando uno contra otra, baboseadas y enrojecidas, y le vio los pelos del chocho como humedecidos, pegados a su blanca piel. Estaba toda sudada, el sudor le brillaba por todo el cuerpo, con el pelo rubio completamente mojado, como si estuviera harta de coger.

Llevaba puesto esos tacones de aguja, una sola media hasta el muslo como si fuera una prostituta después de una concurrida noche. Tras ella y con la puerta abierta, veía a ese pervertido sentado en el borde de la cama, con la bata especial de mi Padre abierta, con la verga colgándole hacia abajo. Mamá se sorprendió al verle sentado en la oscuridad. Cerró un poco la puerta tras ella y se acercó a mí, procurando cerrarse el camisón. En cuanto se me pegó el fuerte aroma a sexo y al sudor de ese animal me inundaron las fosas nasales. Ella se acomodó el cabello y me habló en voz baja.

- ¿Qué haces aquí, cariño? Ya es un poco tarde y hace mucho frío.. yo estoy bien. T-tengo una terapia.. el Sr Paulino dice que me va a curar, por nosotros, ¿lo entiendes, verdad?

Yo asentí desfallecido.

- ¡Mamá recapacita por favor.. ese Señor..- intenté hablar pero la voz de mi garganta no salía.

- Tú no te preocupes, mi vida.. sólo será por un par de semanas, el Sr Paulino dice que me encontraré bien, ¿está bien?- A mí me tembló la barbilla.- Anda, vete adormir que mañana tienes que estar en la escuela. El Sr quiere tomarse otra copa.

La vi dirigirse hacia abajo vestida de esa manera, con el camisón a medio de sus nalgas y totalmente desnuda. Las nalgas le botaban por efecto de los tacones y las tenía rojas por los azotes. Abrió la puerta del refrigerador y se curvó para rebuscar dentro. Entonces le vi el chocho entre las piernas, anegado de fluido y esperma, con porciones atrapadas en el vello, así como su ano, con marcas entre la raja y babas que de seguro el cerdo se lo había estado chupado. Pero lo que realmente llamó mi atención fue al estar inclinada las nalgas se le abrieron y un diamante le brillaba al centro. ¡Joder era uno de sus plugs.. hijo de puta pensaba sodomizarla.


- ¡De prisa, pequeña aun no acabamos.- gritó el viejo desde el interior de la recamara de mis Padres.

- ¡Voy Sr Paulino..

Mamá se irguió y de nuevo la vi venir de frente, con los pechos botándole a los pasos por la prisa, actuaba como su mujer, más bien como su esclava. Llevaba el camisón abierto mientras sostenía un vaso con hielo. Ni siquiera se inmutaba al ir vestida de esa manera frente a mí y mucho menos con un dilatador enterrado en la cola. Me miró con una sonrisa, como si no hubiese pasado nada, irrumpió en su recamara y empujó la puerta tras de sí, aunque no llegó a cerrarla.

Desde el pasillo, la mala fortuna me ofrecía la horrenda posibilidad de contemplar la escena.

- Que esperas putita, vamos a relajarnos, ¡Je je je..

Vi cómo mi Madre se inclinaba a darle el vaso, este continuaba sentado en el borde de la cama. Se inclinó hacia él, para entregarle el vaso, con los pechos libres saliéndole del camisón.

- Trépate a la cama anda.. menéame la cola como a una puta.

Mi Mamá esperaba de pie mientras él se levantaba y dejaba caer el batín de mi Padre quedándose desnudo. Ella se subió a la cama a cuatro patas, con las rodillas separadas. Podía ver sus tetas colgando como dos ubres bajo su cuerpo, podía ver su culo abierto con el dildo enterrado, su chocho entre los muslos. El viejo aguardó, hasta arrearle una palmada en la nalga. ¡SPLASH!!..

- ¡Vamos, pequeña.. como las putas.

- ¡Agh.. Soy una puta Don Paulino..

- Quiero verte menear como una fulana, vamos.- le atizó unas palmaditas, expectante al contoneo de aquellas fabolosas nalgas.- ¡Venga, putita como a tu macho le gusta, ¡Je je je..

Yo estaba hundido en la deseperación, escuchando todas esas barbaridades en la oscuridad. Mi Mamá empezó a menear las caderas a cuatro patas cerca del borde, mirando al frente. Vi que el viejo se paraba justo detrás de ella, enloquecido por el movimiento de aquellas carnes blancas y el plug taponeándole el ano. Yo sólo le veía a él, de espaldas, veía su culo de nalgas blancas, encogidas y sus güevos colgando en mitad de los muslos.

Vi cómo la sujetaba por las nalgas y cómo se las abría para disfrutar de su perversión, abriéndole los glúteos y amasándolos. Enseguida, Mamá se puso a gemir excitada, aunque no podía verla. El cerdo se inclinó para chuparle el culo, haciendo pequeñas circunferencias al rededor del embonador con la lengua, provocándole más gemidos de placer.

Vi cómo mi Madre erguía el tórax y él la rodeaba con los brazos sobándole los pechos y besuqueándola por el cuello. Ella arrodillada encima de la cama y el rengo de pie pegado a su trasero, abrazado a ella.

- ¡Je je je je.. Bien puta, ahora quiero que te empines y te abras la cola porque pienso hacerte algo bien rico y que te va gustar un montón, ¡Je je je..

Mamá quien estaba más caliente e inducida que nunca, ni se la pensó para arrojarse a su lecho matrimonial y ponerse como el viejo le estaba demandando, el degenerado lisiado ni tonto ni perezoso también se subió a la cama y se ubicó justo detrás de esas formidables nalgotas que estaban brillantes producto del sudor. Este con ambas manos se abrazó a ellas comenzando a lamerlas y a besarlas a la vez que le soltaba fuertes nalgadas haciéndolas vibrar de lo carnosas y duras que estaban, y a ella en ese estado poco le importaba que un viejo tan horrible la nalgueara de aquella forma, al contrario, esto más la enardecían.

El renco luego de nalguearla, lamerla y babearle el trasero, por fin se encontraba próximo a hacer lo que tanto deseaba, con sus dos manos puestas una en cada nalga se dio a comenzar a abrirlas y cerrarlas con los ojos puestos en aquel diamante incrustado en medio de esos dos redondos promontorios de carne, que por cada accionar que hacía este parecía querer salir botado y el rosado ojetillo que existía ahí al medio parecía abrirse más poco a poco.

En un momento dado en que se las mantenía totalmente abiertas fue acercando su babeante boca abierta justo al medio del embonador para de un solo bocado atraparlo y empezar a succionarlo anhelantemente, de a momentos también lo lamía con fruición y con calentura desbordante, a la vez que cuando se separó de este, con los mismos dientes atrapado se lo fue sacando dejando listo y preparado aquel tierno agujero anal.

En el momento en que Mamá sintió que el viejo la había liberado del artilugio dilatante su rostro se desfiguró por el intenso placer que esto le causó a su sistema hormonal. No era la primera vez en su vida que alguien ponía su boca con lengua en aquella prohibida zona de su cuerpo, pero que lo hiciera ese viejo que en estos momentos era como su gurú o mentor, su mente le daba intempestivos avisos de lo que probablemente ahora le practicarían en su receptivo orificio sensible, y que según ella si es que esto se sucedía le harían sentirse más puta aun de lo que ya se sentía.

La portentosa dueña de la casa entre caliente e hipnotizada, se inquietaba y exasperaba mientras ese viejo horrible volvía a lamerle culo haciéndose ya su dueño, ella a la misma vez quería sentirse su hembra, que se la culearan de la forma más animal posible, y esta era la perfecta oportunidad para experimentarlo. En eso sus pensamientos se hacían realidad ya que el degenerado rengo desvergonzadamente le pedía su autorización para partirla por el recto:

- Ahora si putita rica.. ¡Srpsss..- le decía entre lamidas.- Ahora quiero.. encularteee ¡Srppss.. vas a ser mía en todas las formas.. ¡Srppss.. tu culo y todo lo que tengas, es mío. ¡Srppss…!- le decía entre húmedos lametones y chupeteos.

Mamá estaba atrapada entre un limbo de lujuria animal, sus neuronas y todo su ser no dudaron en responder afirmativamente, ella estaba caliente, ardiendo de ansiedad sexual, y no le tenía miedo al dolor que seguramente iba a sentir en el momento en que le perforaran su conducto posterior:

- ¡Ohhhhh.. Siii, Sr Paulino.. házmelo por donde más quiera.. ¡Soy una puta y solo usted me puede liberar,- le respondió entre bramidos de calentura no temiéndole a consecuencias dolorosas.

Ninguno de los dos se percataban que yo, el hijo de esa flamante rubia puesta a cuatro patas, los estaba espiando horrorizado desde un lado de la puerta con su cuerpo apoyado contra el muro. Estaba observando asqueado y ensimismado como ese viejo lisiado le lamía el culo a mi bella Madre, caía en cuenta que este ahora se aprontaba para encularla, por lo que en ocasiones apoyaba mi cuerpo contra la pared para llevarme las manos temblorosas a la cara para no gritar de horror por lo que hay en esa habitación que algún día fue el recinto más sagrado de la devoción de amor entre la ejemplar pareja que eran mis Padres, iba a ocurrir en pocos momentos.

El viejo tan salido como exaltado por su descabellada proeza rápidamente se arrodilló detrás de aquel portentoso y más deseable trasero que sus pervertidos ojos jamás pudieron ver, con su verga completamente parada, para luego rápidamente posar una mano en su suave cadera y con la otra apuntar sin más a su delicioso y apretado objetivo. Lo posó justo a la entrada del orificio rosado y comenzó a empujar despacio. El cuerpo de mi bella progenitora temblaba y tiritaba de escalofríos y excitación, mientras el inmundo lisiado presionaba una y otra vez intentando introducirlo.

- Tranquilita mi pequeña zorritaaa.. yo te voy a curar, yo te voy a sacar toda esa calentura que sientes, solo que tendrás que aguantar, ¡Je je je je..

Reía nerviosamente y en forma descarada el caliente viejo mientras ejercía presión en el apretado esfínter, el cual debido al dilatador de un momento a otro cedió y le dio paso al glande, que inmediatamente con otro esfuerzo por parte de este, el tronco comenzó a abrirse paso, ahora si ya la estaba enculando.


La sodomización fue lenta y poco dolorosa gracias al embonador, pero el viejo y traspirado renco no dejó de empujarla manteniendo a Mamá firmemente agarrada por las caderas hasta que ella convertida en toda una zorrona soportó y terminó por comerse por el recto los más de 15 centímetros de verga que ese viejo hijo de puta le había embutido apretadamente por su conducto rectal.

Mamá en el momento en que se sintió atravesada e invadida analmente se dejó caer con sus hombros al lecho cansada, estaba llena por dentro y la sensación de tener una verga metida su trasero era muy distinta a cuando el viejo se la había metido ahí mismo por la vagina. Por su parte ese animal cuando supo que por fin había terminado de partirle el culo se quedó quieto y con los ojos cerrados sintiendo y disfrutando al máximo del placer que le prodigaba mi Madre apretándole la verga con su ano.

Y ella quien se había convertido en poco más de una semana en su muñeca de placer, sintió que en forma paulatina pero rápida la sensación de incomodidad fue cediendo para dar paso a otra que era plenamente de calentura al saberse y sentirse nuevamente bien trabada por su ojete posterior 2 veces en menos de 24 horas.

Cuando el viejo sintió que aquel ajustado conducto ya se había amoldado a la circunferencia de su nabo, de un momento a otro comenzó a moverse hacia atrás y hacia adelante muy lentamente en un cadencioso vaivén que le provocaban sensaciones indescriptibles a su verga, con sus ojos cerrados se daba a preguntarle a su esclava de cómo lo estaba pasando:

- ¿Te gusta puta?.. te gusta que un viejo feo cómo yo te la esté metiendo por el culoooo…!?- le consultó a la misma vez que iba ganado velocidad en la enculada.

- ¡Ohhhhh.. Sr Paulino, claro que siiii…! Me gustaaa.. ¡Me gusta muchooooo…!! Sáqueme lo puta, lo zorra que soy, que ya no lo aguantooo…!!!! Dele más fuerteeeee…!!!!- pedía.

- Siii, las putas siempre piden más, ¡Je je je.. por eso te tengo así, bien ensartada por la cola como se debe tener a una ramera. ¿Segura que quieres más fuerte, golfa!?

- ¡Ayy, Siiiiii…!!! Dame más duro…!!! Cójame como a las perras de la calle, fuerteeeee…!!! Rómpame el culo más todavía.. que ya no me pueda sentarrrr.. ¡Ahhhhh..!! Ah!! Ohhh!! Mhmm…!!!!,- gemía Mamá al ritmo del despiadado enculamiento.

El corazón me latía más rápido al escucharla a ella de viva voz que quería que le sacara lo puta, y como los minutos iban pasando y la tranca de ese viejo lisiado entraba y salía del hoyo de mi Madre ahora sin impedimentos. Se la metía con fuerzas y con lascivia mirándola con cara de enojado, y claro mientras se la culeaba estaba engrandecido en que era él quien se estaba culeando a tan bella mujer que ni en sus sueños más fantasiosos de su juventud pudo imaginar.

En tanto Mamá por su parte entre gemidos de placer se la aguantaba toda mirando como el respaldo de su cama se golpeteaba incesantemente contra la pared en que estaba empotrada, acompañados de resoplidos por parte del viejo que creía su salvador. Quejidos de ella, jadeos de cuerpos que chocaban, los feroces “¡PLAFF, ¡PLOFF, ¡SPLASHH!, SPLASHH!!” inundaban la habitación principal cuando ese desquiciado la nalgueaba haciéndola vibrar entera.

Las nalgas y el ano le avisaba en un gigantesco disfrute, el placer renacía en su cuerpo y Mamá ya quería sumirse en aquellos diabólicos placeres, por lo que comenzó a sincronizadamente echarse hacia atrás cuando el viejo ya venía de vuelta con su verga. Este al notar cómo se estaba moviendo no tardó en comenzar a animarla a que culeara como una verdadera zorra:

- ¡Así putaaaa…!!! Así.. siéntelo, gózalo tanto como la zorra perdida que eres, que no tardo en llenarte el culo con mis mocos. ¡Je je je je..

- ¡Si, Sr Paulino.. lléneme, dámelos.. dele a esta zorra todos sus mocos para sentirlos dentro de mí, porque debo.. ¡Ohhhh!! Debo llevarlos dentro la leche de un machooo.. ¡Ohhhhh...!!!!

Los empujones que le ponía el lisiado eran bestiales, la bombeaba como si su vida dependiera de ello, a Mamá le estaban dando la mejor culeada que yo recordara. De a momentos ella se la sentía tan gratificantemente adentro del culo que no quería que nunca se la sacara.

- ¡Ohhhhh.. ¡Voy a correrme putaaaaa…!!!! Te comerás mis mocossssss por la cola y así dormirás con ellos para que mañana despiertes con mi leche dentro de ti, para cuando andes caminando te acuerdes de quien es tu macho y a quien le perteneces ahoraaa,- gritó de pronto el salido lisiado.

- ¡Si, mi Señorrrr… dame su semennn. ¡Inúndame el hoyo con sus mocos. ¡Yo también me voy venirrr.. ¡Aaaahh!!! Uhmm!! ¡Oh mi dios, que placerrr…!!!!

Mamá mientras se sentía bien sujetada de las caderas también sacudía su cuerpo por las descargas eléctricas que le nacían desde lo más profundo de su ser, era un orgasmo avasallador el que estaba sintiendo ya que las mareas de placer se venían una y otra vez en las cuales ella quedaba casi inconsciente solo sintiendo los placeres de la carne, a la misma vez que también sentía como el semen caliente del viejo salía a presión y la llenaba toda por dentro en el momento en que este estaba eyaculando al interior de su recto.

- ¡Ooh, por dioossss.. lo sientooo.. ¡AAAAHHHH!!!

Y por cada empujón que este le daba otra inyección de espeso liquido caliente le hacían sentir el calor de su semen en sus entrañas, estos salía sin parar según sentía ella, hasta que finalmente todo acabo, hasta quedarse rendidos y tendidos en la cama. Él encima de ella y aun manteniéndola ensartada.

Afuera de la habitación y aun apoyado contra el muro estaba yo con los ojos bañados en lágrimas y con ambas manos puestas sobre mi pecho, sin poder creer lo que estaba sucediendo y como ese viejo pervertido me la había transformado.

Pasaron unos 5 minutos en el que el silencio reinó en la habitación de mis Padres. Entonces el viejo se echó hacía un lado apoyando la cabeza en la almohada. Ni siquiera tenía el descaro ya de irse a su habitación.

- Duerme conmigo, putita.

- Sí.

Le pasó el brazo por los hombros y ella se volvió hacia él asentando la mejilla sobre su sudado pectoral, alzando su mano derecha para abrazarlo, para pasarle la mano por su pecho, por su barriga, a modo de cariño. No lo podía creer, estaban como dos amantes, que digo amantes, como una pareja de Esposos. Enseguida se puso a roncar y ella se acurrucó más contra él, sin importarle dormirse con su leche, pequeños borbotones escurrían de sus glúteos impregnando la cama.

No la vi aparecer en toda la noche, durmieron juntos mientras yo combatía mi rencor e impotencia. Estaba viviendo otro calvario, cuando creía que deshaciéndome del Cubano todo terminaría. ¿Qué haría yo ahora que ese viejo horrible me había descubierto?, ¿intentaría de evitarlo cuando estuviera en la casa, no quería verles juntos. Mi Madre era su juguete y yo un simple estorbo.


Me quedé dormido en el pasillo sin darme cuenta, y cuando por la mañana temprano sonó el despertador, Mamá dormía dándole la espalda, vuelta hacia el otro lado. Había pasado la noche con ese lisiado, en su propia cama, tras haber sido enculada por ese viejo horrible.

Cuando de pronto, ella despertó en su enorme cama matrimonial al lado de un gran bulto a las 7 de la mañana, una fea canción de su radio-despertador había sido la culpable. A su lado un hombre.. no, su macho, dormía plácidamente como un ángel. ¡Desgraciado.. después de todo lo que le había hecho dormía como un bendito.

Y de pronto, Mamá pareció volver en sí y se quedó mirando a su alrededor por unos instantes con la mirada perdida, estaba como en estado de shock. No recordaba cómo había llegado hasta ahí, lo último que recordaba sin duda era su pasada terapia, sin embargo ahora estaba desnuda, una sola media en su pierna y sus zapatillas de tacón puestas. El camisón traslucido que había usado solo para ocasiones especiales con su Esposo y sin sostén ni bragas. Pero, ¿cómo había llegado a ese estado? Además sentía un cierto escozor entre las nalgas y ese líquido pringoso por todas partes.. el sabor agrio en su boca.

Entonces miró a lado y observó el gran bulto y, comprendiendo que algo terrible había pasado, algo que escapaba a su control, rompió a llorar como una niña.

- ¡¿Q-qué me ha hecho, maldito?!

Lentamente Mamá iba recuperando la memoria acerca de lo que acababa de pasarle y, a medida que recordaba, su desesperación fue en aumento. El viejo despertó mirándola fríamente desde su costado, analizando cada una de sus reacciones, pero el verla ahí desnuda, todavía con restos evidentes de sus fluidos sobre su cuerpo y esa mirada desvalida en su bello rostro.

Sin más se abrió de patas, mostrando debajo de su barriga su miembro gordo y sus güevos flácidos descansado sobre la cama. Y cuando creía que Mamá por fin reaccionaría y quizás llamaría a la policía, por algún extraño motivo, mantenía su vista clavada en aquel miembro y, por mucho que tratara de desviar la mirada, sus ojos volvían a posarse una y otra vez sobre aquella cosa mancillosa que mostraba residuos secos de su propia esencia.

El viejo con total descaro se lo empezó amasar, la repentina acción no pasó por alto a la atenta mirada de mi Mamy y, como impulsada por una fuerza superior, de pronto sintió la necesidad de ofrecerle su mano. Lentamente se fue volteando hacía él hasta tumbarse de costado de nuevo en la cama, recostando su cuerpo de forma que su mano lo alcanzara.

Quería resistirse, concentró todas las fuerzas en detener lo inevitable, pero aún y así se vio a sí misma metiendo la mano entre los muslos de ese animal para sujetárselo con ternura ante la atenta mirada del dueño. A cada paso que daba hacía su humillación se sentía más y más excitada. Y se odiaba por ello.

- Sigues relajada pequeña, atenta a mis palabras y no deseas salir de esa tranquilidad.

- No.. no deseo salir de esta tranquilidad. ¡Por dios, que estoy diciendo.

Y atormentándose sola.. aunque no era así del todo. Era cierto que los remordimientos estaban torturándola, pero extrañamente, junto a la resaca moral, venía también un sentimiento de paz y regocijo que no había sentido antes. Si hasta ahora todo había sido pura hipnosis ahora despierta, tampoco podía dominar esos impulsos que la guiaban a satisfacerse. Seguía siendo la mujer de siempre y seguía teniendo ese temperamento desconocido que afloraba en ella en situaciones como estas, nada a su alrededor había cambiado, salvo que ahora estaba acostada con un viejo lisiado en su casa, en su propia cama y se sentía bien con ello.

El punto era que, a la par de los remordimientos venía un sentimiento de tranquilidad, un sentimiento de que era lo correcto que le decía que, poco a poco, por fin, ser una puta estaba dejando de importarle. Y lo que era peor, ¡lo estaba asumiendo despierta y al parecer le gustaba! Al parecer había comprendido que de nada le servía lamentarse de lo hecho, pues igual lo volvería a hacer de tener oportunidad, y eso me daba miedo a mí, pues por lo visto su libido no tenía límites.. no lo podía permitir.

- Veo que todavía te quedan fuerzas para luchar putita.. pero dime una cosa; ¿qué es lo que quieres que haga ahora mismo?

- ¡Que detenga esto, yo no..

- Cuando cuente tres, despertaras recordando todo lo sucedido durante esta noche, sabiendo conscientemente cuáles son tus sugestiones y que no puedes hacer nada por evitar que se cumplan. Sin embargo no podrás mover, tus piernas estarán totalmente inmóviles y todo tu cuerpo reaccionara involuntariamente a mis palabras como si siguieses totalmente hipnotizada, pues es en realidad es lo que deseas.

Las ideas se amontonaban en la cabeza de la hermosa viuda y Madre. Pensó en decirle al viejo que la dejara en paz, que se largara para siempre y que nunca más le hiciera esas estúpidas terapias, sin embargo cuando habló las palabras que salieron de su boca fueron bien distintas.

- ¡Cúreme, Don Paulino.. Lo necesito.

Y lo que más la horrorizó fue el descubrir que sus palabras habían sido sinceras. Realmente necesitaba la sensación que ese viejo le proporcionaba y tenía que ser él, un viejo lisiado y pervertido quien lo hiciera; lo deseaba con todas sus fuerzas, estaba tan excitada que su vagina empezó a liberar una secreción espesa que resbalaba por sus piernas, poniendo la piel de gallina a su paso y haciéndola estremecer.

- Uno.. dos y, tres.

Los ojos de Mamá se abrieron repentinamente como activados por un resorte. Su cabeza se giró hacia los lados tratando de saber nuevamente donde estaba. Tras hacerlo volvió a mirar su cuerpo y vio sorprendida que toda su ropa estaba regada por toda la habitación y descubrió su desnudez. Una de sus manos tapo inmediatamente su sexo y el otro brazo cubrió sus desnudos pechos. Debía sentirse en una pesadilla.

- ¿P-por qué estoy desnuda? ¿Qué es lo que ocurre?

A medida que los recuerdos de la noche anterior volvían a su mente consciente dejaba de preguntar, ya que ella misma sabía perfectamente lo que sucedía. Sus ojos empezaron a llorar pero su cuerpo se mantenía tranquilo, con una respiración muy pausada.

- Pequeña.. todo lo que hago lo hago por tu bien, para que saques a esa puta que llevas dentro. Sin embargo cuando despertaste en lugar de agradecérmelo intentaste acabar con ello, intentaste alejarte de mí.

- ¿P-por qué?, ¿por qué?- se preguntaba ella desesperada, intentando comprender la situación.

- Me rogaste tanto que viniera a hacerte la terapia, ibas a recaer de nuevo en tu desesperación y eso no está bien. Yo quiero lo mejor para ti, pero te mereces sentir la misma ansiedad que me hiciste sentir.

- Lo siento.. no por favor, que me está ocurriendo.- decía llorando buscando compasión.

- Ya no puedes hacer nada, cuando salga por esa puerta ya no regresaré, no volverás a tener esa sensación de paz que te hago sentir y solo por tu estúpido carácter, volverás a recaer y a tratar de buscarme pero ya no estaré aquí para ayudarte.

- U-usted.. está tratando de engañarme.

- Tú me buscaste, me pediste que me viniera a vivir contigo, que estuviera cerca a tu lado, te sentías indefensa así que solo hice lo que me pediste.

- ¡Mentira, yo no..

- Tú te sientes una puta y yo lo hago solo porque me lo has pedido. No te sientas mal, pero yo al menos haré que al final estés contenta. Levanta los brazos pequeña.

- ¡No lo voy a hacer, cerdo.- dijo Mamá, abandonando la estrategia de dar lastima al ver que no le servía para nada.

- Sí que lo vas a hacer, no puedes evitarlo. Tu cuerpo sabe lo que desea y no puedes engañarle.

- Eso es mentira.- dijo sin darse cuenta que sus brazos ya estaban en movimiento.- ¿Dónde está mi hijo?

- Ves pequeña, si intentas disfrutar el momento será mejor también para ti.

- ¿Que me ha hecho maldito?

- Yo también estoy desnudo, no debes sentirte mal.

- ¿Qué es lo que quiere de mí, porque lo hace?- pregunto angustiada.

- Ahora estas nerviosa, pero puedo asegurarte que si te portas bien en adelante, jamás pasaras por esto de nuevo. Te enseñare a disfrutarlo tanto como yo. Yo no quiero que sufras, quiero que seas feliz pero esta vez te lo tienes merecido. ¿Acaso no has disfrutado estando conmigo toda esta noche?

- Usted.. ¡Usted me ha violado.- gritó.

- Tú me lo has pedido pequeña. Quiero que escuches atenta a lo que te voy a pedir. En un rato, cuando despiertes de nuevo totalmente relajada, recordaras que me has pedido con todas las ganas que me viniera a vivir contigo. Sentirás más ganas que nunca por complacerme, por hacerme feliz. Desearas más que nunca estar conmigo y sabrás que estando yo aquí contigo es más fácil que venga a verte, así que me darás dinero para ya no tener que volver al consultorio a trabajar ya que desde hoy solo estoy para ti, pequeña ¿Has entendido?

- ¡E-está loco, yo jamás haría eso.

- Pequeña, recuerda que me has pedido delante de tu hijo que me quedara, que te sentías tan bien por ello, es por eso que estoy aquí.

De nuevo comenzó a sollozar con todas sus ganas. Sus manos en lugar de tapar su cuerpo tapaban su cara sintiéndose muy avergonzada al darse cuenta de que casi con total seguridad haría lo que le acababa de pedirle ese viejo.

- Y pensar que he creído en usted.- dijo indignada.- ¡Todo es mentira.

- No es mentira putita. Estoy seguro de que te has sentido bien al hacerlo y de que te sentirías mejor si lo gozas como lo has hecho.

- ¡No me he sentido bien.. me ha violado.

- Pequeña, tú me has traído a tu recamara, está tu hijo de testigo.

- ¡Jamás haría algo como eso, cerdo.- grito de nuevo.

- Quiero que me escuches de nuevo putita.- dijo para que se callara.- Ahora vas a comenzar a sentir lo mismo que has sentido cuando escuchas la palabra.. muñeca.- y Mamá quedó inerte en ese momento.- Quiero que sientas como todo tu cuerpo se excita, como un calor muy placentero te invade y tu piel se eriza. Siente todo tu cuerpo erotizado, no te resistas.

- ¡No por favor, no voy a hacerlo.- dijo en voz baja resignada.

- Sí que lo estás haciendo, mira como tus pezones se hinchan puta. Es una sensación muy placentera que no puedes rechazar. Tu misma has disfrutado dándome el culo en casa y has descubierto que es bueno estar conmigo.

- ¡No.. no siga, por favor.- suplico ella.

- Pequeña, no te resistas, todo es muy claro. Desde el primer momento en que te inducí, sentiste una profunda sensación de tranquilidad. Yo he conectado con una parte instintiva tuya muy profunda. Tu sientes que te he invado, y si haces memoria te darás cuenta que jamás te he buscado yo. Tú eres siempre la que viene a buscarme. Claro una vez que me excitas es otra historia. Por más que intentes alejarme, jamás lo lograras. Es muy fuerte la atracción que sientes por mí, que sientes tan oscuro.

- Eso no es cierto.

- Por ejemplo, yo te indique que las terapias debían ser en la habitación que me preparaste, pero tú por puta me has pedido que viniéramos aquí, me has provocado con tus vestimentas. Tú eres la que necesita que yo saque de ti todo eso que sientes por dentro. Si yo te ordenara en este momento que te pusieras a cuatro patas para joderte así lo harías. No lo entiendes, pero te encanta, no te enrosques demasiado, disfrútalo.

- ¡No es cierto.. ¿qué me pasa por dios?..

- Cada palabra que digo te hace estar más caliente, más ardiente. Cada letra que pronuncio te hace estar más deseosa.

- ¡Cállese por favor.

- Muéstrame el culo.. sepárate las nalgas y muéstremelo. Quiero ver cómo te quedo.

A medida que el viejo le hablaba su cuerpo se excitaba más. Aunque trataba de evitarlo sus manos comenzaron a acariciar sus pechos fuertemente y finalmente se arrodilló en la cama mirando hacia el frente levantando su camisón y separó las nalgas como le indico.

- No te preocupa que tu hijo ni nadie pueda verte, solo esa sensación de satisfacerte.

Se quedó quieta en esa posición, lo sintió acercarse y jugar con el dedo en su culo.

- Está un poquito irritado, pero se ve bien. Quédate como estas,- le indico.

- ¡Haga que pare por favor.- dijo jadeando.

- Quiero que sepas que me estás calentando igual que estás tú ahora putita. Todo esto lo hago para demostrarte lo mal que estás y lo mucho que me necesitas, así que quiero que sigas abriéndote las nalgas y mostrándote tal como es, como la puta que eres.

- Por favor no, déjame en paz.

- Te veo feliz y relajada, me parece que estas empezando a entender.

Por toda respuesta se acercó y sus manos fueron derecho a sobarle las nalgas. Le hizo acostar el tórax encima de la cama y sentado detrás de ella mirándole el culo empezó a masajearle con saliva.

- Tienes algún objeto que pueda meter en este culo,- le pregunto.

Mamá le indicó en un cajón de abajo, donde solía guardar todos sus juguetes sexuales que solía usar, y el viejo salió desnudo hacia ellos buscándolos.

- Pero si tienes una gran variedad, ¡Je je je..


Volvió a su posición y con sus dedos muy suavemente empezó a lubricarle el culo. Empezó a meterse la fría punta de un embonador de plástico, y ya frunció en entrecejo al sentir la intrusión. Menos mal que su vagina estaba completamente mojada.

- Te lo voy a meter entero, hasta el fondo. No es la primera vez que lo haces, puta.

- Nooooo..

El viejo lo empujó con fuerza a pesar de la resistencia y vio como el hongo entraba hasta el fondo que gracias a la base impidió que pudiese ir más allá.

- Vamos zorra, hasta adentro.

- Me hace daño, no entra más.- gemía Mamá.

- Claro que puedes, mira.

El desgraciado lo sujetó por la zona de la base, lo sacó casi entero para de un brutal golpe volverlo a introducir hasta que hizo tope, dejándola completamente tapada.

- ¡Uhmm..

- Desde hoy quiero que lo uses a diario, no importa lo que hagas o donde estés, quiero que lo que sientes te excite, recuérdalo puta, es lo único que hay ahora en tu cabeza, satisfacer. ¿Lo harás?

- ¡No, déjame.- dijo llorando.

- Sé que lo harás. Siente como poco a poco crece en ti una enorme necesidad por sentirte usada, sientes como deseas satisfacerme puta. Sientes como necesitas introducirte mi verga en tu boca, sentirlo caliente en tu garganta.

- ¡No por favor, pare..- dijo mientras su excitación crecía.

- Lo necesitas, lo quieres lo deseas, voltéate y hazlo.. Tratalo con todo tu respeto para darle el mejor trato que jamás le has dado a nada en tu vida. Quieres que tus labios entren en contacto con él. Que tu lengua lo recorra en toda su extensión.

- No me obligue a hacerlo se lo ruego.

- Deseas hacerlo cuanto antes puta, necesitas sentir mi semen recorriendo tu boca, tu garganta, en cada agujero de tu cuerpo. Para ti ahora es como si fuese tu única comida y llevases días sin alimentarte. Siente como crece esa necesidad. ¿Lo notas verdad?

- ¡No, vallase.- dijo mientras sus piernas comenzaban a temblar deseosas de poder acercarse.

- Pequeña, ahora quiero que te voltees y te pongas frente a él. Y cuidando de que no se te salga el juguetito.

- ¡No por favor, no lo haga, no siga, se lo suplico.- dijo en un último intento por pedir clemencia.

Inmediatamente se giró y las lágrimas dejaron de brotar de sus ojos. Ya solo tenía un objetivo: saciar esos deseos. Se giró en la cama intentando no moverse mucho por el embonador. Se detuvo de nuevo en frente del viejo y se agacho quedando a cuatro patas, avanzo los últimos centímetros como si fuese una hermosa felina. Cuando tuvo aquel horrible pene en frente de su cara levanto sus brazos y se apoyó en sus piernas.

El miserable se recostó, ya sin tensión y cómodamente, contra el respaldo de la cama. Su mano derecha agarro su cosa con firmeza, parecía querer comprobar lo evidente: que estaba totalmente duro. Muy lentamente empezó a masturbarse mientras con su otra mano agarro sus güevos por debajo, dándose un suave masaje.

Poco a poco sus movimientos incrementaron su velocidad al tiempo que la boca de Mamá se acercaba al glande. Mamá sacó su lengua y comenzó a humedecer sus rosados labios. El viejo se estaba muriendo del deseo pero en el fondo le gustaba esa espera, le gustaba hacerse desear.

- Anda pequeña, prueba el sabor de tu trasero, ¡Je je je..

La boca de la dueña de la casa por fin se abrió y se acercó muy lentamente aquel sucio pene. Se lo introdujo dentro pero aun, ni siquiera lo rozo. Solo se limitó a lanzar unas bocanadas de aire caliente para aumentar si aún cabe decir la excitación de ese pervertido y de nuevo se alejó de él como intentando resistirse.

Por un segundo le miró a su horrible cara, a los ojos. Esa mirada era una mezcla de excitación y clemencia, era como si quisiese las dos cosas al mismo tiempo. Volvió a acercarse aquella masa, esta vez con la boca cerrada y le dio un pequeño beso en glande paladeando el agrio sabor de sus propios fluidos de la noche anterior, acto seguido sacó la lengua y lo lamió varias veces despacio, con mucha delicadeza y una gran cantidad de saliva en su lengua.

Me daba mucho asco seguir observando, creía que esto era solo una pesadilla, pero no me podía mover de ahí, no podía dejar de mirar el alto dominio que ese pervertido tenía ya sobre ella. La dorada cabellera de Mamá se echaba hacia delante al estar agachada y sus manos empezaban acariciar el abultado vientre de ese cerdo.

La lentitud y la delicadeza de Mamá en todos sus movimientos reforzaron mi teoría de que entre más luchara o tratara de resistirse su mente más la hacía doblegarse, pero aún no había visto nada de todas las atrocidades que ese pervertido haría con ella.

Tras salivarlo otra vez comenzó a pasar su lengua haciendo círculos por toda la extensión del glande, abarcando toda su anchura y limpiando todos los residuos que pudieran quedar. Los resoplidos de ese cerdo se hacían notar de inmediato y su verga de vez en cuando embestía ligeramente por lo que Mamá la agarró con la mano para poder lamerla con tranquilidad. Y así mientras su mano le masturbaba lentamente, su lengua jugaba buscando el frenillo.


Mamá se lo chupaba con devoción, le besaba por todo el miembro, comenzando por los güevos y subiendo por toda la extensión del falo hasta arriba y bajando de nuevo, para subir otra vez y empezar a acariciar el glande con la punta de la lengua de manera viciosa.

Lo hacía desde diversos ángulos, asegurándose de embadurnar completamente para que deslizara mejor. Se movía hacia un lado, girando la cabeza y empezó a meterse el pene en la boca lateralmente, como amagando que iba a morderla pero aprisionándola entre sus labios y empujando hacia arriba y hacia abajo para subir y bajar mi prepucio.

- Muy bien putita, lo estás haciendo muy bien. Ves cómo es agradable para ti, disfrútalo.. sé que lo estás haciendo. Ser una puta no es malo, hay que sacarlo y dejar de tener vergüenza. A partir de hoy no solo te vestirás como una puta, también lo sentirás, pondrás atención a cada detalle, a cómo has de actuar para dar placer. Pero esa inquietud te surgirá solo conmigo, no con nadie más. No te resistirás a nada conmigo, cada vez que me veas, que te toque estarás caliente para mí. Repítelo..

- ¡Gh.. No solo vestiré, me sentiré como una puta, con todos sus detalles.. cada vez que lo mirare o me toque me sentiré para usted.- respondió ella parando un segundo en su felación, pero sin dejar de masturbarle.

Apretó fuertemente los labios contra la verga y empezó a mamarla mientras giraba levemente con su cabeza para que su boca rodeara por completo la verga. A la vez que sus labios hacían eso su lengua le chupaba desde dentro, todo lo hacía con una exquisitez extrema. En un momento dado se detuvo, abrió su boca todo lo que pudo e intento introducirlo todo. Por un momento lo logró, el viejo sintió la punta en la caliente garganta.

Estuvo a punto de venirse en ese instante, pero al darse cuenta se lo sacó, se incorporó de la cama y la agarró de la cabeza con una las manos, ya deseaba acabar, no quería seguir jugando, tenía soltarlos si no quería reventar.

- ¡Mírame a los ojos puta, ¡Ooh.. Te los vas a tragar.. las putas siempre desayunan la leche de sus machos.

Y lo hizo al instante, pero en cuanto sus miradas se encontraron el viejo se sintió tan caliente que se vino. Sin dejar de mirarle a los ojos, llenando la boca con su espeso semen. Cuando acabó de soltar toda su lechada, sacó su falo y ella la abrió ligeramente como tratando de demostrarle que efectivamente allí estaba lo que le acababa de entregar.

Poco a poco lo fue tragando y cuando lo hizo empezó a limpiarle el pene con su lengua no dejando ni una sola gota de líquido blanco. Aunque la verga ya no estaba tan dura ella seguía lamiendo para no desaprovechar nada de lo que en ese momento era su alimento.

Se dejó caer de nuevo contra la cama. Vi a Mamá tratando de levantarse con los ojos de nuevo llorosos al ser consciente de lo que acababa de hacer. El viejo no pudo evitar reírse, después de tantas sesiones ya sabía que en cuanto acabara los remordimientos vendrían sobre ella pero no podía hacer nada por evitarlo. Al viejo le encantaba está otra forma de sugestión, y la había encontrado sin querer debido al shock de ella al momento de despertar, era como si estuviera completamente consiente de lo que hacía pero su cuerpo no pudiera controlarlo, haciendo que sus gestos y sus reclamos incentivaran más al viejo en su perversión.

- Relájate puta.- dijo cuándo de nuevo se levantó.- ¿Qué te ha parecido?

- ¡Es asqueroso.- dijo ella, con cara de haber disfrutado gracias a la sugestión.

- Ésta vez las cosas no van hacer igual pequeña, serás tú quien me busque. Quiero que siempre que me veas sientas la necesidad de que te monte y que pongas toda tu alma en lograrlo.

A ella ya casi no le quedaban fuerzas para seguir luchando y aquella orden hizo que Mamá al fin se rindiera al dominio que empezaba a sentir por la situación.

Esta nueva faceta de la hipnosis había tomado al viejo totalmente por sorpresa, ya se había acostumbrado a sugestionarla para así dominarla a su modo, pero ahora sería diferente, tendría a una Mónica Tapia consiente de lo que hacía pero sin poderse contener a sus caprichos y eso para ese pervertido le era más gratificante, aún no había tenido la oportunidad de probar a fondo todo lo que la hipnosis podría ofrecerle como estaba demostrando sus reacciones en este momento. Quiso llevar la situación al límite y, tomando a Mamá violentamente por el pelo, la atrajo hacia él para susurrarle una nueva orden al oído:

- A partir de ahora, cada cuando me veas desearas coger conmigo, vas a sentir más placer del que puedas soportar. Quiero que a cada embestida de mi verga sientas el placer apoderarse de ti, eliminando todo lo demás y llenándote por completo.

- ... me excitaré cuando le vea, sentiré más placer cuando su verga me penetre, eliminaré todo llenándome por completo..

- Si pequeña, es lo mejor para ti.. y cada vez cuesta más resistirte porque yo soy tu macho y me debes devoción, siempre a mi disposición.

- .. siempre a su disposición.- respondió consiente de lo que decía, pero sin poder evitarlo.

- Pequeña, ¿dónde está tu tarjeta del banco?

La respiración de Mamá se aceleró violentamente y sus parpados empezaron a temblar, ella estaba consciente de lo que le pedía y trataba de luchar por impedirlo. Pero el viejo se sentó a su lado y llevó su mano a la barbilla para mirarla fijamente. A pesar de llorar no pudo evitar que su mente y su cuerpo se doblegaran a sus palabras, la hizo caer nuevamente.

- ¿Dónde está tu tarjeta pequeña?..- al ver que se resistía.- Confías en mi pequeña, cada vez más, por eso poco a poco vas revelándome tus intimidades. Sabes que solo quiero lo mejor para ti.. que no quiero hacerte daño y por eso sientes que debes escuchar mi voz y dejarte llevar. Dejar que tu mente se llene con mi voz y hacerle caso. Cada vez eres más feliz, solo hago lo que deseas.

Cuando de pronto se levantó y se dirigió hacia su cajón con ese andar tan robótico y esa mirada de terror al no poder evitar lo que hacía y que cada vez conseguía a ese excitarlo más. Cuando regresó le ofreció la su bolso e hizo intención de ir al baño, pero le dijo que esperara. Miró todas sus tarjetas y su billetera, se dio cuenta de la gran cantidad de dinero que movía mi Mamá, la empresa le ingresaba mucho dinero, tendría el suficiente como para sobrevivir una temporada larga.

Las ganas que tenía por hacerla su puta sabiendo que tenía mucho dinero desaparecieron inmediatamente al ver semejante saldo en las cuentas. Dejó el bolso apoyado en la mesita solo sujetando una tarjeta y se fijó detenidamente en el cuerpo inmóvil y servicial de la dueña de la casa. Esa mirada altiva de reto le fascinaba, giró a su alrededor, le pidió que abriera las piernas y parara su trasero más hacia atrás, dejando su nalgas bien visibles de nuevo.

- Quiero la contraseña de la tarjeta.

- La contraseña de la tarjeta es 0804

- Muchas gracias pequeña.- contestó emocionado.- Ahora ve a traerme un café mientras yo me cambio. Esté día no pienso desaprovecharlo, ¡Je je je..

Mamá se anudó la bata a toda prisa para dirigirse a la cocina, empujando la puerta y dejándola entre abierta mientras se dirigía hacia abajo. Yo alcancé a escabullirme en el armario del pasillo. Apareció mi Madre, completamente desnuda traslucida por la tela del camisón, dirigiéndose hacia la cocina escaleras abajo. Sus pechos grandes se movían como campanas. Estaba toda desmelenada y al verla de espalda me fijé en la nalga enrojecida, con la señal de la mano claramente visible por los azotes.


Al ir nerviosa trastabilló, se curvó para acomodarse los tacones y se le abrió el culo. Tenía el plug bien incrustado en el fondo de la raja, con un grueso pegote de saliva alrededor del ano. El cabrón se lo había estado chupando cuando le dilataba. Se irguió y caminando de esa manera recta y sosteniéndose el dilatador para que no se le saliera se fue a la cocina y le sirvió una taza de café.

La vi regresar de nuevo a la habitación, le vi el chocho sonrojado, con fluido brilloso por el vello. Entró en la habitación dejándola la puerta abierta. Me entraban ganas de arriesgar y asomarse, pero no me atrevía ya era de mañana. Permanecí encerrado en el armario observando por las ranuras. Les oía susurrar, sin diferenciar claramente lo que decían.

Vi una figura ancha adentrándose en el pasillo, al instante apareció el viejo. Fumaba relajadamente, con la taza en la mano, dándole pequeños sorbos. Iba desnudo el muy cabrón, sin importarle que yo pudiera salir y verle. Le vi de espaldas merodeando por el pasillo, como si me buscara. Se detuvo en la puerta de mi habitación pero no se atrevió a entrar, se quedó en mi puerta como escuchando algo.

Vi su culo blanco y encogido, con las nalgas de piel áspera llena de granitos rojos, sus piernas cortas y robustas. Sudaba como un cerdo. Distinguía cómo le relucía el sudor en la espalda y el culo granulado. De repente me dio un vuelco al corazón, estaba parado en mi puerta totalmente desnudo y no había caído en la cuenta de que si la abría comprobaría que yo no me encontraba ahí, podrían entrar y ver que ni siquiera mi cama estaba arrugada. En mi habitación tampoco había cierre así que si se le ocurría empujar estaba perdido.

Afortunadamente al ver que no había ruidos se giró para regresar y pude verle de frente. La barriga le colgaba bajo la cadera, muy ancha, con pelillos por la zona del ombligo, así como unos pectorales fofos, igualmente con pelillos salteados por las tetillas.

Vi su verga gruesa y engurruñada, muy encogida por la flacidez, tan encogida que apenas se le distinguía debajo de la barriga, casi cubierta por el vello denso y negro que la rodeaba. Tenía los güevos gordos y muy rugosos con pelillos largos salteados, empujados por los muslos al caminar.

El glande le brillaba por la felación. Dejó la taza en el barandal y se dirigió hacia el baño del pasillo. Le vi mear de espaldas, viéndole el culo, pudo ver su asqueroso arco de miados entre sus piernas, cayendo dentro de la taza. Al terminar, se la sacudió y se giró para dirigirse de nuevo a la recamara. Vi que de la verga aún le goteaban meados hacia la alfombra, era un cerdo que ni siquiera había tirado de la cadena.

- Trae mi ropa, me bañaré en mi habitación, tu hijo no tardará en levantarse. Tienes que hablar con él, ponerle las cosas muy claras de que ahora yo soy el que manda.

Mi Madre apareció con el cabello ya recogido, cargando su ropa. Como si fuera su esclava, ella le ayudó a ponerse el calzoncillo y los pantalones, luego el muy cabrón se sentó en la cama, ella le puso los calcetines y los zapatos, y después le ayudó a ponerse en la camisa. Le acompañó a la puerta. El cerdo le asestó una buena palmada en el culo.

- Vas a ponerte guapa, ¿eh, zorrita?-. ella asintió temblorosamente-. Dame un beso, anda.

Con los ojos cerrados y la respiración agitada, Mamá empezó a aceptar la lengua de aquel inmundo viejo sobre sus labios. Una mano le acariciaba las caderas y otra un glúteo, probando la firmeza de las curvas sensuales, tratando de abarcar aquel hermoso cuerpo con sus toscas manos.

Se fue si más y Mamá se dirigió a su recamara sin hablar, yo también a la mía a pensar, a arreglarme puesto que tenía escuela, me sentía cansado pues había tenido una horrible noche de mal dormir, sería una mañana muy larga.

.......

Mi día en la escuela fue horrible, estaba cansado y perturbado por todo lo que estaba viviendo en mi propia casa, ni siquiera podía concentrarme en mis estudios y siempre me encontraba distraído. A medio día regresé con las únicas fuerzas para llegar a mi cama. Giré la llave de la puerta y entré, con algo de desconcierto pude comprobar que mi Mamá no estaba por ningún lado, lo primero que se me vino a la cabeza es que hubiese salido con alguna de sus amigas, pero enseguida recordé que la camioneta seguía estacionada en el garaje y comprobé que todas las llave estaban colgadas en su respectivo sitio.

Seguramente había preferido descansar al igual que yo de esta noche tan intensa, pensé tranquilamente ya que así podrían yo también hacerlo sin tener interrupciones de nada. Pero fue en el momento que observé que la puerta de la habitación de mi Mamá estaba abierta y que en su interior estaba toda la cama desordenada como esta mañana, y eso no era normal para una mujer tan ordenada como ella.

Mi Madre tenía por costumbre que siempre al levantarse no hacía nada sin antes orear la habitación y rehacer las sabanas. Todo fue muy rápido, pues el desconcierto, la nerviosidad y lo observado esta mañana invadieron mi mente y cuerpo, debido a que en el momento en que vi el lecho de mi Madre y que este estaba todo desordenado escuché risas y una conversación que venía entrando desde la puerta del jardín, situación que hizo que en forma automática inspeccionara más detenidamente la habitación en cuestión y fue cuando desde el balcón observé hacía el jardín que la puerta de la habitación del lisiado estaba abierta y que había dos camastros alrededor de la piscina con algunos vasos señas de que alguien había estado todo el medio día ahi reposando.

Y ya sin tener tiempo de reacción fue cuando me asomé por el barandal hacía abajo en donde crudamente se me borraron todas mis dudas. Con aterrados ojos vi a mi Madre descalza y envuelta solo en una toalla de baño de las normales, ni siquiera era de las grandes que la taparan un poco más pensé para mis adentros, además que era obvio que debajo de la toalla no traía nada puesto, pero lo más perturbador para mi mente alterada es que venía saliendo con su pelo mojado, con las mejillas sonrojadas y tomada de la mano de ese grotesco cuerpo obeso del inigualable renco, quien se encontraba todo sonriente y a torso desnudo, ya que este estaba solo tapado desde cintura para abajo también con una mísera toalla.

Su rechonchete cuerpo robusto y con su tremenda panza peluda blanquenque contrastaba con el rosado y bien formado cuerpo de mi Madre. Una inducida Señora Tapia casi se murió de un infarto cuando vi a su pequeño hijo de 12 añitos parado en el barandal de la segunda planta y viéndola entrar del jardín casi desnuda y tomada de la mano de un viejo que no era su Padre.

- Anda pequeña, vístete como me gusta y prepárame algo de comer estoy hambriento.- tenía el cinismo de pedirle.

Pero sus bellas facciones de MILF'S automáticamente se borraron de su cara dándole paso a una marcada expresión de vergüenza, lógicamente y en forma acertada, ya tenía claro que ella (la respetable Señora Tapia) y el viejo renco se habían estado divirtiendo en la piscina aprovechando que él (El despistado Pedrito), había estado enfrascado en sus estudios.

- ¡P-Pedritoo.. M.. Mijo, pero que haces aquí a esta hora…!?, si se suponía que no llegarías hasta las 3 de la tarde!,- me consultó entrecortadamente a la misma vez que rápidamente le soltaba la mano del viejo y que este sonreía tan descaradamente.

- Llegué antes..- fue todo lo pude balbucear en el momento que iba bajando su vista al suelo, de reojo vi como mi Madre intentaba taparse más con la mísera toalla y le hacía señas al viejo para que este se fuera hacía el jardín.

Yo no supe en qué momento mi estómago se llenó de nudos de pesar, ni que mencionar las lágrimas que intenté disimular, eran lágrimas de impotencia, ya que mi Madre, aquella mujer flamante quien tenía en un alto pilar puesta solemnemente en virtud de la rectitud y como también de la abnegación, la sabía atrapada bajo las garras mentales de un viejo lisiado que se había apoderado de su cuerpo y mente.

Una vez que se cerró la puerta que daba hacía al jardín en el momento en que el casi desnudo y extraño lisiado salió, Mamá rápidamente subió las escaleras y le habló a su hijo:

- Pedrito.. mi amor.. nosotros dos debemos tener una conversación. Deja vestirme y te lo explicaré todo..- me decía una contrariada Sra Tapia quien ahora se sujetaba la toalla con una mano empuñada a la altura de sus pechos para que esta no se le cayera.


- No te preocupes Mamá.. lo entiendo todo.- junto con decirle esto me limpiaba las lágrimas de la cara, era la primera vez que me encontraba de frente, cara a cara a Mamá junto a uno de esos cerdos.

- No hijo.. debemos hablar los dos..- insistía mi bella progenitora sin saber qué hacer para hacerme entender ante tan comprometedora situación en que la había sorprendido.

- No Mamá.. lo entiendo, ese Vi.. Señor.. solo intenta ayudarte.- le dije puesto que no era culpa de ella, sus reacciones no eran de ella si no de las sugestiones de ese maldito.

- ¡Hijoo.. por favor hablemos.. Perdóname.. solo es que..- intentaba explicarle pero sin saber ella también lo que sucedía.

- ¡No, Mamá.. No te preocupes, solo cúrate sí.. ¡Snifss.. por ahora lo único que es importante es que estés bien..- mi angustia y la impotencia me hacían sentirme miserable, yo miraba en sus ojos que ella trataba de luchar, pero sin encontrar resultado.

- ¡Pedrito.. por favor perdóname..

Naturalmente yo me iba retirando a mi habitación tal como lo dije antes, pero en esta situación aunque la parte que cometió tal aberración, en este caso era el viejo, cada día que pasaba ella se encontraba más sumida en una situación a la cual no le hallaba salida, que le podía decir, que estaba bajo el influjo de ese animal, que sabía todo lo que pasaba y que me había amenazado, ese viejo podría lastimarla, y a mí mandarme lejos con una orden inducida en la cabeza. Por ahora no podía hacer nada, pero estaría al pendiente hasta que ese viejo inmundo cometiera un error.

Y lo que más coraje me daba era que quizás en estos precisos momentos el inmundo lisiado se vestía muerto de la risa al ver nuestra impotencia, el hijo de puta jamás imaginó que las cosas le salieran tan bien como estaban sucediendo, ni en su puta vida hubiese imaginado aquel día cuando la flamante rubia vestida de aquella manera tan sensual y despampanante en su vestido rojo le suplicara ayuda.

Casi una semana había trascurrido para lograr acostarse con ella a base de mentiras y dichas sugestiones, diciéndole que él estaba ayudándole y que sus síntomas eran por aquella mujer deseosa y oscura que llevaba dentro, siendo que la verdad en parte era distinta, ya que él pervertido la había estado espiando desde aquella rejilla como a muchas otras mujeres que iban al consultorio buscando una salida para sus depresiones, pero el pervertido viejo aprovechaba las sesiones y su anonimato para matarse a pajas y hacer de las suyas.

Ahora estaba plenamente dedicado a enviciar y envilecer el hogar de esa flamante hembra que el destino le había puesto en bandeja de plata, además ahora tenía carta abierta para meterse a su habitación a la hora que él lo quisiera se estaría agasajando con esa vulnerable y buenota MILF'S todas las veces que pudiera.


En el momento en que el viejo lisiado hizo cuentas del tiempo que nos tardaríamos dialogando, entró de nuevo a la casa encontrándose a una desesperada Madre de 39 años en la cocina pensante que lo único que atinó fue a sentarse en la silla intentando tapar su cuerpo con la mísera toalla que llevaba puesta. Ella sin darse cuenta puso uno de sus bien ponderados muslos blancos por encima del otro. Lo que le cubría la pequeña toalla era lo mínimo.

El caliente viejo miraba fijamente a esa atractiva mujer madura adornada por unas tímidas lagrimas que se vislumbraban a la altura de sus pómulos, sonriente se deleitaba de la situación sintiéndose ganador, y eso es lo que más le calentaba al pervertido, era el ser consciente de que ya a estas alturas esa mujer haría todo lo que el quisiera, y estaba lejos de querer dejar las cosas así para largarse, sabía que debía ser prudente para sacar el máximo de provecho posible a tan exquisita situación.

- Que pasó allá arriba, el chamaco se dio cuenta de algo?,- le consultó en forma aborrecida y como solapando su burlona consulta.

Pero Mamá no estaba para darle cuenta de estos detalles, si bien hace un rato ella estaba presta para prepararle un rico y abundante refrigerio para luego pasar la tarde juntos ahora la situación cambiaba abruptamente:

- Es usted un maldito,- respondió luchando contra sí, pero las sugestiones volvían hacerla doblegar.- Por favor discúlpeme por lo desconsiderada que voy a ser con Usted, pero creo que lo mejor por ahora es que se retire.

- Pues no me iré putita rica, como la ves..- respondió poniéndose en frente.- Tu sabes que yo lo único que quiero es lo mejor para ti y tu hijo, ¡Jejeje..

- No.. yo.. lo sé don Paulino.. y perdóneme por estar pidiéndole que se vaya.

- Tranquila pequeña.. ahorita mismo me estoy yendo para que me arregles esta situación. Recuerda lo que hablamos, en poco tiempo quiero tu hijo entienda que lo hago todo por ti, quiero tener camino libre para venirme a quedar contigo todas las veces que yo quiera, así cuidaré de ti para que no recaigas y te pase algo malo, ¡Je je je je..

- No se preocupe don Paulino.. yo sé que lo hace para ayudarme, y sé también que una vez que se lo explique todo a él, también lo entenderá.

Aunque Mamá intentara con todas sus fuerzas a tratar de luchar, tenerlo cerca le excitaba y los signos de excitación eran visibles en su rostro cuyas mejillas se encontraban encendidas. El viejo tuvo que hacer un esfuerzo para sobreponerse al morbo que le producía la situación, pues, aunque la bella dueña de la casa no fuera consciente de ello, él sabía perfectamente lo que ella sentía pues las sugestiones de esta mañana se lo estaban provocando. Y, tratando de mostrarlo, el viejo se dispuso a contarle sus planes.

- Pequeña, hay algo que he estado pensando: Verás, es que resulta que yo.. tú.. ¡Je je.. éstooo.. a veces eres tan amable conmigo.. y eres tan hermosa que.. yo.. a veces.. me siento con las ganas de protegerte..

El viejo estaba empezando a sudar como si hubiera entrado a una sauna. Había estado planeando este momento durante estos días y sin embargo, ahora que al fin ya se estaban aclarando las cosas en la casa, aún la sentía a ella resistirse.

- ¿A.. a que se refiere?

Las confusas palabras del viejo habían logrado despertar una viva curiosidad en el ánimo de Mamá que esperaba nerviosa por saber lo que su intimo huésped tenía que decirle. El lisiado le miraba directamente a sus bonitos ojos azules, sintiendo el momento para soltar su dardo.

Finalmente se armó de valor y, masticando una a una sus palabras, le expresó la idea que durante estos días había estado planeando:

- Verás pequeña. Viendo cómo se han estado acomodando las cosas y todo lo que he estado haciendo por ti. Estoy completamente seguro que juntos podríamos lograr hacer una vida.. tú estás sola al igual que yo y.. lo mejor sería formalizarlo.

El inmundo lisiado llevaba toda su vida completamente solo, siendo prácticamente un ermitaño y, desde el primer momento que tuvo la oportunidad, por cosas del destino había encontrado en Mamá el sol que alumbraba su cielo. Aunque nunca se imaginó que así se le dieran las cosas, en su mente pervertida creía que esto que estaba pasando podría ser real, que realmente podría hacer una vida con nosotros.

Ahora que al fin había confesado su más pervertida fantasía y al ver las reacciones de ella estos últimos días más se la creía y se sentía fuerte. Acercó sus labios al rostro de su amada tratando de sellar con un beso su propia perversión. Pero entonces ella, aún sorprendida por la repentina confesión que acababa de escuchar, alejó rápidamente su cara, presa de un sobresalto, al ver de pronto invadido su espacio vital.

- ¡¿Qué hace?! Lo siento.. Tiene que entenderlo.. c-como se atreve.

El viejo se quedó petrificado, aquella inesperada reacción había conseguido helarle la sangre en las venas. Estaba dispuesto a afrontar cualquier respuesta directa, pero ahora que había dado el paso, se veía incapaz de sufrir esa angustiosa indeterminación así que, aunque le dolía volver a hacerlo, decidió usar de nuevo su poder para sonsacarle a su amada una respuesta que resolviera sus dudas de una vez por todas.

- Escúchame bien, pequeña. Ahora vas a contestarme. Quiero que me digas de una vez por todas lo que sientes por mí. Vas a ser sincera y clara: me lo dirás todo sin olvidarte de nada.

Mamá empezó a sentir de nuevo una fuerza extraña que la impulsaba a hacer las cosas al margen de su voluntad y, sin que pudiera evitarlo, de su boca empezaron a brotar palabras sinceras.

- Yo.. yo no siento nada por usted, sólo lo hago porque me hace sentirme bien, y no quiero que se vaya pues me ayudado mucho.. pero la sola idea de que estemos juntos me parece ridícula. Usted y yo estamos en dos niveles distintos, es demasiado insignificante y viejo para mí. Parece mentira que no se dé cuenta, yo nunca me fijaría en algo como usted. El único motivo de que esté aquí es solo por las terapias, una vez que me sienta fuerte usted.. se irá.

Mamá se quedó horrorizada por la crudeza de sus propias palabras, como todos la conocemos, Mamá era una persona fuerte, altiva y sincera. Y ahora que el renco se lo había pedido, pudo sacar lo que realmente pensaba y sentía sobre ese animal. Ahora tenía que afrontar sus propias palabras sin saber aún cuál sería la reacción de su dominador.

- Lo siento, don Paulino, no sé por qué le he hablado de esa manera. Por favor, perdóname, no quería hacerle daño.

Sin embargo el daño ya estaba hecho en el resentido lisiado. Y el viejo sabía muy bien que todo lo que había oído era la pura verdad, él mismo la había obligado. Y era precisamente la absoluta certeza que tenía en la sinceridad de aquellas palabras lo que más dolor le causó. El viejo creía estar preparado para cualquier respuesta, sin embargo nunca había imaginado que la realidad fuera tan terrible. Viejo, ridículo, insignificante.. aquellas hirientes palabras se clavaban en su mente, dinamitando sus sueños más queridos, mientras una expresión de odio se reflejaba en sus ojos.

Pronto su desolación dejó paso al odio y sintió oscuras ansias de venganza apoderarse de su alma. Mamá vislumbró el furor en los ojos del viejo y trató de alcanzar la puerta en un último intento desesperado por huir de la situación. Sin embargo una voz firme la detuvo en el acto.

- ¡Quieta.. quédate dónde estabas y no te muevas.

De pronto Mamá sintió que su cuerpo no le respondía y, por mucho que anhelaba salir de aquél espacio tan incómodo, permaneció inmóvil a la espera de lo que pudiera pasar. Empezaba a estar realmente asustada y la perversa mirada de su captor no avecinaba nada bueno para ella.

Durante todo este tiempo Mamá se había comportado con él amable y servicial puesto que le ayudaba, sin embargo ahora la veía tal y como era, una mujer altiva y de carácter. Decepcionado al fin de poder realizar sus enfermas fantasías, el lisiado empezó a ser consciente de las verdaderas posibilidades que le ofrecía la situación.

Para un viejo de su edad y de su físico estar cerca de una mujer como Mamá era más que un sueño lejano e inalcanzable, con la diferencia ahora de que una mujer con esas características se encontraba ahora totalmente a su merced, dispuesta a cumplir cualquier cosa que le ordenara aún en contra de su voluntad.

El pervertido volvió alzar la mirada contemplando de arriba a abajo el voluptuoso cuerpo de la Sra de la casa, sin sentir ya ni el menor asomo de escrúpulos. Estaba decidido a realizar sus perversiones si o si, al menos hasta que el tiempo se lo permitiera y sus manos se abalanzaron sin ningún pudor sobre los desprevenidos pechos. Mamá trataba de luchar enérgicamente, sin embargo su cuerpo permaneció inmóvil exponiéndola sin remedio a los tocamientos.

Entonces empezó a luchar.

- ¡Déjeme, viejo.. ¡¿Qué está haciendo?! ¡Deténgase por favor..

Sin embargo el pervertido no se detenía y siguió explorando con sus manos el cuerpo de la indefensa Madre que empezó a llorar desconsoladamente. Con tan solo mirarla a los ojos, el lisiado consiguió que ella enmudeciera y Mamá contemplaba en silencio como su cuerpo era mancillado nuevamente por las manos de aquel cerdo.

Lo único que le quedaba en esos momentos era mantener la cabeza erguida y aferrarse a su dignidad, así que mantuvo en todo momento el semblante serio y la mirada fija en su agresor. Pero su moral se quebró definitivamente cuando el viejo metió la mano por debajo de la toalla y empezó a reírse de ella al encontrar su intimidad empapada.

- ¡Oh.. ¿Pero qué es lo que tenemos aquí? Supongo que no es por el agua de la piscina.. ¿o es que te calientan los viejos feos e insignificantes como yo?

A pesar de sentirse completamente atrapada, aún quedaba algo de fortaleza en Mamá que se resistía a contestar las sucias y malintencionadas preguntas del viejo. Pero el muy cabrón estaba decidido a destruir hasta el más remoto vestigio de resistencia, con intención de humillarla, se sacó la verga del pantalón y empezó a pajearse ante los desorbitados ojos de mi Madre mientras con la otra mano la manoseaba groseramente por debajo de la toalla.

- Ahora contesta a la pregunta que te he hecho puta, dime, ¿qué estabas haciendo conmigo antes de que tu hijo llegara?

El viejo clavaba sus ojos endemoniados en ella, convencido en todo momento de su triunfo y mi indefensa Madre empezó a sentir cómo su voluntad se resquebrajaba en mil pedazos hasta abandonarla definitivamente.

Y finalmente respondió a la pregunta entre sollozos.

- Estaba bañándome con usted desnuda.

Al decir estas palabras Mamá no pudo contener la mirada por más tiempo y tuvo que apartar los ojos, avergonzada por lo que estaba diciendo. Él había vencido nuevamente y, con una sonrisa triunfal en el rostro se dispuso a aclararle de nuevo la situación.

- Todavía no entiendes lo que está pasando, ¿verdad?.. Ahora eres mía; conservaras tu personalidad y emociones pero, a partir de ahora, te mantendrás a mi lado y me obedecerás en todo momento, pues tu único objetivo en la vida será saciar mis deseos.

El grotesco lisiado seguía acariciándose la verga con una mano mientras la otra exploraba sin piedad el cuerpo desnudo su bella anfitriona.

- Ahora ponte de rodillas en el suelo y chúpame la verga. No te importa que tu hijo baje y te vea chupando como una zorra.

Mamá comprobó incrédula cómo su cuerpo se doblegaba ante la orden, hincando sus rodillas en el suelo de su propia cocina. Pronto empezó a degustar el sabor de aquella cosa, entrando y saliendo de su boca como mismo había hecho esta mañana, mientras sus labios se cerraban alrededor del grueso aparato del viejo que tanto odiaba.

Por muy humillante que la situación le resultara, Mamá no pudo evitar que sus expertas manos acariciaran los güevos, aventurándose entre sus más escondidas fantasías para satisfacerle. Pronto el viejo pudo sentir como aumentaba la presión que Mamá ejercía con los labios alrededor de su verga. Ella empezaba a sucumbir a sus propias caricias, trasladando su creciente excitación al duro tronco que estaba favoreciendo.

El lisiado estaba disfrutando al máximo su poder de autoridad; pues el morbo de ver a esa exuberante rubia degradándose ante él en el suelo compensaba todo lo que ella le había menos preciado anteriormente con sus palabras. Veía su cosa desaparecer en la boca de la desconsolada mujer que se esforzaba en chuparle la verga, aunque fuera en contra de su propia voluntad.

Mamá ya ni siquiera se quejaba, no podía. Su voluntad había quedado anulada por completo y ahora solo chupaba y gemía mientras intentaba satisfacerle. Cada momento que pasaba en esa situación la hacía sentir más perdida y humillada. En un último intento desesperado, ella alzó su mirada implorante en busca de la piedad de su captor, pero en sus ojos solo había rabia por seguir humillándola.

Cuando viejo se hubo cansado de aquella abusiva mamada, le ordenó que se pusiera contra el mueble de cocina y se quitara la toalla, ofreciéndole su culo redondo y perfecto. Mamá comprendió enseguida las intenciones del horrendo viejo cuando sintió un dedo hundirse en el interior de su estrecho ano sin ninguna delicadeza.

- Quiero que siempre cargues ese juguetito dilatándote el culo.. quiero que siempre estés lista para mí, para cuando a mí se me antoje venirte a encular.

Quería llorar pero las lágrimas nunca llegaron a sus ojos. Ni siquiera fue capaz de hablar cuando aquel hinchado miembro invadió sin previo aviso su esfínter, violando impunemente su entrada posterior sin otra lubricación que su propia saliva.


Aquella intrusión le ardió por dentro y, cuanto más luchaba por zafarse, más dolor le producía. Pronto comprendió que era mejor rendirse al relajar su cuerpo. El degenerado lisiado, ésta vez, le había dejado a su voluntad un cierto margen para que pudiera resistirse un poco, disfrutaba viéndola retorcerse a cada una de sus embestidas. Por eso, cuando sintió que ella se estaba dejando llevar, su excitación se incrementó.

El desdichado viejo había metido ambas manos bajo los brazos de Mamá y estrujaba sus duros y bien formados pechos, entreteniéndose martirizando sus adoloridos pezones. Al sentir a ella acompasando la respiración con sus embestidas, consciente de que lo estaba disfrutando, desvió una de sus manos hacia el monte de venus que se escondía entre los temblorosos muslos de su esclava. Encontrándolo empapado, sabía que ella estaba a pesar de resistirse y aborrecerlo no podía evitar disfrutar.

- ¡Voy a estar contigo lo quieras o no.. tú vas a ser mi mujer y yo voy a ser tu hombre no importa que te resistías o me aborrezcas. ¡Voy a ser la imagen paternal que tú y tu hijo necesitan.. repítelo.

- U.. Us.. Usted.. es la perfecta imagen paternal que el necesita.

- ¡Claro que lo soy, y vas a terminar amándome.. gozando todos los días por el resto de tu vida conmigo.. es más a tu hijo le daremos un hermanito, con este tremendo pedazo de hembra que tiene por Madre. Qué bonita familia vamos hacer, yo.. como el legítimo dueño de todo, ¡Je je je je..

Con semejantes planes para nosotros, el golpe de morbo que le sacudió en ese momento hizo que sintiera un máximo placer, corriéndose entre espasmos en el recto de la doblegada Madre, preso del orgasmo más intenso que recordaba haber tenido en toda su vida.

Aún necesito unos segundos para recuperarse antes de sacar su pene ya flácido del estrecho culito de mi Madre, aprovechando la ocasión para mantener sus glúteos separados y contemplar como un reguero de semen escapaba de su ano resbalando por sus muslos hasta hacer un charquito en la cocina.

- ¡Uff.. Vamos hacer muy felices, putita. ¡Oh, Ahora date la vuelta y bésame.

Mamá seguía avergonzada y su mirada no osaba cruzarse con la del pervertido viejo. Sin embargo al besarle, no pudo evitar aventurar su lengua en la boca de su agresor, buscando ansiosamente encontrarse con la suya. Sus lenguas estuvieron jugando entre ellas, entrelazándose en el interior de sus bocas, confirmando lo que el viejo ya sabía: ella consiente de lo que hacía y a pesar lo había disfrutado.

Y, satisfecho con su nueva sumisión, acariciaba aquel hermoso trasero, todavía desnudo, el mismo que pretendía que fuera eternamente suyo.

- Bien, si es así entonces me voy.. necesito que vayamos a esas tiendas que tú conoces, donde venden ropa caras, ¿ahora qué voy a vivir contigo tengo que andar presentable, no?.. Para cuando me presentes a tus finos conocidos, ¡Je je je..

En eso el renco maldito por fin se retiró dando por terminada la confesión de sus perversos y aberrantes planes que tenía para nosotros con un sonoro y potente portazo. Y así fue la tarde de aquel día jueves en la casa de la familia Tapia, conmigo encerrado llorando y cansado en mi habitación, y con mi Madre a cada 10 minutos golpeando la puerta para intentar explicarme que ella con el buen samaritano don Paulino tenían una aberrante relación.

Así en mi soledad y tristeza no había una sola hora en que no recordara el grotesco e infame momento que sentí al ver a mi Madre directamente a los ojos casi desnuda y de la mano de ese viejo horrible que también se encontraba en las mismas condiciones que ella, pero lo más terrorífico para mí era que el viejo con el cual ella se encontraba atrapada bajo el embrujo de las sugestiones, también me había amenazado a mí con destriparme o separarme lejos de ella, situación que me hacían odiarlo más terriblemente todavía, el muy miserable no se había conformado con habérselo hecho a ella casi a la fuerza todas estas veces, sino que también osó amenazarme a mí si se lo contaba a alguien o llamaba a la policía.

Mamá me insistía casi llorando desde afuera de mi habitación que la perdonara, que debían hablar de la situación, que el señor Paulino solo la estaba ayudando, que le había prometido que él se ocuparía de nosotros dos (… y claro que el viejo sin vergüenza deseaba ocuparse más de ella misma), y así muchas cosas más, pero ella siempre preocupada de la situación y me decía todo eso para no asustarme, sin imaginar que todo eso yo lo sabía, hasta que la dolida Sra Tapia entre sollozos se retiró a su habitación.

Más tarde se puso a limpiar su habitación. La habitación hedía a sexo. Recogió su ropa y varios vasos vacíos donde ella misma le había preparado los tragos, su atuendo provocador, su consolador dilatador, esas bragas impregnadas del semen de ese cerdo. Las olió, se excitó, pero al final se contuvo. Más tarde, yo ya más tranquilo y consiente de que ella al igual que yo estábamos pasando por un infierno, decidí hablar con ella a sabiendas de no era su culpa lo que estaba ocurriendo.


Estaba de espaldas acomodando su ropa. En bragas y con una blusa blanca, por la parte de atrás al llevar unos cacheteros la fina línea se le introducía entre sus dos cachetes traseros. A pesar de las cosas que le pasaban tenía un cuerpo perfecto, un tipo imponente, digno de la mejor modelo profesional. Yo me quedé paralizado al verla de esa forma, ya que por lo regular cuando anda en lencería cerraba por completo su cuarto.

- Mamá..- le interrumpí mientras ella ventilaba su habitación.

Se curvó hacía delante, provocando que sus nalgas se abrieran más, y mostrase de forma clara su sexo en esa posición mucho más erótica, con el abultado relieve de su vagina expuesta a mi mirada.

- ¡Mi amor, perdóname.. yo no sé qué me pasa, estoy asustada, el Sr Paulino me calma, yo no sé..

- Lo se Mamá pero.. ¡tiene que respetar las normas de convivencia. No tiene respeto por nada, anda casi desnudo por la casa. Deberías prohibirle que vaya así por la casa.

- Mi amor.. él hace su vida y nosotros la nuestra. Gracias a él voy pasando este mal momento, si eso te molesta se lo diré, pero de momento no puedo echarlo.

- Sé que anoche estuvieron juntos en tu habitación.

- ¿¡Qué tonterías estás diciendo Pedro? ¿Por quién me tomas?

- No me gusta cómo te mira.

- ¡Estás obsesionado, Pedrito.. y yo estoy muy cansada como para que también tenga que soportar tus absurdos celos.

- ¡Dile que se vaya Mamá, saldremos adelante.

- No puedo mi amor, ..lo necesito.- volvió a sus quehaceres, mostrando la misma indiferencia que el día anterior.

Era consciente de que, a pesar de que ella se resistía, las sugestiones la atraían sexualmente a ese viejo, pero no quería perderla, no podía agobiarla permanentemente y tenía que asimilar que Mamá por ahora lo necesitaba.

- ¿Quieres que se vaya? Adelante, díselo, pero si no fuera por él yo no sé cómo estuviera ahora. Lo necesito, entiendes.

- Sólo pido un poco de respeto.

Entendía que si ese viejo se marchaba lejos, todo volvería a ser como antes. Todo quedaría como una amarga experiencia. Podría soportar sus descabelladas situaciones de su oscuro temperamento, pero nadie abusaría de mi Madre hipnotizada

- Sé lo que has sufrido, Mamá.- le decía-, pero puedes ir con un verdadero psicólogo.

- Las circunstancias me han obligado Pedro.- añadió ella-. Ahora está aquí y hay que afrontarlo, ¿de acuerdo?- me pidió dándome la espalda.

- Lo se Mamá, pero..

- No quiero volver a hablar del tema.

- No te preocupes, no lo haremos.- dije molesto.

Aunque yo la veía con un carácter más frío y despectivo conmigo. Lo entendía, necesitaba tiempo para superar esto, para pensar cómo sacar a ese horrible viejo de la vida de mi Madre, estaba abusando físico y mentalmente de ella, obligándola a perversiones dantescas. Trataba de hacerla despertar, aunque muchas veces a ella le resultaba empalagoso y me pedía que la dejara en paz.

Entendía que debía armarme de paciencia, esto estaba siendo otra experiencia muy dura, no quedaba más resignación que la paciencia. Pero el tormento como observador consentido no había terminado.


Esta misma tarde, Mamá se hallaba en la cocina ordenando los trastos, de pie, con su estrechito atuendo de deportes, ligeramente inclinada hacia la superficie. Escuché que el viejo se acercaba con ella por detrás. El viejo, como siempre, podía verle las nalgas enfundadas en esas ajustadas mallas. Se detuvo cerca de ella. Mamá se irguió y se giró hacia él.

- ¿Desea usted algo, don Paulino?

- Lo que te pedí hace un rato.

- ¿Qué?..

- Que me acompañes a las tiendas para comprarme algo de ropa. No me gusta andar en estas fachas ahora que vivimos juntos.. todo el mundo pensara que soy un simple trabajador, ¿y no lo soy verdad?

- P-pero yo no quiero..

- Irás, porque yo lo digo, y porque a ti te hace bien salir.. te hace sentir bien.

- Claro que no, don Paulino.. estaré encantada de acompañarle.

El viejo extendió el brazo y con la mano la acarició bajo la barbilla.

- Muchas gracias, pequeña. Ponte guapa, ¿de acuerdo?

- Sí, sí, no se preocupe.

Yo estaba terminando una de mis tareas en el salón cuando le vi venir al viejo. Dejé lo que estaba haciendo y le miré con odio, con temor. Incluso con amenazarle con denunciarle por sus abusos, encolerizado, desafiante, pero sabía que Mamá le defendería y tuve que tragarme el orgullo.

- ¡Eres un chiquillo muy entrometido.. tu Madre y todo el mundo va a saber lo pervertido que eres. ¿Te gusta ver como se la hincan a tu Madre, que le miren las bragas, maricón. Adelante, denúnciame.. veremos quién sale más perjudicado.

- ¿Está loco? Yo no le tengo miedo y se lo que hace.

- Tú no sabes nada, eres un tonto.. ¿Quieres destruir a tu Madre? ¿Qué todo el mundo se entere? ¿Quieres verla en la calle prostituyéndose?- sólo le miraba y recibí una palmadita en la cara-. ¡Contesta, ¿quieres ver a la puta de tu Madre en la calle?

- No se atreverá..

- ¡Pues cierra el pico y no le digas nada. Tú calladito y nada les pasará, es más si te portas bien le diré que te compre un teléfono nuevo para que sigas metido ahí.

- No quiero nada..

- Pues te lo vas a perder, y para que sepas pronto voy a ser tu Papá, ¿me has entendido?..

Y me dejó ahogado en mi pesadumbre. Estaba tan desanimado, que apenas me concentraba en las cosas y ahora quería llevársela de compras para vaciarle las tarjetas, para comprarse ropa y todo lo que ese inmundo quisiera.

- ¡Espabila, tonto, que me estás enfadando, ¡Me tienes hasta los putos güevos..

- ¿Cuánto quiere para dejarnos en paz?- le pregunté intentando sobornarle.

- ¿Me vas a pagar?, ¡Je je je..

- Solo quiero que deje a mi Mamá.

- Pues no y de una vez te lo digo, ya la estoy convenciendo para que se case conmigo.. por cierto, me prestas a tu Mamá.- yo empalidecí.- Quiero que me acompañe para irme a comprar unas garritas. Espero que no te importe, me imagino que querrás un Papá bien vestido, ¡Je je je..

Titube un poco, nervioso por la propuesta, pero al final me achiqué ante el carácter del lisiado.

- Muy bien, tontín.. así me gusta,- dijo despeinándome.

Y siguió su camino, dejándome como un pasmarote plantado en mitad de la sala. Al final me fui a mi habitación observando desde mis monitores decepcionado por no poder ayudarla a ella arreglándose en el baño, retocándose su dorada melena y el maquillaje de la cara ante su espejo.

Trataba de resistirse pero, por mucho que se esforzó, no fue capaz de culminar hacía sus demandas, se imaginaba del lado del ese viejo caminando por las tiendas que ella frecuentaba, luciéndose ante todos como una mujer atractiva, imponente. Pensaba en su atuendo, uno que la llenase plenamente, tan solo en par de semanas su estilo cambió, se había vestido tan provocadoramente que ya no le importaba exhibirse así frente a su hijo. Todo aquello era nuevo para la hermosa Mónica, cuya sensualidad, hasta entonces reprimida, había estado solo en sus fantasías.

Sin embargo, la confundida Viuda de Industrias Tapia llevaba varios días sumida en un estado de excitación permanente inducida. Cada vez que miraba al viejo o este se le acercaba sentía unas ganas crecientes de masturbarse mientras todo tipo de obscenidades cruzaban por su mente. Y siempre terminaba con una imagen fija en su perturbada cabecita. Visiones la obsesionaban. No recordaba por qué sentirse así, pero en su mente se dibujaba nítida la imagen de ese viejo dándole órdenes con expresión severa mientras sujetaba firmemente su erecto pene entre los dedos de su puño.

El recuerdo de aquella cosa hizo que Mamá sintiera la necesidad de tocarse. Lentamente fue deslizando la mano bajo el pantalón ajustado de sus mallas hasta llegar a su rubia matita. Encontró su pubis todavía húmedo por el abundante flujo que expedía. Su rajita enseguida se mostró receptiva a las caricias y en pocos segundos aquella mujer imponente y temperamental empezó a frotarse la vagina frente al espejo como una auténtica desquiciada.

Oleadas de placer invadían su cuerpo mientras su mente se perdía rememorando los oscuros y aberrantes sueños que había tenido en los últimos días. En todos ellos aparecía un hombre mayor sometiéndola a todo tipo de vejaciones, a las cuales ella accedía sin oponer ninguna resistencia. Sus dedos exploraban su intimidad sin ningún pudor mientras la hermosa mente de la curvilínea Madre repasaba uno por uno aquellos extraños delirios.

Se recreó especialmente recordando uno de sus sueños más recientes en el que el viejo la sodomizaba furiosamente contra la cocina hasta llenarle el esfínter de leche. Después se vio a sí misma besando la sucia boca de viejo y le pareció conocer bien su sabor. Esa idea llevó su calentura más allá de su límite y la no tan inocente mujer se decidió a explorar nuevos horizontes.


Dejó de acariciar sus sensibles pechos para dirigir su atención a la parte más carnosa de su curvilíneo cuerpo, mientras los dedos de su otra mano se hundían insistentemente en su inquieta vagina. Exploró los bordes de su ano con delicadeza. Sabía por experiencias anteriores que era una de las partes más sensibles de su cuerpo. Pero, aunque ya lo había probado esta mañana y de forma inducida que solo recordaba en sueños, su agujero anal era demasiado estrecho y eso le hacía sentir incomoda que otra cosa. Sin embargo su excitación no dejaba de crecer y había llegado al punto de hacer cualquier cosa con tal de sentir mayor placer.

Su dedo índice comenzó a explorar su esfínter y la sugestionada Madre comprobó, que su culito estaba mucho más dilatado de lo que creía recordar. Con solo intentarlo, consiguió alojar en su interior dos e incluso tres dedos de su delgada mano. Entonces sintió que debía reprimir sus gemidos, justo a tiempo para ahogar contra su otra mano una exquisita sensación apretando los dientes con fuerza y manteniendo sus dedos clavados en esa prohibida entrada de su cuerpo, mientras una desquiciante sensación la recorría por dentro.

La glamurosa Mónica Tapia estaba de rodillas frente a su espejo, con las mallas de ejercicio a medio bajar de manera que aún cubría sus rodillas y parte de sus muslos, dejando justo el espacio suficiente para que la ardiente hembra sugestionada pudiera hurgar libremente en sus dos orificios.

Con la postura encorvada daba un especial relieve a sus pezones oprimidos dentro de la transpirada playera de algodón, mientras los intermitentes roces de la tela en sus pechos hacían que se endurecieran aún más. Permaneció inmóvil, en aquella obscena postura hasta que el último eco de una intensa venida se apoderó de sus sentidos.

Durante aquellos largos segundos creyó alcanzar el éxtasis a la vez que su imaginación se perdía repasando con deleite aquellas oscuras visiones. Aquel orgasmo no se parecía a nada de lo que había sentido con anterioridad, al menos nada que ella recordara, así que la hermosa dueña de la residencia se concentró en sus sensaciones tanto como pudo, abandonada a su placer, hasta caer por fin rendida sobre aterciopelada superficie de su alfombra.

Tardó unos instantes en volver en sí misma después de aquel terremoto de emociones. Por unos momentos, creyó recuperar la consciencia y examinó la situación. El pantalón de sus mallas permanecía aún puesto, aunque la violencia de la masturbación lo había arrastrado piernas abajo hasta llegar a los tobillos en los que seguía enganchado. De su rajita todavía manaba flujo sin parar y una enorme mancha se había formado en el espacio donde estaba plantada, justo entre sus muslos.

La curiosidad llevó a Mamá a examinar con cuidado los restos de la alfombra. Pronto encontró, además del rastro de sus flujos recientes, hubo algo en aquellos restos que la inquietó e hizo que se levantara para con la luz ver mejor la fuente de sus inquietudes.

Pues, aunque no recordaba haber tenido contacto con un hombre, no tuvo ninguna duda de que aquella pasta blanquecina, viscosa y maloliente que adornaba su blanca alfombra cerca de sus propios fluidos eran restos de semen.

Asusatada, se dio una ducha espumosa, aplicando sales, esencias y todo lo que usan las mujeres cuando se preparan para un encuentro especial sin llegar a entender por qué lo hacía, sabía que alguien tal vez ya debería estar impaciente, se reconocía para ella misma que todas esas ganas acumuladas eran a consecuencia de eso, y esperanzada a que esas terapias le hacían lo correcto la desfogarían de todo eso que sentía, para ella satisfacerle era una necesidad que ocupaba calmar, además que el viejo había acertado en una cosa, cambiar sus vestimentas, ya que verlo viviendo en casa con esos harapos no era cosa que ella aceptara pero muy al interior de su mente.


Luego de secar todo su cuerpo y de aplicarse cremas por todos los rincones de su curvilínea anatomía, escogió uno de los calzoncitos más diminuto de los que ella poseía, estos eran de color negro al igual que el sujetador, pensó que con esto aliviaría su deseo de sentirse fatal y explosiva, tal y como se lo había sembrado ese malnacido en la mente, pues su sensual prenda íntima le tapaba apenas el nacimiento de su rajita e incluso si ponías demasiada atención lograrías deslumbrar los diminutos bellos dorados y sedosos de su pelvis.

Luego opto por un ajustado vestido color en plomo alucinante que le llegaba justo a las rodillas, este era de esos con escote redondo a la altura de los hombros y morbosamente dibujaba en forma sublime cada centímetro de su tremenda y curvilínea figura, y para terminar con su enloquecedor atuendo se calzo unas preciosas sandalias de medio taco que aparte de hacerla ver aún más soberbia estas le enaltecían su trasero si se podía decir más, haciéndolo ver aún más parado de lo que ya lo tenía.

Una vez que la encomiable mujer de la casa determinó que estaba perfecta como acompañante por su amado terapeuta, se perfumó solo lo suficiente y se sentó en una de las sillas del comedor a esperarlo. Mientras la engalanada y nerviosa Madre esperaba a su nada impropio acompañante, escuchó el portazo de la habitación de huéspedes lo que le decía que ya no tardaría en aparecer.

Iba muy guapa con ese ajustado vestido en gris, con una pequeña abertura en la parte de atrás entre las piernas, con unos pendientes y pulseras de oro, también el dige que le había regalado alguna vez. Se estaba vistiendo para ese horrible hombre, para sus pervertidos deseos. De nuevo me abordaron los celos al verla tan guapa.

- ¿Mamá, vas a salir?- le dije al bajar y verla tan hermosa esperando.

- Sí, te lo había dicho, ¿no? Don Paulino quiere que le acompañe a comprarse algo de ropa. Ahí te he preparado unos filetes.- se colgó el bolso del hombro, me estampó un besito en la frente y salió disparada.- Me voy, don Paulino me debe estar esperando.- y salió por la puerta trasera del jardín.

Yo estaba viviendo horas muy tensas, sentado ante el televisor de la sala, mientras mi Madre pensaba salir de nuevo a la calle con ese viejo, un maldito lisiado pervertido que estaba obsesionado con robarnos todo y a ella su alma.

- Ya estoy lista don Paulino.- escuché que le decía afuera.

- Cómo te pones tan guapa pequeña, estás.. estás impresionante…

- Bueno.. Vamos.

- Estás muy guapa.

- Gracias, aunque, creo que no debería yo..

- Ya hablamos de esto, pequeña,- dijo molesto, recordándole que tenía que hacer lo que él dijera.- Además, desde ahora debes seguir mis indicaciones. Y mi primera indicación es que quiero que todos crean que eres mi mujer. Me llamarás “mi amor”, “mi vida”, “cariño” o como quieras. Nunca me debes llamar por mi nombre y esa mamada de don, especialmente frente a otros ¿Entiendes?

- Si entiendo,- susurró.

- Entonces, ¿qué es lo que deberás hacer?- preguntó, quería afianzar su dominio sobre ella.

- Obedecer todas tus indicaciones, tratarlo como si fuera su.. mujer y llamarlo con cariño,- dijo Mamá en voz baja.

- Sólo sé más atrevida, provocativa.. sé un poquito más putita, ¡Je je je..- aclaró, harto de tener que dar explicaciones.- Mi primera indicación es que te comportes como mi mujer. Recuérdalo.

Su fantasía siempre había sido lucirse con una mujer tan guapa, siendo este tan horrible y lisiado, un viejo que nunca en la vida podría si quiera acercarse a tres metros de una mujer como ella y Mamá le ayudaría a cumplir al fin esa fantasía. Debido a su complicada situación, estaba obligada para sentirse mejor.

- Está bien,- dijo la hermosa dueña de Empresas Tapia, no muy convencida.- “Cariño”.

- Muy bien,- le dijo sonriendo.- Eres muy inteligente. Sabes que te conviene comportarte así, lo necesitas.. te hará sentirte mejor.

Cuando pensé que se irían el viejo entró de pronto a la casa tomándome por sorpresa escuchando.

- Me voy a pasear con tu Mamita un rato, tontín. Y quédate tranquilo.. que te la traigo bien y sin ningún problema, ¿Je je je.. y si te portas bien quizás te traemos algo, ¡Je je je..

Salió de nuevo al jardín rumbo a la camioneta y no pude evitar seguirlos. Se dirigieron hacia el pasillo que conducía al garaje. Mi Mamá marchaba delante, meneando su culo imponente sensualmente por efecto a los tacones, llegando a verse sobre la tela la forma de las diminutas bragas con los pasos.

Se iban caminando despacio, la mano del viejo la rodeo por la cintura pero enseguida empezó a bajarla, alcanzando la grandiosa curvatura de su trasero. Mi corazón se aceleró. Empezó a hacer suaves círculos en el trasero de mi Madre y le hablo al oído, estaba consciente que los miraba.

Se detuvieron junto a la puerta de la camioneta mientras la mano de ese cerdo que acariciaba su trasero subía despacio, el ajustado vestido iba dejando los hermosos muslos al descubierto, mientras seguía acariciándolo, el primero que giro la cabeza fue ese desgraciado.

- Hasta luego.. Pedrín, no hagas travesuras, te traeremos algo, ¡Je je je..

Bajo el pretexto de abrirle la puerta paso por detrás de ella, resultando que aprovechando que el espacio era tan reducido en el garaje el muy cabrón no perdió la oportunidad para dejarle sentir su verga bien parada que restregó contra sus nalgas antes de que por unos instantes le colocara su bulto sobre aquel pliegue de tela que claramente se formaba en la tela de su falda y denotaba la hendidura entre sus glúteos.

Y así estuvo apenas unos instantes hasta que antes de abrirle la portezuela de la camioneta, tomándola por detrás de la cintura y al ver que ella se flexionaba hacía adelante para subir esté le soltó una fuerte nalgada que de la fuerza la hizo empujar. Allí en pleno estacionamiento de mi casa estaba mi Madre con el sujeto más horrible que se pudiera encontrar dejándose hacer por él y sus constantes abusos. Mire como al dirigirse hacia la otra puerta para manejar se acomodó la verga mirándome orgulloso y soltar una carcajada.

Mire la cara de Mamá seria que denotaba confundida pero a la misma ves de excitación, algo dijo el viejo arriba de la camioneta que no logré escuchar, seguramente lo mismo que hace unos segundos y ya tantas veces, que todo esto era por su bien.

Arrancaron en el coche, yo subí las escaleras rápidamente para buscar mis aparatos de vigilancia, tenía en mí el morbo de saber a dónde irían. Salí al estacionamiento por mi motocicleta, ya no los vi, aceleré al máximo pero sería imposible alcanzarles, además de que no tenía ni idea a que centro comercial irían. Mi mente me abordaba de miles de escenas, en cada camioneta que veía me los imaginaba, él besando a mi Madre, con su mano derecha estirada hacia sus piernas, metiéndole los dedos en su jugosa y lubricada vagina.

Opté a ir aquel Centro Comercial donde ella fue la última ves cuando se encontraba sugestionada, había mucho tráfico como es normal por la noche, me la imaginaba recostaba hacia su verga, con tanto trafico seguramente entreteniéndose el viejo mamándosela ahí mismo. En mi mente pasaban las imágenes de cómo ella se metía en su boca esa verga, seguramente la estaría chupeteando, y mordiéndoselo como lo hacía.

....

Llegue a susodicho lugar, aquellas tiendas tan exclusivas y ropa de moda, mi corazón latía al máximo, no sabía si yo estaba en lo correcto y me dispuse a esperar. Sentado en una banca con mi auricular en el oído intentaba captar la frecuencia del dige que colgaba de su cuello, si tenía suerte seguramente escucharía todo lo que ese viejo intentaría proponerle.

No pasó ni 15 minutos cuando logré escucharles:

- Tenemos un acuerdo pequeña.. vamos a comprarnos algunas garritas y algunas otras cosas que quiero que uses para mí.

- Gracias..- la voz de Mamá era la de una mujer derrotada-. haremos todo lo que usted diga don.. “querido”.

- Te juro que si cumples con todo lo que te digo te sentirás mejor.. eres mi putita y quiero lo mejor para ti.

- Muy bien..- dijo la guapa viuda, siguiendo las instrucciones de su falso Esposo-. ¿Qué hacemos aquí, “cariño”?

- Trajiste todas tus tarjetas ¿cierto?

- Por supuesto, “mi amor”- respondió su falsa Esposa mientras caminaban por los pasillos del centro comercial.

- Que bien, metámonos en aquella tienda, querida.- le informó mientras indicaba a un faustoso local de lencería, con las puestas abiertas y las luces encendidas.- En este en especial, ¡Je je je..

Era una tienda exclusiva de ropa de mujer, amplia, de decoración en tonos azules y rosas, con elegantes estantes y, lo que más le importaba al desgraciado, probadores generosos y privados. Por lo que logré apreciar y seguramente en mi ausencia, el desgraciado ya había comprado su ropa, llevaba un traje gris metálico como si le quedara ese tipo de ropa.

Entraron al local bajo la atenta mirada de un sujeto alto vestido de traje azul que guardaba la puerta. Con disimulo, aquel tipo no perdió detalle de la sexy rubia que pasó a su lado acompañada de ese horrible vejestorio.

- Hola, ¿Los puedo ayudar en algo?- preguntó una mujer a mi Madre, pues aun desconcertada no entendía como ese hombre pudiera acompañarle.

- Si.- tomó la palabra rápidamente el viejo al sentirse rechazado-. Mi mujer y yo queremos elegir algo de ropa para jugar, ¡Je je je.. Vamos a divertirnos un poco. Además, necesitamos un probador privado para ayudarla a elegir lo que usara ¿cierto, cariño?

- .. si.. así es, querido.- dijo algo insegura Mamá, empezando a imaginar sus intenciones.

- Síganme por acá, por favor,- pidió la vendedora incrédula, quizás pensando en que Mamá era solo su amante.

La mujer los llevó a un probador iluminado, amplio y lleno de espejos, oculto detrás de unas cortinas color crema. La otra mitad era un cuarto con una mesita y dos sillones mullidos de color negro.

- ¿Quieren algo de beber, los Señores, Señora...?- preguntó la mujer.

No sabía cómo llamarles, pero el viejo se adelantó.

- Sr Madero y la Sra Madero..

- Correcto.. Sra y Sr Madero, ¿gusta algo de beber Sr mientras espera?

- ¿Tiene whiskey?- preguntó, como si fuera lo más normal beber ese tipo de bebidas en un lugar como ese.

- Claro Sr Madero,- anunció la dependienta, como si no fuera inusual aquel pedido en su tienda.

- Dos copas, por favor reina,- mi Mamá se sentó en un sillón mientras esperaba, aun no consiente de lo que hacía en ese lugar tan exclusivo con ese horrible viejo.

- Ok, mi amor: quiero que elijas algunos bikinis para no andar nadando desnudos en la piscina, y mucha ropa interior de la más sensual como a mí me gusta, ¡Je je je..- empezó a anunciar con voz fuerte para que todos escucharan.- Todo muy sexy y provocador. Quiero que desfiles para mi cada prenda. Al final, yo elegiré que usarás para esta noche.- y acercándose a su oído.- Por supuesto, pagarás todo con tu dinero.

- Gracias, querido,- dijo Mamá, apenada porque las dependientas le miraban.

- Modela para mí, mi amor,- no pudo aguantar una sonrisa.

El desgraciado realmente se creía el sueño que estaba viviendo. Luego de beber unos sorbos de la copa de whiskey que habían traído la contrariada dependiente, la mujer “de Madero” se marchó a elegir un conjunto de ropa que desfilaría para él. El viejo estaba encantado con su nueva vida, se sentó a esperar en el probador, expectante. Sentía que el poder que tenía sobre mi Madre se acrecentaba con cada indicación.

Empezó a excitarse con la cantidad de atuendos tan sexys y lencería tan provocadora. Aprovechaba el tiempo para lucirse con su nueva ropa y hasta mostrar de manera fantoche el carísimo reloj de mi Padre que llevaba en su muñeca. Los empleados de la tienda creían que era algún empresario poderoso o algún Político que llevaba a su amante a consentir. Luego de un buen rato, Mamá regresó al probador. La dependienta le ayudaba a cargar cajas y bolsas con las telas y el calzado.

- ¿Todo bien, cariño?- preguntó fiel, en su papel de Esposo preocupado.

- Todo perfecto.. mi amor,- respondió la hermosa rubia, con los lentes de sol aún puestos sobre sus ojos.

- Me retiro, entonces Srs Madero,- anunció la vendedora-. Estaré en el mostrador principal si necesitan alguna otra cosa.

- Claro guapa, te llamaré si ocupo otro trago,- dijo el malnacido cerrándole un ojo.

Le ordenó a Mamá que se probara primero los trajes de baño, luego los vestidos y finalmente la lencería. Mamá, algo nerviosa y suspicaz, se metió al probador. En seguida, me puse en mejor posición, camuflajeado entre la gente, sentado en unos bancos desde afuera escuchando todo lo que decían alrededor de Mamá, lograba por medio de los ventanales y la puerta del local ver la ubicación del renco, acomodado en un sillón como si fuera el gran cliente.

Aún con los anteojos puestos, Mamá salió unos minutos después con el primer traje de baño. Era un sexy bikini en negro que se amoldaba perfectamente a sus generosas formas. Sin duda, las piernas largas como tenista, la cintura estrecha y los senos firmes parecían encajar perfectamente en cualquier tipo de prenda que se pudiera poner, pero sin duda el desgraciado esperaba algo más revelador.

Además, que el traje de baño no era en tanga. Quería verle más piel a la vista. Desechó de inmediato la elección.

- ¿Cuál fue la orden, preciosa?- le recordó.

- Orden?..- Mamá pensó un segundo-, buscarme algo más provocador.

- Así es. Quiero que uses uno más provocador, amor. Uno que te haga sentirte mejor,- le reclamó, por la pérdida de tiempo.- Elimina ese que te tapa todo. Además, que es esa falta de gracia. Te pedí que desfilaras la ropa, no que te quedaras parada ahí inmóvil como un maniquí. Anda mi amor, haz de cuenta que estamos en casa, ¡Je je je.. Tomate un trago..

Se acercó a beber de la copa de licor mientras le miraba con ojos de contradicción tras los vastos lentes de sol. Luego, entró al probador y cerró la cortina para probarse otro. Algunos minutos después, la flamante rubia volvía aparecer, abrió las cortinas y salió enfundada en un bikini en tonos dorados que tenía pequeñas argollas como adornos.

Cuando la vio se quedó sin aliento. Mamá se paseó por todo el probador, con un caminar sexy como el de una modelo experimentada. Con ese porte que suele lucir ante los demás que sólo sirvió para excitarlo aún más. Era un bikini revelador, justo lo que ese pervertido quería. Sin ser demasiado pequeño dejaba mucho a la vista. Los senos grandes y erguidos lucían juveniles en aquella prenda, que no hacía más que destacar las curvas naturales, el vientre plano o la estilizada espalda que bajaba hasta aquel rotundo trasero carnoso.

Con tal prenda lucía como una mujer mucho menor. La tensión sexual se respiraba en las miradas que intercambiaban el viejo y Mamá detrás de los anteojos, un bikini que dejó con la boca abierta a los otros clientes y de alguna manera alertó a las mujeres, que se sintieron en un segundo plano porque los ojos de todos ellos estaban pendientes en esa imponente rubia.

Momentos más tarde, salió primero con un bikini azul y otro rosa en tonos flourecente, bastante juvenil para una mujer como ella. Mamá se movía con indiferencia, pero aceptando sus condiciones. El viejo estaba fascinado mientras bebía su copa de licor y se deleitaba del tremendo espectaculo. Para él era encantador verla lucirse ante todos, como un pavo real al sentirse dueño de semejante hembra.

Le dio el visto bueno a ese y a otro bikini de color blanco, igual o más de provocador. Era un bikini blanco, casi trasparente, con copas triangulares que tapaban justo las aureolas y los pezones, dejando casi todo el volumen de los pechos a la vista, y un tanguita de finas tiras laterales con un cordón trenzado metido por el culo, dando el efecto de que no llevaba nada, con una delantera triangular que si se descuidaba permitiría la salida de sus bellitos del chocho por los laterales y el borde de arriba.

Las mujeres del local estaban bastantes mosqueadas de cómo se exhibía, de su actitud descarada al estarse mostrando, pero ninguna se atrevía a decirle nada. Los hombres que alcazaban a verla en el privado provador la devoraban con los ojos, parecían alborotados y no desaprovechaban la más mínima ocasión para verla, para rozarse sus bultos y sudar.

Entonces, empezó el desfile de vestidos. En realidad, minivestidos. El viejo aprovechó la pausa para pedir una nueva ronda de tragos, ya se había bebido dos copas. En honor al fantástico desfile de minivestidos vaporosos y sensuales que ella le regalaba.

Cuando se le acercaba le gustaba verla mover la faldita frente a él, aquellas piernas largas de músculos femeninos, aquellas pomposas nalgas meciéndose bajo la tela, dibujándose la raja cuando la tela se le incrustaba entre las nalgas. Le encantaba su actitud altiva, cada vez menos desinhibida. Creo que las sugestiones de las vestimentas empezaban actuar en su mente, le empezaba agradar que la halagara mientras la miraba con deseo.

Las elecciones fueron un minivestido negro y otro rojo. Ambos demasiados reveladores para los gusto de Mamá, pero que contaban con la elegancia que imponía en la preselección. Conjuntamente, Mamá eligió un par de sandalias altas de plataforma y taco de metal para acompañar aquellas provocadoras prendas.

De repente, noté la mirada del guardia de traje sobre el probador de mi Madre y creo que el viejo también lo notó, pues enseguida se le ocurrió un malintencionado plan. Se levantó aprovechando que ella se encontraba de espalda eligiendo, dejó la cortina medio abierta. Esperando con eso que el guardia lo notara y Mamá no.

Mi Madre salió momentos después, para el tan ansiado desfile de lencería. Había seleccionado un modelo de sostén y braguitas muy prestigiosas pero poco atractivas. Por supuesto, se veía hermosa, sin embargo, el desgraciado estaba buscando un conjunto que despertara lujuria y admiración. Enseguida le ordenó que volviera rápidamente con algo más adecuado.

Aprovechó ese momento para sonreírse con el guardia y pude notar que este no perdía detalle de lo que pasaba en aquel probador. Unos minutos después, la flamante rubia salía nuevamente. Sus hermosos pechos estaban cubiertos por un brasier negro de media copa de encajes florales superpuesto, el push up acentuaba aún más su firmeza y voluptuosidad de los pechos. Aquel artilugio añadía una o quizás dos tallas a las ya fantásticas medidas de Mamá.

Las braguitas, a juego con el brasier, eran pequeñas, sexy y por la característica de las telas que no se marcarían nada en un vestido. El espectacular trasero de Mamá era exhibido descaradamente en la parte posterior, prácticamente cubierto lo justo y necesario para no lucir vulgar.

- ¿Así estoy bien, cariño?- le preguntó ella.

Noté un cambio en su actitud.

- Perfecto,- le dijo complacido-. Date una vuelta. Quiero verte toda, cariño.

Mamá así lo hizo. Parecía que gracias a las sugestiones de las prendas y al morbo de la situación empezaba a entregarse más a sus perversiones. Giraba sobre sus largas piernas cuando de pronto se detuvo, paralizada.

- ¡M-me están viendo..- dijo alarmada, apresurándose a encerrarse tras la cortina del probador.

Pero enseguida se apresuró a detenerla.

- Espera, amor ¿Qué haces?- dijo.

- ¡El guardia.. creo que estaba mirando.- le dijo tratando de contener su voz.

- ¿Y eso qué, es lo que deseas no?- trató de calmarla.- Es sólo un guardia putita, déjalo..

Mamá le miró nerviosa, entonces este se dio cuenta que si la forzaba demasiado podría resistirse. Así que pensó que debía sugestionarla un poco más.

- ¿Qué tal si…?

La erección en su pantalón fue instantánea al notar tan cerca aquel voluptuoso cuerpo femenino cubierto sólo por aquellas sexy prendas de lencería.

- ¿Qué tal si lo calientas un poquito, he?- le dijo, tratando de despertar el lado ardiente de su temperamento.- Si lo logras podrás sacar eso que traes dentro de ti reprimido, podrás descansar y sentirte mejor, elegir la ropa interior que tú quieras. Saca lo puta que puedes llegar a ser, ¿Qué dices?

Mamá le observó, desconfiada. Tratando de analizar lo que decía.

- Esta bien, pero prométame que después nos iremos, no me siento muy cómoda aquí,- dijo, volteando a donde estaba el guardia expectante a lo que ella hacía.

- Ok, mi amor, después nos iremos, ¡Je je..- aceptó.

Mamá entró al probador y el viejo dejó un poco más abierta la cortina para que el guardia, pudiera echar una ojeada con mayor facilidad. Para el viejo esto le estaba saliendo mejor de lo que el mismo hubiese deseado, sentirse dueño de flamante hembra delante de todos llenaba con creces todas sus perversiones.


Finalmente, la espera valió la pena. Un sensual body transparente de tirantes adornaba el tronco de Mamá, acompañado de unas braguitas muy sexy y atrevidas. La prenda parecía hecha para realzar las curvas de sus caderas, cintura, los carnosos senos, sus delicados hombros y un liguero que se amoldaba a sus anchas caderas. Ella había acompañado la lencería con las sandalias de plataforma de aluminio, realzando el efecto de sus piernas y su imponente trasero.

El conjunto invitaba mucho a la tentación y al erotismo. Simplemente maravilloso.

- ¡Joder..- fue mi reacción al verla entre los cristales y la abertura en la cual el guardía tampoco perdía detalle, casi me caigo de espalda.

Ella empezó a desfilar, pendiente esta vez no sólo de los ojos del viejo, sino del mirón del otro lado de la entrada de los vestidores. Caminaba como si estuviera en pasarela por el probador, mirándose al espejo, modelando para que su exuberante cuerpo fuera exhibido en cada uno de los reflejos. Estaba viviendo otro de los momentos excitantes de su vida y todo estaba siendo planeado y disfrutado por ese pervertido rengo.

Mamá se movía hacia la vista del fisgón y luego volvía a desaparecer como invitándole a que este se asomara. Empezó un juego con ese desconocido, primero de escondidas, luego de pequeñas miradas cómplices y coquetas. Finalmente, y ante mi sorpresa, le hizo una seña con el dedo. Incrédulo, pues, jamás creí que se atreviera. Observé a lo lejos como el guardia entraba al probador junto con ellos.

Era un hombre de tez morena de unos cuarenta años. Tenía los cabellos bien recortado, ojos negros y medía quizás un metro ochenta como mucho. Era claramente, un poco más alto que Mamá, le sacaba unos cinco centímetros por lo menos.

Noté que el hombre estaba nervioso. Especialmente, cuando encontró al renco que suponía ser su Esposo sentado en uno de los sillones.

- Señor, ¿podría ayudarle a mi Esposa?, ¡Je je je..- le pidió el renco, con fingida seriedad.

- C-claro, Señor,- dijo el guardia, más que nervioso-. ¿Que es lo que ocupa la Señora?

- Mi Señora..- dijo acentuando que era suya.- Ocupa desabrochar su sujetador, pero como puede ver,- dijo dando alusión a su trago.- No hubiera tenido que molestarlo.

El hombre la miró, complicado. Como no sabiendo que decir al respecto.

- Le podría ayudar a desabrochar el sostén,- continuó en su papel de Marido poderoso-. Yo no puedo hacerlo creo que este whiskey me ha dejado los dedos temblorosos, ¡Je je je..

Mamá le lanzó una mirada nerviosa, como si realmente no supiera lo estaba ocurriendo.

- Por supuesto, Señora. Con su permiso.. Señor,- anunció el guardia, colocándose a la espalda de Mamá.

Sin duda, aun nervioso como estaba aquel hombre, no iba a perder la oportunidad de apreciar o incluso tocar a la hermosa rubia con cara de ángel y cuerpo de diosa. Con cuidado, rozando “sin querer” parte de la espalda de mi Madre, tomó el primer broche y lo abrió. Ella le regaló una sonrisa de nervios y al viejo una de temor.

- Que pena Señor,- se disculpó ella animando al guardia, que tuvo la osadía de sonreírse.

El guardia continuó, lentamente, desatando uno a uno los broches del sostén que soportaban los exquisitos pechos de mi Mamy. Mirando a ella para encontrar la aprobación en su ojos turquesas y su sonrisa coqueta. Se le iba la vista especialmente a la extrema curvatura de su trasero, sintiéndose a la vez tan lejos pero tan cerca de apetecibles carnes.

Finalmente, el sostén estuvo completamente suelto, sólo sujeto al cuerpo por un esbelto brazo de Mamá, que aseguraba no perder la prenda apretándola contra sus grandes senos.

- Está listo, Señora,- dijo el guardia, con los ojos vacilantes entre el rostro y los llamativos senos de mi Madre.

- Muchas gracias, mi héroe,- dijo Mamá ya un tanto coqueta, como si ya lo estuviese disfrutando.- ¿Puede ayudarme con una última cosa?

- C-claro, Señora,- dijo el guardia.- Estoy para servirle.

Aquel descaro de Mamá ya me estaba pareciendo por demás exagerado, pero se sentía una loba en esos momentos motivada por las órdenes y sugestiones de ese maldito.

- Mi Esposo y yo no nos decidimos,- empezó a decir Mamá, con aquel rostro mezcla de inocencia y coquetería-. El cree que este sostén al tacto es áspero y rugoso. Yo por mi parte creo que es suave, ¿Quiere usted darnos su opinión?

- D-disculpe, Señora. No le entiendo,- dijo el hombre, sudando-. ¿Q-qué quiere que haga?

- Quiero que me dé su opinión,- Mamá tomó la mano del sorprendido guardia-. Deme su mano.

La mano del hombre era gruesa, grande y oscura a comparación que la de Mamá, cuya piel pálida había adoptado un bonito tono dorado con mañana soleada de su improvisado día en la alberca. Entonces, ante mi sorpresa y la del renco, ella llevó aquella masculina y desconocida mano a uno de sus senos, posándola justo sobre la tela del sensual sostén y su pecho.

- ¿Qué opina? ¿Es una tela rugosa o suave?- preguntó la desvergonzada “Esposa”, fingiendo total inocencia.

- Y-yo no sé..- dijo el guardia, mirando al renco.

Pero el desgraciado levantando su trago le dio a entender al tipo que continuara, que no había problemas por su parte. De todos modos quería saber hasta qué punto ella podría demostrar con aquel descarado comportamiento. Entonces, Mamá hizo algo más increíble. Retiró parte de su brazo y contuvo la prenda sólo del lado en que no estaba la mano de aquel guardia. Si el tipo decidía ya no continuar o soltar el sujetador, aquel lado quedaría completamente expuesto.

- Mejor así, ahora puede sentir la tela sin molestias,- se excusó Mamá-. Mi mano era un estorbo ¿no?

No lo podía creer. Aquella mujer hermosa, elegante e inalcanzable para muchos y lo digo por esos dos desgraciados, como lo era la Sra Tapia, haciendo vulgaridades como esa en una de las tiendas más exclusivas de esta ciudad. Y por supuesto, finalmente, el guardia aceptó el reto. Su mano acarició con cuidado la prenda que sujetaba el exquisito pecho de Mamá.

Primero, sintiendo la tela contra el busto firme y voluptuoso. Siendo todo lo respetuoso que se puede ser en tal situación, pero a medida que pasaban los segundos, la mano del aprovechado empezó a ejercer presión contra el pecho de la descarada clienta. Sobre todo cuando notó su entrega. Entonces, lo percibí acariciando y masajeando el seno de Mamá a placer, levantándolo para exponer más piel mientras sus cuerpos se estrechaban.

- Es sedoso ¿cierto?,- preguntó ella, con la voz muy baja.

- S-sí..- fue toda respuesta del guardia, ocupado.

- ¿Le parece suave?- insistió “la Esposa de Madero”, con el pecho subiendo y bajando al ritmo de aquella caricia en su seno.

- M-muy suaves,- respondió el guardia-. Son como la seda.

- Ves mi amor,- dirigió la palabra al viejo-. Creo que mi Esposo no le cree aún.

Mamá tomó la otra mano del guardia y la colocó sobre su otro seno, de la misma forma, sobre el sostén, quedando atrapada por aquellas dos manos y el cuerpo del desconocido apretándola por detrás.

- Compruebe este lado también, por favor,- le pidió la exuberante rubia.

El guardia ya un tanto desquiciado por el atrevimiento de la rubia no habló más, de su boca salió un murmullo incomprensible. Sólo acariciaba los senos de la sensual clienta, los tomaba con sus grandes manos y los apretaba cada vez con más descaro. El guardia estaba concentradísimo. El viejo no dejaba de mirarlos, complacido como su sensual marioneta se dejaba estrujar por ese desconocido bajo su dominio.

El guardia viendo que el Esposo no decía nada ante tales magreos sobre su mujer, empujó a Mamá contra un espejo, las caricias se hacían más violentas y el sostén empezaba a subir o bajar demasiado, exponiendo por momentos su rosado y pequeño pezón.

Si había algún resquicio de sobriedad y pudor en Mamá no se notaba. Con los ojos cerrados y la respiración agitada, ella empezó a aceptar la lengua de aquel extraño sobre su cuello. De pronto, una mano desconocida acariciaba su cadera y otra ya en su glúteo, probando la firmeza de aquellas rosadas carnes, tratando de abarcar aquel hermoso cuerpo con las grandes y tostadas manos.

Mamá continuaba inmóvil, apoyada de frente contra aquel espejo. Su aliento condensándose sobre la superficie del cristal mientras otro reflejo mostraba su trasero siendo invadido por la mano del guardia. Los dedos parecían querer aventurase en su entrepierna mientras la lengua de este bajaba del cuello para atrapar su hombro entre sus labios.

Mi imaginación volaba al estar tan lejos, la lengua roja sobre el blanco y esbelto hombro de Mamá, cuando una silueta llamó mi atención. La vendedora se acercaba.

- ¿Que pasa aquí?..- anunció la encargada cuando observó a su empleado en un lugar que no le correspondía

Mamá se separó rápidamente del hombre y se metió al probador, cerrando la cortina. Al mismo tiempo el guardia alcanzó a acomodar su erección y arreglar un poco su uniforme, justo antes que la encargada se presentara.

- Cesar, ¿Qué hace aquí?- preguntó la dependiente.

Y entendiendo que el guardia sería incapaz de decir una excusa creíble, el rengo se interpuso.

- Tuvimos un problema para cerrar la cortina y el buen hombre nos ha ayudado a solucionarlo. Por fin, mi Esposa pudo volver a probar la lencería.- expuso sonriendo.- La verdad mi amor es que ya nos hemos tardado demasiado. Muchas gracias por sus servicios, Cesar.

El guardia le miró agradecido y Mamá, al principio nerviosa, se mostró satisfecha con aquella explicación. En especial, cuando anunció que ya se irían.

- Agarra esas ropitas mi amor, y aquellas que están en ese maniquí, llevaremos todo para mi mujer,- anunció el desgraciado apuntando aun atuendo completo de red demasiado sugerente que le había llenado el ojo.- Denos un momento, que con esto del probador nos hemos atrasado.

- Muy bien Señores Maderos, y tu Cesar vuelve a tu puesto por favor, te necesito en la puerta.- la sonrisa de la encargada se desvaneció cuando ordenó al guardia que volviera a su puesto de trabajo.

Mamá salió después con el mismo vestido con el que había llegado y las gafas puestas sobre sus ojos turquesas. Algunas bolsas con lencería y otros “atuendos” fueron adicionados a la cuenta, el resto que dejó en el probador estaba desechado. Salieron unos minutos más tarde bien cargados, ignorando al guardia que miraba como perro hambriento el cuerpo de la exuberante rubia que lo había desquiciado.

- ¿Te has puesto muy cachonda verdad putita?

- ¡Aah, don Pau.. mi amor.. no sé qué me pasó cuando usted me dijo yo.. ese hombre me sentí muy..

- Puta?

- ¡Sii..

- ¡Je je je.. Anda ve para agradecerle.. Quítate las bragas.

- ¿QUÉEEEE…?- dijo sorprendida por su petición.

- Quítatelas y se las das en la mano al guardia,- sonrió mientras la miraba con ojos pervertidos.

- A-aquí?

- Donde más.. anda aquí, detrás de esas plantas.

Pero, sin saber por qué y mirándolo a los ojos, se levantó la ajustada falda de su vestido para quitarse las empapadas bragas, porque a como la conocía y por las sugestiones seguro que asi las traía. Y, encerrándolas en su puño, se dirigió de nuevo a la puerta del local, observando la risa del viejo detrás de ella ante su atrevimiento. Se dirigió al guardia con el semblante serio pero con las mejillas ardiendo, y tomando su sorprendida mano le puso las bragas en el puño. Al parecer la reacción de Mamá lo pilló por sorpresa, porque su color tostado pasó en un instante a un semblante pálido.

- Te he traído un regalito..- le dijo al oído mientras sentía la mirada del renco en mi espalda y la mano del guardia apretar sus pantaletas hasta el límite del nerviosismo que sentía el suertudo.

- Un.. ¿Un regalito?- le preguntó el desconcertado guardia con sus ojos clavados en el generoso escote.

- Toma, guárdalo. Es algo muy íntimo para mí,- le dijo, apretándose contra su costado, a la vez que le soltaba la mano dejando sus bragas hechas un ovillo en su sudorosa mano.

El sujeto abrió lo justo su mano, para darse cuenta de lo que era ese regalo y la cerró de nuevo presa del nerviosismo. No sabía el pobre que decir y su agitada respiración empezó a hacer entender que le fuera a dar un infarto.

- ¿P-por qué no vamos a un lugar más privado.. digo a su casa para seguir dándoles mi punto de vista por lo que han comprado?- rompió la incómoda situación.

Enseguida el renco se acercó acudiendo en su rescate.

- Nos vamos mi amor,- dijo risueño el viejo,- Cesar tendrá que dar una explicación a su jefa que ya viene.

El guardia se enderezó como un resorte haciéndome fijar en su incipiente erección marcado en sus pantalones. Una vez que se marcharon ellos, desde mi posición vi como el guardia mostraba, abriendo su puño, aquellas íntimas prendas con aquel aroma afrodisiaco que no pudo evitar llevarse a la nariz sonriendo agradecido, seguro que este día lo marcaría para siempre como uno de los mejores de su vida.

Una vez que se alejaron ya no pude encontrarlos, ni siquiera por los auriculares, tenía que regresar pronto antes que ellos, bueno si el desgraciado no pretendía quererla llevar a otro sitio, así que me regresé a la casa esperanzado a llegar primero que ellos. Eran cerca de las 10 de la noche y aún no habían llegado. No paraba de deambular en el salón observando por las ventanas, nerviosito perdido, hasta que a la media hora les oí llegar, sentía un vacío profundo. No sabía qué hacer, me puse a ver una estúpida película en la tele, pero le aborrecía tanto que no quería verle su estúpida sonrisa burlona.

Me hice el dormido en el sofá, con la esperanza de que Mamá fuera ella y no estuviera aún bajo el embrujo de las perversas sugestiones. A pesar tener los ojos cerrados y solo escucharles, noté una necesidad de verla como una putita delante de ese cerdo, que no podía evitar ni con lo mucho que lo odiaba. En el pasillo, Mamá, algo sonrojada de sentirse mujer de ese viejo, se volvió hacia él. Se respiraba aun la tensión sexual entre ambos.

- Ve a probarte un conjunto, ¡Je je je..- le pidió el renco-. Voy a ponerme cómodo.

- Esta bien.

La tremenda morbosidad de la situación pasada la tenía excitada. Al entrar al salón me vio ahí dormidito en el sofá como niño ingenuo y se dedicó a intentar despertarme para que me fuera a mi habitación, lógicamente yo aparentaba estar profundamente dormido, con la intensión de que ese desgraciado ya no se propasase más con ella.

- Déjalo ahí un rato, al fin al cabo no lo vamos a despertar.

- P-pero es que..

- Que lo dejes, ve a ponerte cómoda como quedamos.. voy a buscarle una manta para que no pase frío.

Mamá al observar que yo no me movía hizo caso al viejo y se dirigió rumbo arriba a su recamara. El viejo echó unos leños a la chimenea, abrió una botella de coñac y sirvió dos copas. Él sabía que no estaba dormido, lo sentía. Me colocó una sábana blanca tapándome por completo todo el cuerpo. Ya cubierto abrí los ojos y lograba percibirle perfectamente por lo traslucido de la manta.

- Sé que no estás dormido,- me dijo de repente.- Pero no importa, ¡Je je.. ahora verás lo putita que es tu Mamá y lo entregada que está ya de mí. Quédate dormidito como estás y disfruta, ¡Je je je.. Pronto voy a ser tu nuevo Papá.

Terminó de decir el desgraciado mientras se quitaba la chaqueta y se abría la camisa. Mi cuerpo sufrió un escalofrío al escucharle. Por supuesto que no me vi,  estaba aterrado por las perversiones de este infeliz, permanecía sentado a mi derecha frente a la chimenea, lograba verle perfectamente por las luces tenues del salón y la luz de los leños en la chimenea.


Pronto apareció mi Madre bajando por las escaleras, venía con un atuendo negro de red, traslucido, y llevaba lo que parecía un tanga a juzgar por las finas tiras laterales de color negro. La parte delantera era la misma tela, como si no llevara nada. Se le diferencia el relieve del chocha entre el ligero y las medias, con el minúsculo vello dorado atrapado entre la red de la tela. Sus pechos le botaban en cada escalón.

El viejo sudó al verla, se bebió toda la copa de coñac de un sorbo y se esforzó en apartar la vista. Cuando ya estaba cerca de él volvió a mirarle, esta vez desplegando una sonrisa.

- Qué erótico vienes, mi amo.. ¡Je je je.. ¿Te ha gustado ese atuendo, he?..

- ¿Le gusta?.. Es muy cómodo.

Al tenerle más cerca, el viejo pudo examinar las increíbles curvas de la viuda, el increíble abultamiento de sus pechos, los pelillos escapándose por los pequeños orificios de la braga y las finas tiras laterales hundidas en las carnes de sus caderas.

Se giró para que la viera por detrás y pudo ver su culo perfecto, de nalgas abombadas y blancas, y con la minúscula tira negra metida por la raja.

- Estás muy putita.

- Usted también está.. muy erótico.- dijo al ver que se había desabrochado la camisa.

- Como tú dices, es cómodo.- dijo mirándola.

- Lo ha tapado, ..es un niño muy bueno,- dijo Mamá dirigiéndose a mi relieve que se dibujaba bajo la manta.

- Sí, ¡Je je je.. Duerme como un angelito.

- No merece tener una Madre como yo.. así, tan..

- ¿Tan Puta?..

Mamá se sonrojo y agachó la mirada. Se sentó en sillón de a lado, muy cerca de él, quien se mantenía con las piernas separadas y la copa en la mano. El viejo se fijaba en el leve vaivén de sus pechos tras el atuendo y en sus piernas enfundadas en las sugerentes medias, y ella miraba de reojo hacia el bulto de su pantalón, hacia la verga palpitante, hacia sus robustas piernas y su torso desnudo.

Era un viejo horrible, pero el hecho de sentirlo como macho y las sugestiones provocaban que su vagina hirviera de placer. Estuvieron callados por unos minutos, quizás cortados un poco por mi presencia. Yo, haciéndome el dormido intentaba ni moverme en lo más mínimo, escuchaba sus respiraciones aceleradas. Se notaba la excitación en el aire.

A veces el viejo se levantaba para servirse otra copa y Mamá se fijaba en su cuerpo regordete y pequeño, en el bote que daba su bulto con cada paso por su discapacidad. Así como este se fijaba en el vaivén de sus pechos cuando le estiraba la mano para tomar la copa, en sus braguitas apretujadas entre esos grandiosos muslos y en la manera en que se le miraban las piernas y los muslos adornados por aquellas sensuales medias.

Le entregó la copa y comenzaron a charlar, al principio sobre las prendas que habían comprado, al final un poco más picante sobre el vendedor atrevido. El cada vez le hablaba más cerca, a ella se le ponía la carne de gallina de notar su aliento sobre su piel.

Confuso y escondido tras la traslucida manta traté de analizar qué es lo que su mente sugestiva pensaba en esos momentos, ¿porque se sentía atraía por ese animal?. Este recorría con descaro su cuerpo, fijándose en su piel tersa, en su atuendo tan provocador, en la coquetería de sus movimientos, hasta que llegando a su cara, descubrió en sus ojos una mirada mezcla de picardía y curiosidad.

- ¿Le gusta lo que ve?-, le preguntó echándose hacia delante para darle una mejor visión de sus pechos.

- Si,- le respondió descaradamente,- Pero no es eso. Hay algo en ti que me provoca más.

Le debió hacer gracia su comentario, porque levantándose del sofá, se dio la vuelta, y llamando su atención, le dijo riéndose:

- ¿Será esto?,- mientras sus manos recorrían su trasero desnudo, estirando el liguero para que las tiras se apretujaran en la rotundidad de sus formas.

Tenía un culo perfecto. Duro y respingón, que en otra época hubiera sido suficiente para alterar las hormonas de aquel viejo, pero ahora siéndose dueño de tremendo ejemplar no perturbaba su tranquilidad.

- Mejor que cualquier otra puta,- le dijo asi, que si no fuera por la vulgaridad diría que casi galantemente.

Y esque realmente asi lo tenía, pero no podía ser esa la razón por la que lo tenía caliente, incluso le resultaba atractiva la idea de poseerla, de levantarse de su asiento y llevársela entre jalones a su recamara para disfrutar de sus caricias a solas, pero tenía otras ideas.

Le revolvió el cabello con la mano.

- Estás sudando.

- Es la chimenea.- dijo ella.

- Pequeña-. le acercó el vaso a la boca para que le diera un trago, pero inclinó el vaso demasiado y algunas gotas de coñac se derramaron por la comisura de sus labios goteando en la carne de los pechos.- ¿Te lo pasaste bien?..

- Sí..

No paraba de pasarle la mano por la cara, de pellizcarle las mejillas, de revolverle el cabello. Ella se mantenía inmóvil, erguida en el sofá. El viejo se inclinó y le estampó un beso en los labios que ella correspondió.

- Seguro que calentaste con ese guardia manoseándote frente a todos.

- Si mi hijo se enterara a lo que hemos estado jugando..

- No tiene por qué enterarse. Ven, acércate.

El renco soltó el vaso cuando ella se levantó y la abrazó fuertemente. Las tetas se aplastaron contra el pecho peludo y, dada la curvatura de la barriga no llegó a notar el relive de su paquete. Este sudaba como cerdo. Mamá correspondió el abrazo acariciándole la espalda empapada en sudor, hasta la delicada tela de su atuendo se había adherido a la piel de ese cerdo al humedecerse.

Él le estampaba besitos en el cuello, en las orejas, en los cabellos y algunos en los labios. Mamá, abrazada a aquel cerdo que también le manoseaba la espalda y la besuqueaba por todos lados, sufrió un débil destello de arrepentimiento que expresó tímidamente.

- E-esto no está bien, ¿no?.. Mi hijo esta.. ahí.

- Olvídate de él.- deslizó las manos hasta las nalgas y se las estrujó con fuerza sin parar de besarla-. ¿Te lo pasas bien conmigo?- manoseándole el culo, le separó las nalgas abriéndole la raja y dejando visible la fina tira del tanga.- Te has portado muy bien-. le cerraba y abría el culo con rudos manoseos.- Estás tan buena, mira cómo me has puesto.

El viejo le tomó la mano derecha y la condujo hasta el bulto del pantalón. Con la palma abierta, Mama notó la forma del pene y de los testículos. Él viejo la dejó con la delicada palma plantada en su paquete y volvió a manosearle las nalgas de frente a donde yo estaba, como no queriendo que perdiera algun detalle de sus abusos.

Ella pasó suavemente la palma por el bulto, de arriba a abajo, suavemente, repetidas veces, percibiendo la enorme hinchazón de la verga.

- Me has puesto tan caliente viendo cómo te manoseaban.- jadeó cerrando los ojos.

Ella se atrevió con leves estrujamientos, hundiendo con suma delicadeza las yemas en el volumen de aquel bulto. Que caliente se sentía cuando lo tenía tan cerca, cuando se vestía de esa forma para agradarle. De la vagina le chorreaba un flujo espeso que le empapaba la braga. Estaba ardiente como una perra en celo, aquel cochino viejo la había trastornado.

Apenas lograba retener sus impulsos y metió la mano por dentro del pantalón para palpar el grosor de aquella dura verga. Ahora el lisiado la besaba en la boca a modo de mordiscos, con las lenguas por fuera, baboseándole los labios y la barbilla. Mamá le estrujaba los güevos mientras la verga se balanceaba por fuera del pantalón y con la mano izquierda la deslizaba por aquella espalda sudorosa hasta ir bajando y meterla dentro, donde le acarició aquel culo encogido. Ya no podía aguantar más, la vagina le escocia y le hervía, la situación la electrizaba.

Estaba claro lo que tanto aborrecía y lo que tanto temor tenía, poco a poco ella se iba perdiendo dentro de esos prohibidos deseos insanos, sus pezones totalmente en punta rozaban el pecho sudoroso de ese cerdo. El, no dejaba de mirarla a los ojos sabiendo lo que provocaba en aquella hembra su proximidad. En un momento dado se aseguró de que su voyeurs preferido estuviese viéndolos y se lanzó a besarla con toda la pasión. No era la primera vez que la besaba en la boca frente a mí, pero ahora lo hacía sabiendo que les miraba. A ella le gustó el morbo de estarlo haciendo en el mismo lugar donde estaba su hijo.

Mamá estaba cachonda perdida, fuera de control, en un respiro, miró a hacía mí mientras se daba un segundo entre los manoseos y este le volvió a girar el rostro para verle a los ojos, le hizo la señal de que siguiera, el mensaje estaba claro, la sugestión la daba por superada. Comenzó a manosearla por todas partes. Primero bajó sus manos hasta el culo de mi Madre. Ella se dejaba hacer, le estaba gustando. Empezó a pensar que le gustaba la situación de estarse manoseando frente a su hijo, que era una putilla de tres al cuarto y que se la jodería frente a su niño esta misma noche.

Y como la imaginación de un pervertido no tiene límite se empalmó de sobremanera. A mi Madre a esas alturas le estaba metiendo la lengua hasta la garganta, con una mano en el culo y otra por sus tetas. Se estaban dejando llevar, ni ella misma se lo creía, pero aquel viejo feo y lisiado le estaba provocando unas sensaciones que jamás antes había experimentado.

Ahora era ella la que se rozaba contra él queriendo notar aquella verga sobre su vientre. Allí, en medio de la sala de mi casa estaba mi Madre, dejándose manosear por un viejo vestida como pornstar, sobándole la verga pasándosela por el vientre y entremedio de los muslos. Con la verga así de fuera, comenzó a acariciársela, ocultando sus manos entre sus cuerpos, que no se despegaban ni un milímetro sin dejar de tocarse.

Aquella acción tuvo su reacción, y el viejo ya más atrevido comenzó a acariciarle el culo por entre las nalgas. Mi Madre quiso mirarle a los ojos cuando el renco descubrió que llevaba dentro de ellas su singular dildo en forma de hongo. Su cara fue un poema y mi Madre no cesaba de mirarle a los ojos. Se sentía como una fulana y encima le estaba insinuando que la sodomizara.

Este avanzó en sus caricias y se dedicaba a trasladar los flujos del chocho de mi Madre hacia su ano. Para ello introducía el inicio y la punta de su dedo corazón entre sus labios vaginales y luego rodeada el dildo por la base del diamante incrustado. Cuando consideró que estaba suficientemente lubricado le sacó el embonador del culo. Mi Madre seguía pajeándolo discretamente como bien podía. Allí a escaso un metro de donde yo simulaba estar dormido.

- Vamos, pruébalo..- Mamá se sorprendió al ver entre los dedos del viejo aquel artilugio.- ¡Chúpalo..

Mirándole a los ojos, Mamá acercó los labios, sacó la lengua y se puso a lamer el embonador saboreando sus mismos fluidos, su sabor del ano. El pervertido apretaba los dientes observándola. Las miradas resultaban penetrantes. Mamá deslizaba la lengua alrededor del hongo sin pavor ninguno.

- Parece que estás chupando la verguita de tu Marido, ¿eh?..

Ella sonrió apartando la cabeza.

- Seguro que la tenía pequeña, incapaz de satisfacer una putita como tú.. ¿No preferirías una como ésta?..- le preguntó separando las piernas para exponer su gordo pene.

Ella tragó saliva, seria, con la vista clavada en aquella tranca palpitante. Estaba muy caliente y el placer le cocía en la vagina. Movió su brazo derecho y le plantó la mano encima, su manita delicada de dedos huesudos, con las uñas pintadas de un tono rosa.

Comenzó a sobarle a modo de caricia, a sobarle toda la grosura, percibiendo la dureza y la blandura de los güevos.

- ¿Te gusta?

- Sí.. pero es que..

- Mira como me lo pones,- y ambos bajaron la mirada a su entrepierna, observando el tolete gordo debajo de aquella barriga.- Cuéntame al menos que es lo que sentiste cuando aquel guardia te tocó.- continúo él.

Ella lo miraba a los ojos y se produjo un incómodo silencio entre los dos. Él le dijo:

- Ahh, ya entiendo, te da pena porque está tu hijo.

- Sí,- dijo ella,- podría despertar.

- Nah, está bien dormidito, ¿además él tiene la culpa por tener una Madre tan buena y tan.. puta.

- Necesito curarme, el no merece una Mamá así.- lo miró de nuevo a los ojos,- ¡Se lo ruego por favor, ayúdeme a llevarlo al su habitación y luego vayamos a mi recamara.

La cara del viejo cambió de color, para nada iba a dejar que me llevara, realmente tenía la perversión de follarla frente a mí. Sin saber cómo reaccionar la acompañó hasta los sillones en que me encontraba y cuando Mamá iba a descubrir la manta que me cubría, el renco la abordó por detrás, sujetándola fuerte y dándole besitos en la nuca comenzó a decirle:

- No.. siente como estoy,- le decía mientras le refrotaba la verga por el culo, haciendo que ella notara la dureza de su verga.

- ¡No por favor, déjame llevarlo,- le decía ella aunque sin mucha convicción.

El hacía caso omiso a las negaciones de mi Madre, quien por otra parte no resultaba ser todo lo tajante que debería haber sido. Mientras ella se debatía en su interior y ofrecía poca resistencia, él aprovechó que la tenía sujeta con una sola mano mientras con la otra logró introducirle de nuevo el dedo corazón en su culo, sabía que aquello la volvía loca. Mientras mi Madre seguía negando débilmente, esta vez casi entre susurros.

- No, por favor. Por favor, pareeh, ¡Uhmm..

La situación la confrontaba, por un lado los efectos de la sugestión la trastornaban y por otro el ver a su pequeño hijo ahí dormidito delante de ella mientras un viejo feo por detrás la manoseaba la hacía resistirse, pero aquella intrusión en su culo volvió a ponerla cachonda, siguió debatiéndose unos instantes entre lo correcto y lo que le pedía el cuerpo.

Así que decidió acabar con aquella situación, se giró de frente y comenzó a besar apasionadamente de nuevo a aquel viejo tan horrible que viva ya en su casa y se apoderaba de todo su ser, frente a su hijo, a escaso un metro donde dormía. Le miró a los ojos de nuevo cuando lentamente agarraba aquel falo que se le encajaba en su vientre. Las miradas de ese horrible viejo la volvían loca, la hacía sentirse realmente como una guarra, y eso era lo que quería sentirse está noche, la más guarra de todas.

El viejo sonrió complacido de nuevo, y mientras mi Mamá sólo le pajeaba, él se despojó de la parte de arriba de su camisa, mostrando su torso y la barriga desnudos, sudoroso, y bajándose los pantalones recogió el largo pelo de mi Madre en una coleta con una mano y la obligó a arrodillarse enfrente de él. Nuevamente ella pudo contemplar con sus propios ojos la roja cabeza del glande. Le pareció enorme. Desde luego no era la primera vez que veía algo así. Estaba hipnotizada contemplándola, a lo que el desgraciado aprovechaba para restregársela por la cara.

En un momento dado le dijo:

- ¡Chúpamela..


A Mamá no le hacía mucha gracia tal situación, pero pensó para sus adentros que se le estaba bien merecido acabar así, arrodillada, chupándole la verga a un viejo en medio de su sala, vestida como tal, y con su hijo frente a ella. Comenzó el vaivén sin mucho afán, pero la idea de estar chupándosela a aquel desconocido a escasos centímetros de su pequeño volvió a despertar en ella sensaciones hasta ahora desconocidas.

Se acarició el clítoris mientras permanecía arrodillada y cada vez más se concentraba en sus caricias íntimas buscando su propio placer a la vez que se movía mecánicamente para satisfacer a aquel vejestorio. No tuvo claro en qué momento el viejo le bajó los tirantes del atuendo y le sobaba las tetas sin reparo. Ella continuó concentrada en sus caricias y moviéndose rítmicamente, cuando estaba a punto de llegar a su orgasmo sintió como el lisiado se separaba para irse a sentar en el asiento individual de su sala. Se apartó y algo de sus babas le cayó entre las tetas.

Ella se incorporó poco a poco mientras el viejo se sentaba y tomaba de su trago de manera tranquila. Lo miraba fijamente a los ojos y esta vez pudo notar como aquel miembro se escondía entre la barriga y los mulos.

El viejo seguia sentando. Le hubiese gustado preguntarle cuanto iba a permanecer allí, pues su paciencia la hacía sentirse frustrada. Sin embargo acepta esa circunstancia. Se reincorpora y mira al lisiado tan tranquilo, sin ninguna orden sin ninguna respuesta. Su cuerpo obeso sentado donde su Esposo se acomodaba cuando le daba tiempo para estar con su familia viendo una película. Sudoroso, feo. Hasta podría resultar repulsivo para cualquier mujer.

Observa sus anchos muslos, pero su mirada se encamina debajo de la barriga donde descubre cómo asoma la cabeza del pene que tanto allora. Él está sentado, apoyado en el respaldo, con las piernas ligeramente abiertas. La verga le colgaba hasta tocar con la piel del sofá. Ella no puede verla al completo, sólo divisa la parte del capullo.

Abre los ojos y esté la sorprende mirándole, se sonríe. Ahora estaba apoyando la cabeza en el respaldo y ha dejado sus pies apoyados en el suelo. Ahora sí puede ver su verga en toda su extensión, sus guevos y su vello púbico, negro y enredado. Al sorprender ésta imagen, ella gira la cabeza hacia donde yo estaba, dudativa. El viejo, aunque ella no lo ve, sonríe nuevamente, pero no dice nada. Mamá cierra los ojos y piensa en esa imagen que acaba de ver, se imagina esa verga cuando entra por su cuerpo, cuando esa cosa la penetre y ese capullo se hinche y choque hasta el fondo de su útero. Trata de evadirse de esas imágenes que acuden como una turba a su mente pero le es imposible.

La situación al renco le divierte. Voltea su cuerpo y se sitúa cara a ella. La tensión acude al cuerpo de Mamá. Con perfecta nitidez puede divisar los pesados güevos, descansando en el sofá donde yo algunas veces descansaba. Ella desvía la mirada pese a que el viejo mantiene los muslos abiertos. Pero la curiosidad, otra vez, puede con ella. Vuelve a mirar. Pero el objeto de fijación es el grueso pene que cuelga como una exhalación hasta medio el filo del cojín.

Se turba ante semejante pensamiento. Sus pezones se hinchan y con sus manos pliega su atuendo más aún hasta dejar ver todo su trasero. Con las tetas al aire, en medio de la sala, el atuendo exponiendo su trasero enfrente de aquel viejo y mirándole fijamente a los ojos.

- No puede dejarme así..

- ¿No?.. Ven, acércate, siéntate a mi lado.

Se dio la vuelta y dio unos pasos hacia él, exponiendo su cuerpo a través de las transparencias del atuendo, como si se tratara de una prostituta que se presenta ante un cliente, con la vagina crepitando de placer.

- Siéntate aquí.

Obedeció. Se sentó a su derecha, rozándole la pierna, percibiendo su olor a macho, olfateando el sudor que le resbalaba por las sienes.

- Mira cómo me tienes.- Mamá dirigió sus ojos hacia su cosa.

La verga le palpitaba erecta bajo la panza y ahora le veía mejor la masa blanda de los güevos que le sobresalía por los muslos, con el vello denso asomando por todos lados.

- Tócamela anda, no te pongas tontona..

Se mordió el labio inferior para resistir las frenéticas sensaciones. Tímidamente, acercó la mano y le tomó la verga con más decisión, por el medio del tronco, moviéndosela hacia arriba y hacia abajo, advirtiendo su extrema dureza, sin importarle estar agarrándosela aun viejo frente a su hijo dormido. El pervertido se relajó reclinándose y separando más las piernas.


- ¿Te gusta, putita? ¿Te gusta mi verga?..

- ¡Ah, don Pau.. me estoy poniendo encendida, y no quiero..

- Imagina por un momento que soy el guardia y tú eres la puta.

Le pasó el brazo por la cintura y la apretujó contra él. Las tetas de mi Madre se aplastaron contra su costado y apoyó su mejilla en el pecho fofo y peludo del viejo, mirando hacia la barriga mientras le meneaba la verga.

- Tócame así puta.. ponme cachondo.. ¡Ohh.. ohhh..

Mamá cerró los ojos al apretujarlo, al frotarle con la palma todo el tallo y los güevos pesados, que se los sobó mediante leves apachuchones para volver a rodearle la verga con su manita y comenzar a sacudírsela, ya sacándola por fuera de la barriga. Estaba muy caliente, el jodido cerdo la había puesto cachonda.

- ¿L-le gusta así?- le preguntó ella acelerando un poco los jalones, tapándole el glande con la mano para luego deslizar la palma por el ancho tronco, dándole unas pasada a los güevos, y volver a sujetársela para nuevos jalones.

- Sí puta.. qué bien me jalas la verga.

Esto era bastante perturbador, yo haciéndome el dormido mientras mi Madre se la pelaba aun viejo a solo un par de metros de mí, con la mejilla pegada al cuerpo obeso humedecido por el sudor de ese cerdo, pero aun así, la arrastró por todo el pecho, de arriba abajo, hasta que de manera atrevida y llevada por el morbo empezarle a lamer las tetillas como si fueran diminutas gominolas.

Le provocó un asco profundo, pero era demasiado el morbo que experimentaba, un jadeo profundo del lado del viejo. Provaba el sudor amargo al lengüetearle los inmundos pezones, arrastrando los labios por el vello para lamerle. Le estaba provocando un gusto tan grande menearle la verga, un gusto comportarse como una autentica ramera ante un cerdo seboso como el renco.

La prenda también se impregnaba de sudor y se le pegaba a los pechos. Le daba fuerte hacia abajo a la verga y al subir con la mano le exprimía el glande, metiendo a veces la otra mano para amasarle las sudorosas bolas. Le mordía la tetilla con los labios y le tiraba de ella. Elevó un poco la cara para mirarle a los ojos. Sus labios llegaron a rozarse.

- Qué caliente me siento, don Paulino..- reconoció ella dándole un acelerón a la verga.

- Estas caliente porque eres una puta.. ¡Incate y chúpamela de nuevo, ramera…

- Síi, deje que se la chupe, mi amor.. estoy muy caliente.- repitió jadeándose mutuamente a la cara.

Mamá se levantó del posabrazos del sofá para arrodillarse entre sus piernas corpulentas. Lo hizo deprisa, como si no quisiera perder tiempo. Sus pechos se meneaban bajo aquel sujerente atuendo por los movimientos desesperados. Ella misma le bajó el pantalón por completo, deslizándoselo por las piernas hasta sacárselo por los pies, dejándolo completamente desnudo en el mismo lugar donde mi Padre descanzaba.

Ella misma le empujó los muslos hacia los lados para abrirse más campo. Y se lanzó a lamerla sacudiéndosela sobre la lengua rápidamente, mirando hacia él desde abajo y acariciándole con la otra mano el muslo sudado. Por mi parte ni respiraba, les observaba a través de una manta. La puta de mi Madre le hacía una mamada al cabrón que me tenía amenazado. El hijo de perra había conseguido transformarla, como me lo había dicho.

Mamá le lamía la verga a la desesperada, mordiéndola como un salchichón y sin parar de jalársela en ningún momento. El renco resoplaba excitado, volteaba hacía mi para ver lo que hacía, mostrando su orgullosa sonrisa perversa en todo momento. Los ojos de mi Madre brillaban por la lujuria, con qué desesperación se la sacudía sobre su boca. El viejo le plantó la mano en la cabeza para ayudarle a mamar.

- ¡Chupa, chupa, ramera.. No pares.

A veces detenía los jalones para deslizar la lengua a lo largo de todo el tronco. El viejo se irguió, le puso las manos en el culo y le dio un jalón al atuendo para apartarle las bragas a un lado y dejarla con la raja vista.

- ¿Q-que va hacer?..- le susurró sin parar de manosearle.

- Lo que me vienes pidiendo ramera.- le dijo acariciándole ambos gluteos.- ¿Tu marido te daba por el culo?..

- Nooo.. era un hombre muy respetoso. Jamás lo intentamos.

El viejo bajó la mano por la raja hasta abordarle las arrugas del esfínter, con un dedo intentaba presionarle. Ella no paraba de sobarle todo el tronco, notando cómo su mano se impregnaba de su misma saliva.

- ¿Te gustaría que te diera por el culo? ¿Aquí, frente a tu hijo?..

- Nooo.. ¡Aah, pero me pone muy cachonda.

- ¿Te gustaría?, responde..- le dio unas palmaditas en la cara. Ella se la continuaba jalando con ambas manos, apretujándosela también entre las tetas.

- .. Sí, me gustaría.. ¡Umm.. ¡Qué caliente que me siento..

- ¡Qué putas eres, condenada.- le apretujó las mejillas y le soltó un lengüetazo desde la barbilla hasta la frente, luego le lanzó un escupitajo dentro de la boca.

Incrédulo pude ver la saliva en la lengua de mi Madre y como posteriormente se la tragaba.

- ¡Chúpamela, puta.

De nuevo, el viejo se reclinó en el sofá y la dejó que ella sola bajara la cabeza para que volviera a lamérsela, succionándola. Veía su culo impresionante meneándose ligeramente, veía su rajita brillante debajo de aquellas grandes carnes, sus pechos balanceantes bajo la red del atuendo, los movimientos de su rubia cabellera al mamarsela, y oía los chasquidos de saliva. Nunca me imaginé que mi Madre se comportara como una perra frente a su hijo, como la perra de ese viejo maldito.

Sacó su verga y se la comenzó a pasar por toda la cara, embadurnándosela de sus mismas babas. Le pegó la verga a la barriga y bajó la boca para lamerle las bolas, hundiendo los labios en la masa blanda y peluda, degustandose aquellos guevos y escupiéndolas impregnandolas de saliva.

Mientras le chupaba los testiculos, le mantenía la verga pegada a la barriga con la mano derecha. Vi que bajaba su manita izquierda y la metía bajo su cuerpo, se apartaba la delantera de la braga para acariciarse el chocho y masturbarse mientras le chupaba los güevos. Las sugestiones le impedían ver lo que lastimosamente hacía, en lo cerda que se había convertido.

Le tenía los güevos muy baboseados cuando el viejo elevó un poco las piernas acercando la cadera al borde del sofá para ofrecerle la raja del culo. Mamá apartó la boca esperando que se colocara.

- Hazme un beso negro..

- .. No sé qué es un beso negro.

- Chuparle el culo a un hombre. Vamos..

- P-pero.. no, eso no.

- Ya lo has probarlo.. ¿Quieres chuparme el culo?.. Has dicho que te gusta.

Le miró a los ojos durante unos segundos, resbalando su manita por todo el tronco de la verga, acariciándole los güevos sólo con las yemas.

- ¿Q-quiere que le chupe ahí?..

La agarró de la mano y se levantaron a la vez, el cerdo con la verga empinada hacia arriba recubierta en saliva. Tiró del sofá para acercarlo a la chimenea, donde unas débiles llamas aún caldeaban el ambiente. Luego se subió de rodillas encima del sofá, en un extremo, de cara al respaldo. Subió una rodilla en el reposabrazos para tener el culo más abierto y se echó hacia delante apoyando la frente en el borde superior del respaldo.

Ella se arrodilló en el suelo, con el culo del viejo frente a su cara.

- ¡Vamos putita, chúpamelo..

Mamá se sentó sobre sus talones, curvándose todo lo que pudo, aplastándole los güevos con la frente y percibiendo el apestoso tufo que desprendía aquella raja, pero con los pulgares le abrió la raja y acercó la punta de la lengua acariciándole el ano velludo, caricias circulares por el esfínter y el orificio, probando el sabor rancio y hediondo. Apartaba la cabeza para sacarse pelos de la boca, pero se la abría más con los pulgares, y de nuevo acercaba la punta de la lengua, esta vez intentado meterla.

Con sus manitas en aquellas hediondas nalgas grasientas metía la cabeza a la raja, envuelta en muecas de asco por el olor que desprendía, pero sacaba la lengua y comenzaba acariciarle el ano con ella, un ano áspero y rosado, de esfínteres muy arrugados.


El viejo jadeaba. A ella le vino una arcada y apartó un poco la cara, pero volvió a olisquear lamiéndole el ano sólo con la punta. Yo, expectante a pesar de mi anonimato, había conseguido moverme para lograr observar y lo veía todo desde unos dobles de la manta. Vi que mi Madre apartaba la cabeza para escupirle y después lamerle el ano con la lengua fuera, incrustando su cara de ángel en el fondo de aquella raja.

- ¡Jálame la verga tambien, puta..

Su manita derecha la bajó metiéndola entre las robustas piernas para agarrarle la verga y colocarlo en vertical hacia abajo. Lamía como una perra, mojándole el culo con esmero, pasándole la lengua por encima una y otra vez. Al mismo tiempo le empezó a ordeñar la verga con fuertes jalones hacia abajo. En ocasiones apartaba la cabeza para escupirle y de nuevo se ponía a chuparle el culo.

Pronto su saliva se deslizaba lenta hacia los güevos. El renco gemía cabeceando sobre el borde del respaldo, en ocasiones volteaba la cabeza para verme, regocijándose de mi humillación y del dominio que tenía de ella. Mi Madre le daba fuertes jalones de verga. Algunas veces se bajaba para chupetearle los güevos, mordisqueándole las bolas y escupiéndolas impregnadas de babas.

Hilos de saliva le colgaban de la barbilla y le goteaban en los pechos humedeciéndole el atuendo, que se le pegaba a ellos. Contemplaba atónito cómo mi Madre baboseaba sobre el culo de ese asqueroso viejo. Asentía con la cara dentro de la raja, aplastando la lengua contra el ano y cubriéndolo de babas.

- ¡Ooh.. Qué bien lo haces, cerda.. ¡Ohhh… de lo que se ha perdido tu Marido..

Su palabras humillantes no hacían más que incentivar los deseos insanos, comenzó a lamerle el ano más deprisa, desbocadamente, pasándole la lengua por encima velozmente sin descanso, ordeñándole la verga al mismo ritmo, provocándole el delirio mediante fuertes y secos jadeos.

- Sigue así, cerda, Ooh.. Espera.. me voy a venir..

- Jódame por favor Sr Paulino.. métamela hondo,- dijo esta vez ella.

- Pídemelo como una puta,- le repitió él.

- ¡Por favor, se lo suplico, jódame, ¡Jódase a esta ramera.

- ¡Ven acá, puta.

No les importaba que yo estuviera ahí dormido, se empezaron a besar. La colocó contra el sofá y la forzó a doblarse hacía el frente sobre el respaldo. Sus pechos se aplastaron contra el cojín sobresaliéndole por los costados. Le subió el atuendo hasta la cintura, hasta donde le permitía estirar el liguero y le bajó las bragas de un tirón, dejándola con el culo al aire.

El culo de mi Madre era manoseado con descaro a escasos metros de donde yo estaba, que permanecía en anonimato. El introdujo de nuevo su dedo corazón en orificio de mi Mamy, es más, podía escuchar perfectamente el golpear del torso de su mano contra el trasero propiciándole semejantes caricias.

- ¡Aghhh..- no pudo dejar de quejarse ella.- Me gusta, uuuhhmm.. como me gusta..

Las embestidas de aquel dedo gordo eran bruscas y enérgicas, lo cual volvía aún más loca a mi Madre que no de dejaba de gemir y mover la cadera.

- ¡Ahhhhm..- jadeaba ella.

Él quiso ahogar aquellos gritos, en el fondo sabía que ya se estaban haciendo muy descarados y por si si o por si no estuviera dormido le introdujo su dedo pulgar en su boquita. Ella ahora lo chupaba sin cesar de mirarle a los ojos como instantes anteriores le había chupado la verga.

- Inclínate.

Mamá se curvó más hacia delante plantando las mejillas en el respaldo del sofá. El viejo le abrió el culo rudamente con ambas manos. Fue fácil al tener las nalgas tan empinadas. Le insertó su cara gorda en la raja para lamerle su ano tierno pasándole la lengua repetidas veces como ella se lo había hecho, luego bajó un poco la boca y comenzó a lamerle el chocho, primero escupiéndole en mitad de la raja y después repartiendo la saliva con la lengua, tratando de mordisquearle el clítoris que sobresalía de la vulva.

Observaba cómo mi Madre menaba el culo sobre la cara ancha de ese viejo al lamerle el chocho con aquella intensidad. Miraba hacía mi cuando podía, para poner la cara más cerda que yo jamás le hubiese visto y morderse los labios soportando el mitigante placer de la situación en la que estaba sumergida.

El renco hincado en una rodilla y erguido con su cara grandota pegada al culo. A veces le pasaba la lengua desde el chocho hasta la rabadilla, siempre manteniéndoselo abierto con ambas manos. Mamá gemía débilmente. Notaba la rugosa lengua merodear por el chocho, deslizarse hasta el ano y regresar hasta su rajita. Tuvo que bajar la manita izquierda y frotarse ella misma la vagina mientras se lo lamían.

Pronto los gemidos se hicieron más agudos y los refregones más intensos. El viejo apartó la cabeza, manteniéndole el culo abierto, hasta que comprobó que del chocho manaba un líquido brilloso y espeso que se deslizaba por la cara interior de los muslos.

- ¡Te estás viniendo, cerda..

- ¡Aah, qué gusto, Don.. no puedo..

La agarró de pelo y le tiró de la cabeza hacia atrás, dándole unas palmaditas en la cara y bajando con la mano por su cuello para apretarle las tetas.

- Eres una puta y me se me antoja mucho encularte.

- ¡Sii.. pero por favor, no aquí.. vayamos a mi recamara, por favor.

- De eso nada putita.. Vamos, colócate en la orilla.

Mamá dispuesta, se perfiló de rodillas para colocarse a cuatro patas en el filo del sofá, con las rodillas cerca del borde, el culo en pompa, las tetas balanceándose hacia abajo como las ubres de una vaca y con la mirada al frente. Qué culo más grande tenía ante sí el desgraciado, con aquel chocho escurriendo, con el minúsculo vello dorado mojado, de donde aún le caían algunas gotas.

Toda la raja del culo y parte de las nalgas las tenía completamente babeadas, con alguna hilera resbalándole por el muslo. Era todo para él. Se acercó a ella sacudiéndose la verga para enderezarla aún más y la posicionó en horizontal para conducirla a su arito rosado y carnoso. Mamá miraba al frente al notar el roce. Jamás imaginó que fuera un viejo a sodomizarla en el mismo lugar donde estaba su hijo.

Y llevando sus propias a manos a su trasero fue separando sus propias nalgas a ambos lados. El viejo no daba crédito a lo que estaba viendo, estaba a punto de encularse a esa mujer tan espectacular, la cual se encontraba vestida como una carísima scort enfrente de él, con sus tetas sobre el respaldo de unos de los sillones en cuyo lugar y a escasos 2 metros se encontraba su pequeño hijo observándolos. Entonces, y para romper aquel silencio impasivo, mi Madre dijo:

- ¡Rómpame el culo.

Y dicho esto, sujetó la verga de aquel viejo y mientras con una mano se abría los cachetes de las nalgas, con la otra guiaba la verga de aquel asqueroso hasta su culo. Le agarró la verga para colocarla en horizontal y así sentir como se hundía el capullo en el fondo de su raja, rebuscando con la punta su orificio anal. Poco a poco la fue penetrando sujetándola por las caderas. Mamá apretaba los dientes, sintiendo cómo la verga iba encajándose en las profundidades de su recto.

Ella se aferró con fuerza a los cantos del sofá cuando se notó clavada. Jadeó como una perra al dilatarle el ano con aquel ancho tolete. Comenzó a culearla removiéndose sobre su culo lentamente, sin apenas extraer un centímetro de verga, como tratando de ahondar lo más posible. Continuó tirándole del atuendo por los tirantes, hasta dejarla con la espalda al aire, donde plantó sus dos manotas, como presionando todo su cuerpo contra el cojín. Mamá exhalaba con la cabeza elevada, mirando al frente con los ojos desorbitados.


- ¡Ooh.. ¿Te gusta, puta?..

Mamá sólo exhalaba para no hacer ruido, mirando al frente, mordiéndose el labio para capturar los escalofríos lujuriosos que le proporcionaban las lentas penetraciones. Sus pechos se balanceaban lento. Con los pulgares, el viejo le abría la raja del culo para fijarse en su ano, en cómo se dilataba, mientras le inyectaba la verga con lentitud.

Apenas hacían ruido. Ella a veces miraba por encima de su hombro y observaba hacía donde yo estaba, con el ceño fruncido y con la mirada clavada en la silueta de la manta donde dormía su hijo, sintiendo el deslizamiento lento de aquella verga.

- ¡Qué gusto más grande encularte puta..- exclamó él sin dejar de moverse, pasándole la yema del dedo pulgar por encima del ano.- ¿Te imaginas que despertara? Me gustaría que nos viera como te jodo..

- Noo.. jamás.. ¡Ahh.. nunca debe de saber.. ¡Ahhh.. que su Madre es asi.

- Eres mi puta.. yo te lo voy a sacar.- añadió el viejo, que cerraba los ojos para concentrarse, para gozar de aquel desbordante placer.

Al decir eso, Mamá se quedó si movimiento, dificultando las embestidas del viejo. Sus movimientos no eran tan enérgicos, en esos instantes de confusión ella pensaba. Su mente empezó a decir (No, no puedo estar haciendo esto.. basta, basta, tengo que parar esto) y pronto por su boca también se oyó decir:

- ¡No.. Pare, basta. No siga. ¡Aah, ya me la ensartó, por favor sácamelaa.. ¡No aquí.. frente a mi hijo noo..

Pero aquellas palabras sólo lograron enfurecer aún más al renco el cual volvió a levantarla con las dos manos y embestir con más fuerza.

- ¡No, me lo haga aquí.. no frente a él,- pero nada podía hacer para que aquel animal en celo cesase de encularla.

De repente de sus labios y como pudo dijo:

- Vayamos a su cuarto y hágame lo que quiera.. Métamela por el culo, viejo feo!!!

Al oír estas palabras él cesó en sus movimientos y la miró a los ojos como preguntándose si lo que acababa de escuchar era cierto.

- ¿Viejo feo?.. ahora verás lo que puede hacer este viejo desagradable.

Agarró a mi Madre por ambos lados de sus caderas y comenzó un ritmo violento de mete y saca que a poco desgarra el ano de mi Madre. Ella ahora se encontraba con una mano extendida sobre el pecho de este intentando separarle, pero la otra acariciando su clítoris, su cara por encima del sofá observando que yo no me moviera, y sus tetas aplastadas contra el cojín mientras era penetrada por el culo con violencia.

- ¡Noo don.. puede despertar ¡Ay.. ya me la metió todaa. Noo..

Su hijo descansaba a un par de metros y el viejo que le trataba su trauma sexual metiéndole la verga por el culo. Era tanta la excitación y el escozor que sentía que decidió recostarse un poco para evitar la vergüenza, para lo cual empujó hacia atrás con su culo en pompa al animal que la penetraba sin compasión. Este movimiento hizo que se introdujera aún más si cabe aquel miembro en sus entrañas. Ahora sus tetas golpeaban con cada envestida sus rodillas, sonando al compás del movimiento:

¡PLOFF, ¡PLAFF.. - Aaah.. Sí.. sí.. ¡Ahhh..- resonaba con fuerza, entremezclado con sus ahogados gemidos.

El viejo se meneaba sobre aquel explendoroso culo con los ojos entrecerrados, gozando de la presión de la verga encajada en el ano. Un gustazo enorme para ese pervertido. Retiró las manos de su espalda y entonces ella irguió el tórax. En ese momento la abrazó agarrándole las tetas por encima de la prenda de red, besuqueándola tras las orejas y por la nuca. Ambos jadeaban a la vez, procurando ahogar los jadeos para no ser muy escandalosos.

Desde mi ubicación les veía, a los dos de pie junto al borde del sofá, pegados, removiéndose mientras se manoseaban y besaban, con las bragas enganchadas bajo las rodillas, envueltos en una pasión desbordante. Mamá echaba los brazos hacia atrás para acariciarle el culo y de paso presionarle para que la ahondara. El viejo sudaba a cantaros, se removía con más intensidad aplastándole el culo con la pelvis.

Fue entonces cuando ella tuvo consciencia de que su hijo podría despertase en cualquier momento, se acarició más fuerte su clítoris y mirando a través del sofá la silueta descansando de su pequeño hijo dormido, obtuvo uno de los mejores orgasmos de su vida.

- Vamos, vengase en mi culooooh..

- Ooooh sí.. te voy a llenar cerda.. me voy a vaciar en tu culo.

Aquellos gemidos articulados, junto con las caricias que mi Madre le propiciaba, con una mano acariciándole los güevos por debajo de sus piernas y con la otra en el muslo de él como animándole a moverse más rápido, hicieron que el lisiado no tardará en llegar al final. Comenzó a jadear más seguidamente, al igual que ella, hasta que ambos se quedaron pegados, el viejo con el culo contraído, vaciando su leche dentro del ano.

Pronto salía del interior de aquel conducto para venirse por completo sobre la espina dorsal de aquella impresionante mujer, salpicando también su pelo, e incluso algunas gotas fueron a parar a la altura del respaldo del sofá sobre el cual algunas veces me había visto sentado observando el televisor.

Fue como si desenchufaran una manguera, el viejo lanzó gruesos chorretones de semen sobre la espalda, algunos dentro del pelo, una auténtica meada de leche que la puso perdida, una leche muy líquida que le resbalaba en gruesas hileras goteándole por la espalda.

Mamá cerró los ojos al segundo que notó cómo le bañaban la espalda, cómo se la cubría con la espesura de la leche, llegando incluso a dejarle toda la zona de la raja inundada. Se pasó el dorso de la mano por la cara limpiándose lo que pudo el sudor, mientras él se daba los últimos jalones. Suspiraron y se relajaron recuperando el aliento, ella recuperando la respiración con el rostro encajado en el respaldo, y este con la verga ya flácida descansando por encima las nalgas.

Unos instantes después, el renco se separó, con la verga balanceándose, y retrocedió hasta dejarse caer en el otro sofá.

- ¡Joder, pequeña, qué culiada, me has dejado seco..

Mamá viendole por unos segundos pero sin decir más nada, se subió las bragas y se alisó el cabello descubriendo varios goterones pegados a sus mechones.

- Ha sacado lo peor de mí. Se me ha ido la cabeza. Nos hemos pasado don.. Mi hijo podría vernos. Me ha pervertido.

- ¿Te lo has pasado bien, putita?..

- ¡Aah.. Si, ¿y usted?..

- Me encanta joderte el culo.

- ¡Ah, Voy a lavarme y a cambiarme. Y usted vístase, mi hijo podría despertar en cualquier momento. Y por favor don, ni una palabra de esto a nadie, se me ha ido la cabeza, no sé qué me ha pasado…

- Descuida pequeña.. yo te voy a curar, esto es parte de tu tratamiento.

- Sí, mi tratamiento.. yo no soy así, se me ha ido la cabeza, estoy súper arrepentida.

- Que no pasa nada, pequeña.

- Voy a lavarme.

- Hasta mañana, putita.

- Hasta mañana.

Estaba bastante mareada cuando subía por las escaleras y dio algunos tumbos.

- Ya lo ves tontín..- dijo el viejo al momento que la vio desaparecer en la habitación y este se vestía.- Tu Madre ya es más mía que tuya. La muy cerda ya no se cohíbe a coger frente a ti. Pronto todo lo que tienen será mío, ella será mi mujer y tú aunque no lo quieras aceptar serás mi hijo.

Yo ni me movía, estaba aterrado por lo sucedido o por lo que todo lo que este cerdo me decía poco a poco se iba haciendo cierto. Siguió.

- Sé que nos viste, sé que estás despierto.. pero no me importa, me excita que lo sepas y me encanta que te enojes y sufras.. acostúmbrate porque ahora, yo estoy aquí, viviendo en casa, ¡Je je je..


Continuara... ATTE: Pedrito Tapia.

MI MADRE Mónica.......... Capitulo (59)
“Paseandose con el viejo.”

PD.... No se olviden de valorar el relato y escribir su recado para motivarme a contarles más... les mando un gran saludo.
pedritapia08@hotmail.com